Image::MR CARLO ALLEGRI PHOTOGRAPHER © NEW YORK::
Cuán difícil es hablar, o escribir sobre política en los tiempos que
corren, con la deslegitimización atroz que tiene de prestigio (o su contrario),
el más absoluto desprestigio. Jamás, en mis treinta y tres años de historia, vi
tamaño grado de desconfianza en las instituciones públicas, también privadas…
hasta hoy, donde parece cambiar en grados casi invisibles, pero pasa que son en
esas casi invisibilidades donde se producen cambios profundos y contundentes,
que tampoco lo son, si conocemos el contenido de los libros de historia, el de
cada sitio, el de cada pueblo y si prefiere generalizar, el de la mismísima
historia universal, a través de los tiempos, toda la vida. Siempre ha sido
igual, y a estas alturas de nuestra propia época, de este partido, bastante
necesarias. No cambiamos nada. Simplemente, todo sigue su propio ciclo. Cada
acción tiene su propia repercusión, buena o mala, lo que conlleva a ordenar, o
reordenar, las cosas según sus propios tiempos. A veces tarda más, a veces
menos. Depende claro de sus artífices cuánto alargan o atrasan los procesos.
Durante estos últimos días, como muchos otros, han cambiado las cosas. El
atentado del radicalismo islámico pobre, ignorante para con el propio Corán
sucedido en el centro de París ha puesto a un presidente socialista pusilánime
famoso por sus aventuras amorosas con periodistas de tabloides sensacionalistas
y actrices de cine (infidelidades propias de la cultura histórica del poder
galo y de su cultura popular francesa en general, de la que por debajo de la
alfombra siguen sintiéndose orgullosos) ante Occidente, de vuelta a la palestra
como un estratega militar, guardián de la seguridad global o una suerte de
gendarme de Francia, por ende de todo el bloque Schengen, subiendo sus escasos
índices de popularidad por allá arriba… ante los cabezazos contra la pared de Sarkozy (Cómo querías…), poniéndose por sobre la poltrona económica de
austeridad ante la crisis pregonada por Angela Merkel, volviendo a militarizar
e invadir zonas indescriptiblemente pobres en África y el mundo árabe, al más
puro estilo napoleónico. 129 muertos, entre ellos, un amigo de mi hermano caído
en el Bataclan, chileno, sirvieron de excusa para declarar la guerra al ISIS y
bombardear cien veces Siria en solo un día… que elegante Francia, ¿no? “Se la
buscaron, y no van a parar” dicen por ahí… y probablemente sea cierto. Los
grandes intelectuales franceses e internacionales concuerdan en que nada
volverá a ser igual en Francia, y es que lo sucedido ese triste viernes negro
ha hecho renacer todos los tabúes en ese país. Hablamos del tema de la
xenofobia y la discriminación. Los franceses parecen caer en la cuenta, con una
buena bofetada en la cara, que algo va mal, algo va muy mal. Lo que no
quisieron escuchar tras la masacre de Charlie Hebdo, ahora se les presenta
frente a la cara como su propia palma abierta, y quizá, es tiempo de afrontar
algo que todos saben y que ninguno quiere aceptar. Ahora, con la diferencia que
son demasiados los militares paseando fusil en mano por todos los lugares públicos
como un recordatorio continuo para hacerse el desentendido.
Dos días después de que explotaran
los suicidas en restaurantes y acribillaran a más de un centenar de personas en
el Bataclan, la capital de Bélgica estaba
al más puro estilo hollywoodense completamente desierta como crónica de un
atentado anunciado… en la propia cuna de donde se supone, se inventó la
democracia… gran palabra… si es que existe. El pleno de Naciones Unidas
completa de pie, en luto por las víctimas en París haciendo oídos sordos a los
otros cientos de miles en Siria y otros lugares donde las bajas ya han perdido
registro… con la propia poca vergüenza a la que el organismo internacional
parece ya estar acostumbrada ante el poder económico y el veto en el Consejo de
Seguridad por parte de Rusia y China, idéntica a la inercia de una lancha… y
así sigue nuestro mundo caballeros, ni en la ciudad de las luces, del amor, del
puente de los candados y el glamour de la alta costura se puede estar seguro.
Un psicópata con un cinturón de explosivos puede estallar a su lado mientras
disfruta su refinada creme brulé sentado en su refinada silla en su refinado
restaurante… Dos día después, un avión caza es abatido en el aire por un misil,
y el mismo día, otro atentado contra la guardia presidencial tunecina aumenta el
número de víctimas a manos del terrorismo radical… así está el patio, y qué
queréis que os diga… no es menor.
¿Cómo parar con todo esto? Son noticias en primera plana los atentados
contra personas apacibles en lugares igual de apacibles en la cuna occidental,
pero dejan de ser noticia bombardeos y crímenes de lesa humanidad por parte del
mismo Occidente contra cientos de miles de personas en sitios de supuesta “poca
importancia” para todos nosotros…. En algún artículo anterior les contaba sobre
una entrevista del ex Secretario General de Naciones Unidas, Kofi Annan, donde
contaba que antes, ante estas barbaries, era posible apaciguar el patio y
evitar ríos de sangre cogiendo el teléfono y haciendo un par de llamadas, pero
que en nuestros tiempos, ya todo eso valía madres. Con algunos amigos cercanos
y familiares funcionarios de organismos internacionales repartidos por el mundo
hablamos de esto, y ninguno, lamentablemente, parece encontrar una solución más
o menos razonable. Sabemos todos que ante conflictos bélicos, el millonario
mercado de las armas se centra en su propia gloria, donde los depósitos
bancarios en paraísos fiscales superan incluso el tristemente número de
muertos. Rajoy en España, frente a las próximas elecciones generales, no quiere
decir nada. Apoyar a Francia en un incremente de sus tropas en Malí o Siria, o
en una posible intervención militar que su vecino le exigirá, podría ser
pólvora para el Estado Islámico, que perpetrara otros atentados en la península
ibérica sabiendo los costos electorales que aquello significaría para su
carrera política y su partido político, teniendo la experiencia del ex
presidente Aznar, su intromisión en el mundo árabe y los atentados en la
estación de Atoche que significaron el castigo del pueblo al PP y a Aznar,
dando la victoria a José Luis Rodríguez Zapatero como Jefe de Gobierno y al
PSOE como principal partido en el país. Desde luego, tiene la cosa muy, pero
muy parda. Una intervención militar en África y el mundo Árabe significará una
incrementación casi segura de acciones terroristas en los países que la lleven
a cabo. Los controles de seguridad en fronteras y en el propio mundo interno de
esos países alcanzarán los mismos niveles de psicosis que en los Estados
Unidos. La xenofobia se verá fortalecida, al igual que los discursos
nacionalistas otorgando poder a los grupos con fundamentos ultraderechistas y
el Estado de Bienestar estará a las puertas de desaparecer de un solo plumazo,
como quien mata una mosca a palma abierta contra la ventana, y será muy triste,
pero así sucederá.
Dicen por ahí que la locura es aquella tendencia a obtener malos resultados
en determinadas acciones, y a pesar de ver resultados negativos, seguir
realizando las mismas acciones. Y no hay que ser mago para ver con ojos muy
abiertos que se repite una, y otra, y otra vez. ¿Podrían Ustedes caballeros
catalogar todo ello como cordura? A quien os escribe, humildemente, no le queda
suficientemente claro. Y parece ser que todo, al final, se reduce al tema del
dinero. No podemos pasar por alto que el terror mueve dinero, y muchísimo
dinero. Quizá una solución podría ser encontrar una fórmula que permitiera a
todos los involucrados, ganar el mismo dinero y hasta más dinero con nuevas
formas de productividad y desarrollo. Puede ser que la realidad actual de
nuestro mundo se deba a la consecución de ganancias económicas rentables a
cualquier costo, incluyendo la guerra, la explotación de los recursos naturales
o la estafa y la corrupción
institucionalizada de la banca y la política, como si todo el mundo
eyaculara extasiado ante la imagen de Leonardo Di Caprio en su papel de The Wolf
of Wall Street… o el ya desaparecido protagonista de Los Soprano… ¿No les
parece? Y es que la imagen del fugitivo Chapo Guzmán escapando por un túnel
imposible, con vías férreas y electricidad por casi un kilómetro tira mucho… probablemente
lo que sea necesario sea un cambio de pensamiento en la educación primaria y de
ahí para adelante. Trabajo duro, considerando que los maestros, paulatinamente
sustituidos por ordenadores y máquinas tecnológicas, ven en su oficio algo casi
imposible ante la lucha por la educación del hogar, donde los juguetes creados
por Steve Jobs tienen más presencia que padres y madres, al igual que los
hijos, enchufados en los mismos juguetes de Jobs.
Ahora bien, ¿Por qué hablar de todo esto en un blog de moda y tendencias?
Simplemente, porque la moda y las tendencias, como la guerra y la democracia,
es parte de lo que nos rodea, al igual que otros muchos mundos. Y debemos
conocerlo, debemos ser partícipes. Si no me cree, pregúntele a Karl Lagerfeld, el
Kaiser, el último de los grandes que sigue vivo. Si Usted es consciente de todo
lo que ocurre a su alrededor, de los avances de la ciencia y los retrocesos de
la sociedad de forma paralela, de las creaciones más sublimes del arte como de
las atrocidades más paralizantes del terrorismo, de las manifestaciones más
opulentas de la intelectualidad con la misma intimidad con que conoce los
secretos de la discapacidad… entre tantos otros mundos que uno nunca será capaz
de conocer completamente, al menos puede darse el trabajo de intentar galantear
con ellos, como estar parado frente a una librería gigantesca llena de títulos
e intentar darse un pantallazo de esa gigantesca gama de información. Caminar por
las calles de su ciudad, mirar qué hay en las vitrinas, dentro de los museos y
en la propia calle. Sentarse en las terrazas de los cafés y prestar atención a
cuáles son los temas de conversación de quienes están sentados a su alrededor,
aunque sean absolutas estupideces. De todo se aprende. Usted jamás será capaz
de construir un vestido hermoso, que sobreviva a las épocas, si no sabe qué
sucede en su propia época, ¿Por qué? Porque cuando lo construya, lo hará en
relación a todo aquello que existe y sucede a su alrededor, aunque se encuentre
en el pueblo más profundo del fin del mundo… Quizá, toda la barbarie que está
ocurriendo con nuestra Democracia, y su demencia, se deba, en definitiva, a la
más alta ignorancia, respaldada por la
tendencia contemporánea por saber mucho de nada y poco de todo.
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