Image::BREAD & BUTTER © BERLIN::
Un puñetazo sonoro sobre la mesa
deben de haber pegado en las oficinas del Ayuntamiento de Barcelona y la
Generalitat de Catalunya al enterarse de la decisión de Karl-Heinz Müller,
organizador de Bread & Butter, al informar que la próxima edición invernal
de la feria, entre el 8 y el 10 de enero próximo, se quedaría en Berlín. Si
bien la feria de moda, la más importante de Europa, planificaba volver a la
ciudad condal en la cual funcionó entre los años 2005 y 2009, por exigencias
del mercado se quedaba en Berlín. Una cachetada a palma abierta en la cara, sin
duda.
¿Por qué? Porque aquella decisión
de Müller, le quitaba a la ciudad ni más ni menos que cien millones de euros
como un suspiro, cifra que entraba a Barcelona en su impacto económico entre
hotelería, restauración, transporte, entretenimiento y otros servicios de casi
80.000 visitantes y 800 expositores de más de un centenar de naciones. Cuando
hace cinco años atrás Bread & Butter abandonó España, probablemente,
oliendo la recesión que se venía encima (todo el mundo lo sabía ya desde el
2007), fue suplantada por un híbrido llamado “The Brandery”, que no le llegó ni
a los talones y jamás superó los 150 expositores, muchísimo menos el centenar
de millones en su impacto económico. Y es que los alemanes se la montan bien. Barcelona
está de muerte.
En su comunicado, Müller explica
en lindas palabras que en conversaciones con el sector ha quedado claro que en
la actual situación del mercado prefieren que se mantenga el formato actual
berlinés priorizando la salud y seguridad del mercado alemán, agradeciendo la
disponibilidad de Barcelona para acoger el evento y disculpándose por las
posibles molestias, sin desestimar un posible regreso a la ciudad para el
verano próximo. Para el sector de la moda y el turismo condal, aquello
significó cogerse la cabeza a dos manos y darse contra la pared. Ante ese
panorama, es necesario preguntarse qué acciones debiese inventar (o reinventar)
la ciudad para atraer inversiones en un sector que representa una millonada.
El 080 Barcelona Fashion no
sobreviviría si no hubiera integrado grandes marcas de retail como Mango,
Desigual u otros gigantes en medio de una situación económica compleja que no
ha podido lograr sentar cabeza por razones lógicas… Barcelona debiese reinventarse.
Si las marcas han dejado claro que están interesadas en un mercado alemán por
su salud económica, hay que ver quiénes estarían interesados en un mercado
español. Quizá, ¿Mirar con mejores ojos a América Latina? Como bien dijo Müller
ese año que el salón emigrase de regreso a casa: “Barcelona, no llores,
levántate y haz algo. Hemos demostrado que esto puede funcionar y ahora dejamos
un hueco”. Es de esperar que aparezcan esas luminarias que cubran aquel
agujero, monetariamente, tremendamente sabroso. Tarea pendiente.
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