Image::MS CASS BIRD PHOTOGRAPHER © NYC::
Para todos quienes integran en
sus hojas de vida y curriculums el oficio de Coolhunter, y para todas aquellas
escuelas que han integrado dicha disciplina a sus mallas académicas en forma de
cursos, postgrados o diplomados, el tiempo, siempre veloz, les va pasando la
cuenta. El oficio de buscar tendencias para insertarlas dentro de los hábitos
de consumo para la gran industria de la moda ha cambiado. Aparece una nueva
figura central en el mundo de la búsqueda de tendencias y va mucho más allá de
lo que hasta ahora conocíamos, que lleva un par de años y poco más funcionando
sin un nombre reconocible. Hoy aparece definido: El Labhunting.
Si bien hasta ahora el coolhunter
tradicional se dedicaba a la mera identificación de nuevos hábitos, productos,
servicios y su posterior informe a las empresas de consumo y medios de
comunicación para su masificación, el Labhunter va un paso más atrás para
avanzar dos adelante y quedar muy por sobre el rol de los nominados buscadores
de tendencias. Agrupa el anterior ejercicio de identificación de tendencias con
más rapidez, pero reúne además en su ejercicio otros tres ejes: el estudio de
la manufactura, en donde identifica el origen de materias primas, adelantos
tecnológicos en su elaboración y las buenas prácticas en los sectores sociales
y medioambientales en el mismo proceso a fin de evitar a las compañías e
intermediarios futuros escándalos relacionados con estos ámbitos; La
multidisciplinariedad. El Labhunting opera no sólo en el ámbito del consumo
como tal, sino recurre a la totalidad de las áreas de la vida de una persona y
su posición dentro de grupos sociales para identificar océanos azules, más
entendido a modo de productos o servicios que como un todo pueden ser una cosa
y varios a la vez, poniéndolos a prueba en su efectividad de estímulo antes de
ofertarlo como novedad a clientes en una misma transversalidad.
En tercer lugar, el Labhunting
centra su mirada en la efectividad de estímulos en el universo de los nuevos
modelos de comunicación, utilizando la red para comprobar el fenómeno de
distintos productos o servicios a través de la web y redes sociales,
identificando esquemas de posible éxito tanto en productos como en su
comunicación masiva. El Labhunting, como su nombre lo indica, es una disciplina
que centra su actividad en un modelo de laboratorio de tendencias pre-diseñadas,
originales. Funciona a modo de identificador y también co-creador de tendencias
que lanza carnadas a los coolhunter y medios tradicionales para despistarlos de
su objetivo primordial de identificación de novedades y canalizar otras con
mayor impacto. En el Labhunting, sus protagonistas logran pulir las antiguas
metodologías. Unen el trabajo in-situ, en terreno, inmersos en los mundos de la
cultura underground y sus subdivisiones de manera anónima, también en el
imperio de los simbolismos presentes de los medios de comunicación de masas y
las redes ocultas, sólo que ahora, además de ese esfuerzo, lo integran dentro
de un espacio de experimentación múltiple, social, puliendo esos mismos productos
y servicios, mejorándolos, esquematizándolos y sacándolos como productos únicos
incompetibles, fácilmente copiables aunque difícilmente igualables en sus bases
productivas iniciales, asegurando con estas prácticas autosustentabilidades duraderas
a través de elevación como íconos de época, ubicándolos en el imaginario
cultural y de mercado a través de los medios de comunicación tradicionales
partiendo por los no convencionales.
Otra de las características
esenciales de los Labhunters, es, además de trabajar en absoluto anonimato y
bajo perfil, la accesibilidad a los más sofisticados y secretos ambientes
tecnológicos aplicados a la moda, el diseño, la música, el arte, la
restauración, la cosmética, los mundos de la restauración, la belleza, la
edición, la hotelería y el sector audiovisual, de espectáculos y nuevas
tecnologías. ¿Dónde se encuentran? A diferencia de los coolhunters, ubicados en
zonas altamente pobladas y gentrificadas de las principales capitales
mundiales, los Labhunters se mueven en todas direcciones, desde las más densas
y sofisticadas ciudades a las más alejadas y rudimentarias aldeas,
constantemente, en cualquier rincón del planeta. Son infinitamente más
preparados intelectual y académicamente en la integración de las áreas que les
compete, alejados en edad y estrambóticos estilos de los ya mediáticos y
célebres primeros coolhunters y con alto conocimiento en el funcionamiento de
los mundos de la empresa y los medios de comunicación, como quien dice,
cualquier hijo de vecino. Los primeros Labhunters, lejos de la occidentalidad
que pudiese imaginarse, provienen de países como Japón, China, India, Sudáfrica
y Brasil, con altos índices de investigación tecnológica e inversiones en I+D,
en la curiosidad de ser los nuevos centros de poder económico mundial. Unos
entrarán pronto a la pista de baile para convertirse, si su ego puede más que
su discreción, en próximas y sonadas celebridades. Otros, los más viejos por
ser los más discretos, sencillamente, siempre han estado ahí, en esa misma
pista. Solamente, se han sofisticado. Se han reinventado. Que tiemblen las
modernas. Labhunting.
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