Image::MR JAMES STONE PHOTOGRAPHER © NYC::
Gran palabra. Curiosa palabra.
Delicada palabra… La creatividad. ¿Cómo reconocer este patrimonio en tal o cual
persona, o en lo que hace?... ¿Cómo saber que un creador realiza una obra
verdaderamente creativa, o ha estado inmerso en un proceso efectivamente
creativo, de primer nivel?... ¿Bajo qué parámetros se debe medir la creatividad
real sin confundirla con la pseudo creatividad, aquella basada en la copia o en
la mera manifestación de cualquier cosa ya hecha, o creada? Es muy difícil
evaluar la creatividad en los tiempos que corren, donde poco o nada lleva
colgado en la solapa las medallas de la sorpresa, de lo sorprendente, de eso
que te hace enmudecer, y sonreir, y emocionarte. De dejarte simplemente sin
palabras. Y agradecerlo. Muchísimo. La creatividad.
Un suspiro melancólico, con la
mirada perdida, hace detener los dedos del teclado por un instante para entrar
en esta materia, pensar en esa palabra tan importante por esta época dada su
ausencia o como mucho, su absoluta indiferencia por nosotros. A diario recibo
infinidad de correos electrónicos con proyectos de distinta índole,
supuestamente creativos, también invitaciones a eventos, exposiciones y
lanzamientos que sólo verlos en pantalla desinfla cualquier tipo de interés por
asistir, y sólo porque el nivel en el diseño de la mayoría de esas
comunicaciones es deficiente. Si así es la invitación a observar, imagínese
Usted cómo será el resto. Para eso se queda en su cama mirando una buena
película o leyendo un libro, que aún sorprenden. De la misma forma, a diario
nacen nuevas revistas impresas que son refritos de otras cosas unidas en algo
que no llega a ser nada en concreto, salvo chovinistas extensiones de quienes
crean esa basura, lo mismo con aún más numerosas webs y sitios internet
insufribles. Entrar a galerías de arte resulta en gran porcentaje un tedio y
sintonizar las radioemisoras para escuchar las últimas apuestas musicales de
artistas multitudinarios es, como poco, una soberana lata. Poco y nada en
mucho… en demasiado. Pero no cuento nada nuevo.
Ahora bien, en todo esto, cabría
preguntar en qué piensa toda esa gente, supuestamente creativa, al momento de
visualizar siquiera todo eso que hoy nos bombardea por la radio, los quioscos,
la televisión y la red en todo tipo de formas y métodos… Muchas personas
caballeros, se han devanado los sesos en torno al secreto de la creatividad sin
encontrar respuestas. Quizá, no sea más claro y sencillo que la simple
prolongación a la vida adulta de las vitales cualidades infantiles, esas que te
sorprenden, con las cuales enmudecer, sonreir y emocionarte… dejarte sin
plabras. El que es realmente creativo, es el capaz de encontrar respuestas a
preguntas nuevas, el que puede organizar sus exploraciones y, poniéndolas en
orden, vigorizarlas. Eso es crear señores, y ya. Sin embargo, la sociedad se
esmera en sus encerronas, cual rodeo, cual toro en su plaza listo a ser
aniquilado. En esa chaqueta de fuerza, simplemente, se vuelve imposible llegar
a la auténtica creatividad, y ya vemos por todos sitios que así es,
lamentablemente. En este fenómeno, la actual tendencia hacia la austera
sencillez de diseño podría fácilmente, desbocarse y ser utilizada como excusa
de la falta de imaginación. No puede
olvidar que las manifestaciones estéticas mínimas sólo son exitantes como
contraste con otras más complejas. Cuando todo esto llega a dominar la escena en
todos sitios y en todas las áreas, como ha sucedido, los resultados pueden ser
extremadamente perjudiciales.
Todo lo “moderno”, toda la
“vanguardia”, todo lo “cool” ha estado siguiendo esta dirección durante ya
tiempo considerable, esperando, según la opinión personal de quien os escribe,
hasta agotar el modelo. Y en cierto sentido, toda esa inmensa cantidad de
basura podría entenderse como que son peores que nada, ya que dan una falsa
impresión de progreso, originan complacencia y satisfacción por la obra
realizada, disminuyendo la posibilidad de un auténtico progreso. Y así vamos. Y
es fuerte. Paulatinamente, en el tiempo, al pedir mayor ingenio e inventiva,
nadie calculó ni de lejos la magnitud de la respuesta que se produciría en los
creadores, lo que escapó rápidamente de control. Nadie entendió que se estaba
estimulando algo que ya tenía un fuertísimo respaldo biológico… Incautos, consideraban
al genio y el vital sentido de responsabilidad creadora como propiedades ajenas
al cerebro humano, cuando en realidad todo el tiempo estuvieron allí… ocultas
esperando una sola oportunidad para hacer irrupción al exterior y romperlo
todo… y así fue. Por supuesto, en su represión fue y es forzada a librar sus
batallas en la forma de aislados y excepcionales individuos llamados “artistas”
por los dogmas mecánicos y los aún anticuados sistemas educacionales.
De esta manera cada vez que
aparecen, su valor para la sociedad en la que se mueven con mayor o menor
rebeldía, resulta indiscutible, lo que condujo al movimiento del sistema y su
organización a estimularlo. ¿Por qué? Porque desde la más estricta
racionalidad, la inventiva y la creativad representaban, como hoy, inmensas
ayudas para el progreso social. Pero volvieron a ser encerradas y controladas
en lo posible para que la tendencia no se extendiera a terrenos más
amenazadores dominados por las autoridades, sin tener la lucidez de ver que en
la medida que el medio no les permita innovaciones creadoras, lo destruirán
para poder empezar de nuevo. Este es uno de los más grandes dilemas a los que
se enfrenta nuestra sociedad global, cuya tarea será resolverlo con vistas al
futuro, teniendo en cuenta que con demasiada frecuencia, lastimeramente como en
nuestros días, en lo más inmediato, el creador se asome a su tablero de dibujo
como el piloto de un avión bombardero, que avista un objetivo, en vez de
intentar proyectarse así mismo como un pequeño objeto móvil que circula en el
interior del medio, como un dron, por el cielo abierto… es el secreto de la
creatividad.
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