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18.1.11

LA MODA DEL DELIRIO


Imágen::MR HELMUT NEWTON PHOTOGRAPHER © BERLIN::


Quinto mes en América Latina. Cinco meses de choque, a diario. Enfrentamientos cara a cara desde Directores de hospitales públicos hasta medios de comunicación, pasando entre medio policías, diseñadores, artistas, dueños de restaurantes y comerciantes, en un país en donde desde su creación como Estado se ha cultivado con mano de hierro la lucha de clases y la división militar entre ricos y pobres para asegurar situaciones de control económico, con un control absoluto sobre medios de comunicación, salud, educación, banca y recursos naturales en manos de menos de doscientas personas tan elegantes como los personajes de una película de Franco Zeffirelli. Una película [real] clase B. El sesenta por ciento de la población sufre de bruxismo. Quien les escribe también ha comenzado con aquello. Su sociedad como tal calla ante los abusos de cualquier índole y será quizás el único país del mundo donde sus trabajadores pagan para poder trabajar. Una copia barata de Norteamérica, desde sus industrias hasta sus modos de vida. ¿Su presidente? Lamentablemente, otro nuevo rico latinoamericano de toda la vida. Una tristeza, en un país maravilloso.



Sin embargo caballeros, da la impresión de un paulatino y lento abrir de ojos de una sociedad que ha nacido, crecido y muerto bajo el rigor de los abusos, quizá, gracias a la apertura de las autopistas de la información. Hace unos días, un solo hombre que se prendió fuego a lo bonzo frente al parlamento de Túnez, al otro lado del mundo, sacó a todo el país a las calles, cambió la impresión de la comunidad internacional y derrocó a un tirano. A día de hoy, contra el tiempo, otros hombres adultos han hecho lo mismo en Egipto, Mauritania y Argelia, al mismo tiempo que un ex banquero suizo entrega a Julian [Assange] datos de dos mil cuentas secretas en las Islas Caimán y las prostitutas italianas están a punto de hacer caer al mafiosos de Berlusconi de su pedestal de maldad para con su propio país. El mundo era más grande de lo que se pensaban… y más pequeño también.



Caminando por la calle, en silencio, pensaba en España, pensaba en Barcelona, donde en este mismo instante, la GOLDEN GENERATION preparan los últimos detalles para sacar en dos semanas más sus colecciones en la nueva edición del 080, la pasarela de la city… esta vez, armados hasta los dientes, mejor que nunca. Ellos no se van a dejar pisotear, por nadie. Esos cabrones ya vienen de vuelta. Sonreí. Pensé en Europa. A pesar de todo, se estaba mejor aquí. La crisis… el gran motivo por el que hicimos maletas y nos fuimos tantos del viejo continente. Europa no había entendido absolutamente nada, con tantos ejemplos que les pusieron en la propia cara… nada. Era sistémico. Las crisis de 1873 y 1929 fueron sistémicas, y también lo es la actual, pese a que se esforzaron desde un principio en negarlo. Sistémicas caballeros, como se los dice en la cara Juan, MR Juan Luis Cebrián, significa que no conciernen ni se refieren solo a la evolución y manejo de los ciclos económicos, sino al funcionamiento mismo de la economía. Sin embargo, durante mucho tiempo hemos visto a Gobiernos y responsables de las finanzas públicas abordar las consecuencias del pánico financiero de otoño de ese dos mil ocho con medidas cortoplacistas y benevolentes, no fuera que la necesaria agresividad de la cirugía a aplicar espantara a los electores…



Este tipo de acontecimientos marcan una inflexión en la historia de la humanidad, delimitan un cambio de paradigma según Cebrián, y tiene toda la razón. El mundo no es ya más el que era después de que se producen, pero no como consecuencia de los destrozos o alteraciones que provocan, sino porque el mismo mundo ya había cambiado antes [Ustedes señores lectores lo sabían, esto ya estaba publicado, y antes de que pasara], aunque los gobernantes y las opiniones públicas no se hubieran percatado de ello. Las crisis sistémicas constituyen el efecto y no la causa de esos cambios. Por Jesucristo. El pánico de mil ochocientos setenta y tres, que coincidió con el estallido de una burbuja inmobiliaria en Austria, corazón del imperio centroeuropeo, marcó también el puntapié del declive del británico y el inicio de la hegemonía americana. Como arriba de una tabla de surf, hubo un deslizamiento de poder hacia el otro lado del atlántico. Desde donde ahora les escribo, un poco más arriba. De la depresión del veintinueve se derivó el auge de los fascismos europeos que desembocaría en la Segunda Guerra Mundial. Quédense mudos. Hoy el poder económico, y como un chasquido de dedos comprobaremos que el político también, se desplaza hacia los países asiáticos, en los que el capitalismo convive con formas de vida y organización social muy alejadas de los parámetros occidentales y de la democracia representativa. ¿Alguien dijo China?... Aun reconociendo las dificultades que economistas y políticos tienen en un entorno como este [que no se ve por ninguna parte], el escepticismo de la gente y la poca confianza de los agentes económicos [again] a la hora de contemplar el futuro inmediato, tiene mucho que ver con la perplejidad inicial de los expertos ante lo que sucedía y las declaraciones populistas [cuando no demagógicas], de muchos gobernantes, empeñados en que, dado que el sistema financiero se basa en la confianza y la confianza es precisamente lo que falla, una apariencia de optimismo bastará para devolverla [los pesimistas tenían razón]. El gran tema es que por mucho optimismo que se le ponga, los acuerdos de Bretton Woods perdieron ya hace mucho su capacidad para hacer frente a los desajustes de nuestro tiempo [de esta enfermedad, de este manicomio].



Tampoco el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial o la Organización Mundial de Comercio responden, si hoy Usted les llamase por teléfono y les preguntase directa y abiertamente, adecuadamente a las necesidades de una regulación global, sin la cual el sistema mismo no podrá sobrevivir. Seguro que se quedarían mudos con el auricular en la oreja o responderían alguna estupidez para terminar pronto con la llamada. La reforma de las instituciones internacionales y multilaterales es precisa y urgente [pero qué dices!] pero… no se vislumbra que nada parecido vaya a suceder en el corto plazo. Como para romper la base de una botella en la punta de la mesa con golpe certero y empezar a repartir sonrisas en estómagos, a botellazo limpio y sin que se te levante la ceja. La suposición de que el mercado se autorregula por sí mismo, a partir de la cual se han derivado los males que hoy padecemos, constituyó el fundamento de las “reaganomics” [entiéndase Reagan] y se encuentran en el corazón del pensamiento neoconservador americano que impregnó la gobernación de Bush y contagió el entusiasmo de los líderes de la derecha y de no pocos de la izquierda. El pánico del 08 tuvo mucho que ver con los fallos de las instituciones públicas y de los organismos reguladores, es decir, con los fallos de la política, y no solo con los del mercado propiamente dicho. El proceso de desregulación impulsado por los neoliberales potenció los excesos de la economía financiera, alimentados por la creatividad de los inventores de inventos y multiplicados por el uso de las redes informáticas y telemáticas de todo el mundo. Pero gran parte de los activos financieros que fueron considerados tóxicos se crearon por los bancos en operaciones fuera de balance, y por tanto, fuera del mercado propiamente dicho. Difícilmente puede hablarse solo de un fallo del mercado allí donde el mercado mismo no existía, o se comportaba de una forma opaca y secreta. ¿Quién tuvo la culpa? La respuesta es muy simple: los reguladores que no regularon; los controladores que no controlaron; los bancos que se implicaron en aventuras financieras de alto riesgo para sus clientes mientras ellos se garantizaban sus comisiones; los especuladores que no encontraron freno de ningún tipo, y por supuesto, los gobernantes. La economía no existe al margen de la política caballeros, y eso es algo que todos los ciudadanos de los países democráticos recuerdan con tozudez a sus gobernantes a la hora de las elecciones. Por eso los votantes se han alejado del proyecto europeo, y lo han hecho con justa razón, solo después de que el proyecto europeo se haya alejado de ellos. El cambio de modelo económico que está pasando frente a nuestras narices está caracterizado por las deficiencias de los Estados nación a la hora de controlar y regular la economía globalizada. Europa, lamentable y arrogantemente, hace oídos sordos a los reiterados avisos de que tras su debilitamiento institucional, constatable a raíz de la ampliación a veintisiete miembros, su capacidad frente a los problemas de un mundo globalizado hace nada más que disminuir. Los Gobiernos europeos procuran inútilmente conjurar la crisis global con soluciones nacionales mientras el poder internacional se desvanece, como meter un melón dentro de una licuadora y apretar el “start”. A este paso, como dice Cebrián, la Comisión será un órgano eficiente a la hora de determinar el diámetro conveniente de los espárragos en lata, pero la ausencia de una política económica y fiscal, la irrelevancia de su política de defensa y de seguridad, la inexistencia de su política exterior y la superabundancia del reinado de los burócratas, simplemente, ante los ojos estupefactos de todo el globo, están acabando con el proyecto que un día alumbraron los fundadores de la Unión Europea… Muchos Gobiernos decidieron inyectar como heroína a la vena considerables cantidades de dinero en el sistema para hacer frente de forma coyuntural, con lo que todos sabíamos que el aumento de los déficits públicos sería imparable. Lo curioso de esa situación surrealista, es que a corto plazo son precisas medidas que resultan contradictorias con las reformas estructurales vitales. Todo el mundo sabía que un prolongado aumento de los déficits públicos acabaría pasando factura a los gobernantes, como sucede ahora. Lo peor es que dicho déficit no ha sido motivado por medidas que contribuyeran a generar empleo o a darle de palos a las carencias del sistema financiero, sino a establecer medidas de protección social imposibles de financiar durante un tiempo prolongado. ¿Se penaban que eran ricos? Pues no cretinos, no lo eran…



Este año caballeros, continuará la presión sobre ese déficit público y Europa entera seguirá padeciendo una sequía considerable en el crédito a las empresas y a los particulares. Haber como se las arreglan. En semejantes circunstancias las esperanzas de una recuperación en el mercado de empleos son ilusorias. Se los vuelvo a repetir una vez más: Están jugando con fuego. La gente ya salió a las calles en varias ciudades. Ahora podrían salir países completos a las calles, y con mucha violencia… Las reformas de las normas financieras y su vigilancia deben obligatoriamente llevarse a cabo internacionalmente y es preciso establecer qué organismos reguladores, con qué facultades e instrumentos coactivos pueden encargarse de ella. Aunque la idea de un regulador financiero global sea por el momento poco realista, la solución a la crisis pasa por una mayor coordinación de las políticas de regulación y supervisión financiera capaz de traspasar las fronteras. Es imposible mantener una moneda unificada con un solo Banco Central Europeo y desperdigar la supervisión, la inspección y la regulación entre un par de bancos centrales. Todos los desastres generados como consecuencia de dejar la economía únicamente en manos del laissez-faire y mirar por arriba del hombro a la política real a la sinrazón de la fuerza, invadiendo países para imponer a sangre y fuego vaya a saber uno qué tipo de democracia [¿pero qué se han creído?...] , hay que reordenar el sistema económico en un entorno que recupere los valores clásicos que tenía. No sé si se entiende señores Presidentes… seguro que no. Es un embuste que los mercados tiendan al equilibrio por sí mismos, porque solo lo harán si están debidamente regulados y si hay una autoridad competente, legítima y reconocida, elegante, bien nacida y con dos huevos bien puestos, capaz de hacer cumplir las normas. Y en un mercado global, esa autoridad tiene que ser global. El vacío existente lo están llenando en cierta manera los poderes fácticos emergentes, como China, comprando deuda de países en dificultades e implementando una política que conduce sutilmente al antiguo Imperio del Centro a practicar un neoimperialismo de corte planetario. ¿Es que no se dan cuenta, o es que son gilipollas? Mientras un proceso tan complejo y controvertido sucede, subterráneo, Europa no acaba de aplicarse a sus obligaciones: ni promover la convergencia en sus políticas económica y fiscal, ni abordar los problemas energéticos que los tiene del cuello, ni preparar soluciones futuras para sectores heridos de muerte en su territorio mientras renacen en su seno el nacionalismo, el populismo y la xenofobia, es decir, como para deshacerte de todo, vender la casa, echar lo justo y necesario en una maleta, comprar un ticket aéreo en tiempo récord y largarse de ahí. Por más esfuerzos que hagan los patriotas de todos los sectores, el papel de los Estados nación seguirá siendo importante sólo si aceptamos que tiene que ser limitado por el creciente rol de las instituciones internacionales, porque los locales, tienen tanta elegancia como para conducir un programa del corazón. Las dos grandes depresiones económicas de la historia moderna anunciaron cambios estructurales en las relaciones internacionales y en los modelos de crecimiento. Las nuevas tecnologías y la sociedad de la información están transformando ya desde hace más de una década los modelos económicos. Lo del dos mil ocho [en realidad 07] marcará la emergencia de China como futura próxima economía mundial y el establecimiento de Asia, y en países hasta ahora tercermundistas o periféricos [que miraban en menos], de muchos centros de poder económico, político y científico que antes se ubicaban en la vieja Europa. No pocos de los fundamentos de la democracia, un invento típicamente europeo, se van a ver trastocados en la nueva situación. Aplausos, “gentlemen”.



Les saco también a la mesa con una buena botella a Paul [Krugman], que también los aplaude, o les levanta el dedo. Dice Krugman que hay algo apropiado en el hecho de que la actual crisis europea empezase en Grecia…. Y es que los males de Europa tienen todo el aspecto de una tragedia griega clásica, en la que un hombre de carácter noble encuentra su perdición por el defecto fatal del orgullo desmedido. Puede que el producto interno bruto de Europa estuviera cayendo tanto como el de Estados Unidos, pero los europeos no estaban sufriendo ni de lejos el mismo grado de miseria. Y la verdad, es que siguen sin sufrirlo. Sin embargo el viejo continente padece una crisis profunda, porque el logro del que está más orgullosa, la moneda única adoptada por la mayoría de los países está ahora en peligro. Lo que es más, cada vez se parece más a una trampa. Se suponía que la creación del euro era el momento más sublime de una grandiosa y noble empresa, que era el esfuerzo realizado durante generaciones para traer la paz, la democracia y la prosperidad compartida a un continente otrora y a menudo desgarrado por la guerra, por esa barbarie. Pero los arquitectos del euro, atrapados por la magnitud y el romanticismo de su proyecto, decidieron ignorar las dificultades mundanas con las que una moneda compartida previsiblemente se encontraría. La consecuencia es una tragedia no solo para Europa sino también para el mundo, para el que Europa es un modelo de conducta crucial… le perdimos el respeto, porque le perdimos la credibilidad. Las ventajas de una moneda única europea eran evidentes. No más necesidad de cambiar dinero al llegar a otro país. No más incertidumbre por parte de los importadores sobre lo que un contrato terminaría costando realmente, ni por parte de los exportadores sobre lo que realmente valdría el pago prometido. Mientras tanto, la moneda compartida reforzaría la sensación de unidad europea. Pero Europa no estaba integrada fiscalmente. Los contribuyentes alemanes no corren automáticamente con parte de los gastos de las pensiones griegas o los rescates bancarios irlandeses. Y aunque los europeos tienen el derecho legal de moverse libremente para buscar trabajo, en la práctica, una integración cultural imperfecta, sobre todo la falta de un idioma común, hace que los trabajadores tengan menos movilidad geográfica que sus homólogos estadounidenses. Estados Unidos, como todos saben, tiene una unión monetaria que funciona, y se sabe por qué funciona… porque coincide con un país. Un país con un Gobierno central grande, un idioma común y una cultura compartida. Europa no tiene ninguna de estas cosas, lo cual ha provocado que las perspectivas de una moneda única fueran inciertas desde el principio. El mercado de eurobonos empezó a rivalizar pronto con en mercado de bonos en dólares, los pagarés en euros empezaron a circular por todo el mundo. Y la creación del euro infundió una nueva sensación de confianza, especialmente a aquellos países que históricamente habían sido considerados riesgos de inversión. Hasta más tarde que resultó evidente que este aumento de la confianza era el cebo de una trampa, peligrosa.



Grecia, con su larga historia de impagos de deudas y rachas de inflación elevada, era el ejemplo más llamativo. Hasta finales de los noventa la historia fiscal de Grecia quedaba reflejada en el rendimiento de sus bonos. Los inversores solo compraban bonos emitidos por el gobierno griego si estos ofrecían unos intereses mucho más altos que los bonos emitidos por gobiernos considerados apuestas seguras, como Alemania. Sin embargo, a medida que el estreno del euro se acercaba, la prima de riesgo de los bonos griegos se desvanecía. La deuda griega pronto sería inmune a los peligros de la inflación… el Banco Central Europeo procuraría que así fuese… A mediados de la década del dos mil, casi todo el miedo a los males fiscales específicos de un país había desaparecido en el escenario europeo. Buenos actores. A medida que los tipos de interés convergían en toda Europa, los que antes eran países con tipos de interés elevados se dejaron llevar por el delirio del préstamo, financiado por bancos alemanes y de otros países con tipos de interés tradicionalmente bajos, razón por la que los actuales problemas de deuda de la periferia europea son también un gran problema para el sistema bancario europeo en su conjunto. Aún se oye hablar de esta crisis económica mundial como si fuese algo fabricado en suelo americano, pero Europa merece, con todas sus letras caballeros, cargar con la misma responsabilidad. Hay que tener cara de viga… los europeos tenían sus economías periféricas que de forma similar, tomaron prestado mucho más cash del que realmente podían permitirse devolver. Aplausos, again. España, con diferencia la mayor de las economías en crisis, era un modélico miembro del club, con un presupuesto equilibrado y una deuda pública la mitad de grande, expresada como porcentaje del producto interno bruto, que la de Alemania. Lo mismo se podía decir de Irlanda. ¿Y entonces? En primer lugar, se produjo un grave revés fiscal. Los ingresos se hundieron en España e Irlanda, y a medida que subió el paro, también lo hizo el coste de las prestaciones por desempleo. Como consecuencia, ambas pasaron de superávits presupuestarios justo antes de la crisis a enormes déficits presupuestarios en el dos mil nueve. A medida que los posibles prestamistas perdían la absoluta confianza, los tipos de interés que debían pagar por la deuda aumentaban, lo que tiraba por tierra sus perspectivas futuras, lo cual conducía a una pérdida mayor de confianza y a tipos de interés aún más altos. Los países europeos más fuertes solo consiguieron evitar una implosión inmediata dando a Irlanda y Grecia líneas de crédito de emergencia, lo que les permitió esquivar temporalmente los mercados privados. ¿Menudo movidón, eh?



Quien les escribe, años atrás había salido de Argentina rumbo al viejo continente por exactamente lo mismo… no pueden imaginarse salir de la boca de metro en pleno obelisco de Buenos Aires y estar de repente en medio de una verdadera guerra civil y saqueos para donde giraras la vista, inmóvil, con policías a caballo regalando palos y gente escapando de bombas lacrimógenas con comida y electrodomésticos en las manos, tirando abajo puertas de sucursales bancarias, el presidente escapando en helicóptero y la huída masiva de banqueros… honestamente, Europa no tiene ni la más puta idea delo que es una crisis, una crisis de verdad, con todo el país en las calles, rompiéndolo todo… Ahora mismo, los economistas [Krugman incluído], observan Europa y tienen la sensación de que habían visto el mismo film antes, precisamente de donde quién les escribe emigró. Argentina nunca renunció a su moneda, pro en el noventa y uno vinculó rígidamente su moneda al dólar yankee y creó una suerte de caja de conversión según la cual cada peso en circulación estaba respaldado por un dólar de las reservas. Durante gran parte de los noventa, Argentina se vio recompensada con unos tipos de interés mucho más bajos y grandes entradas de capital extranjero. Se pensaron que eran ricos… pero acabaron cayendo en una persistente recesión y perdó la confianza de los inversores. Se les fue todo de las manos. Hacia principios del dos mil dos, después de airadas manifestaciones y una retirada masiva de los bancos, todo se había ido al carajo, literalmente. El vínculo entre el peso y el dólar se rompió, mientras el valor del peso caía en picada, al mismo tiempo dejó de pagar sus deudas y terminó pagando solo unos 35 céntimos por cada dólar… se habían robado el país… es difícil evitar la sospecha de que el futuro podría deparar lo mismo a una o más economías problemáticas de Europa. Espero, sinceramente, que algo semejante no ocurra. Podría remitirse a una reestructuración de la deuda que terminase con el círculo vicioso de la caída de la confianza y la subida de los costes del interés, lo que convertiría la devaluación interna en una estrategia viable aunque atroz. Argentina no solo dejó de pagar su deuda externa, sino que también abandonó su vínculo con el dólar, lo que permitió que el valor del peso cayese más de dos tercios. Y funcionó. A partir del año siguiente, exprimentó una rápida recuperación económica impulsada por la exportación. Si algún país europeo siguiera el mismo camino, para ello, tendrían que superar el obstáculo de que ya no tienen sus propias monedas. Cualquier país de la eurozona que insinuase siquiera que iba a abandonar la moneda, desencadenaría una devastadora retirada masiva de sus bancos, al apresurarse los depositantes a trasladar sus fondos a lugares más seguros [en Argentina las grandes fortunas lo sabían, y los propios bancos, bajo secretismo, se los dijeron, retiraron sus dinero y lo depositaron fuera del país… no perdieron un solo peso… después, explotó todo]. También se suponía que la vinculación con el dólar de Argentina iba a ser irreversible, y lo que al final hizo posible la devaluación fue el hecho de que hubo una retirada masiva de los bancos a pesar de la insistencia del Gobierno en que un peso siempre valdría un dólar… que les den, dijeron los bancos. Esa retirada obligó al Gobierno a limitar el dinero que se podía sacar, y una vez que estos límites entraron en vigor, fue posible cambiar el valor del peso sin desencadenar una segunda retirada masiva. No se pueden imaginar ni remotamente lo que eso fue. Se desencadenó una oleada de suicidios. En Europa no ha pasado nada parecido… todavía. Pero sin duda es algo que está dentro de lo posible, especialmente a medida que el sufrimiento causado por la austeridad y la devaluación interna se prolongue… Los alemanes defienden con firmeza que Europa no debe convertirse en una unión de transferencias en la que los Gobiernos y los países más fuertes proporcionen ayuda sistemáticamente a los más débiles. Pero como demuestra la comparación de Krugman entre Irlanda y Nevada, Estados Unidos funciona como una unión monetaria en gran parte precisamente porque también es una unión de transferencias, en el cual los Estados que no han quebrado ayudan a los que sí. Resulta difícil vislumbrar un modo de que el euro funcione a menos que Europa encuentre la manera de lograr algo similar. Un fracaso del euro caballeros, representaría un golpe posiblemente irreversible para las esperanzas de una verdadera federación europea. La pregunta es si los países fuertes de Europa permitirán que eso suceda, o si sumirán la responsabilidad, y posiblemente el coste, de ser los guardianes de sus vecinos. El mundo entero espera la respuesta. Para todos los diseñadores que preparan los detalles de sus colecciones en el próximo 080, chicos, la cosa está heavy. Ya no es por Barcelona, ni siquiera por España. Ahora es por Europa, demuestren al continente y al mundo entero, por qué Europa es lo que un día fue, y que estaría bueno que volviese a ser. Ya saben cómo hacerlo, y eso, créanme, es una tranquilidad. Desde el otro lado del mundo, estaremos observando. Muchísima suerte, para todos. Lo harán excelente, tengo la seguridad.



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