Imágen: VANESSA BEECROFT::Para nadie resulta ajeno lo que en las últimas dos décadas ha ido apareciendo de forma progresiva tanto en el circuito del arte como en el mundo de la alta costura: un acercamiento mutuo que ha roto un sinfin de paradigmas estructurales y retóricos, y me refiero precisamente a eso: el continuo acercamiento del arte con la industria de la moda y la visible necesidad de dicha área industrial por legitimarse dentro de las instituciones artístico-culturales alrededor del mundo. Y es lógico que la sociedad se pregunte el por qué.
Con cada vez más frecuencia los grandes diseñadores integran dentro de sus filas a creadores visuales para formar parte de sus equipos creativos; artistas autónomos han comenzado a trabajar entorno a esta área de consumo y la han incertado dentro del espacio expositivo (por mencionar sólo algunos contemporáneos, Joan Morey, Silvia Prada, Vanessa Beecroft, Hedi Slimane, Sylvie Fleury y Tom Sachs, entre otros) y asimismo, las grandes instituciones artísticas vienen recibiendo con los brazos abiertos a los grandes nombres de las pasarelas para exhibir completas retrospectivas curriculares, siempre con gran flujo de público y significativos aportes económicos (el MOMA con Channel y CaixaForum y otras instituciones españolas con Agatha Ruiz de la Prada, quienes han ofrecido a los visitantes completas conferencias y seminarios especializados sobre la obra de estos personajes).
Entorno a estas actividades cada vez más presentes en el panorama cultural internacional, vale la pena detenerse un minuto a evaluar esta particular relación de "amistad" que ha provocado enormes enfrentamientos por parte de los artistas contra los espacios de legitimización cultural (museos y galerías sobre todo) y que ha abierto una de la más grandes polémicas y brecha dentro del sector artístico.
Por un lado, los artistas han declarado la guerra a la incersión de la moda dentro del espacio museístico y galerístico, defendiendo la moción de que una actividad (que si bien se refiere como creativa), persigue sólo un interés económico porque son productos de consumo, únicos y de lujo, pero al fin y al cabo, meros productos comercializables y reproductibles, y si no persigue un interés económico, como menos un interés publicitario gratuito que puede reportarles una incrementación en sus flujos de venta de una forma notoriamente significativa (no podemos dejar al margen que se trata de corporaciones y empresas privadas dedicadas a una producción comercial).
Por otro lado, los artistas alegan que las creaciones de los grandes diseñadores, persiguen captar un período determinado y específico e inmortalizar "sus confecciones" dentro de esos ciclos, mientras que las creaciones realizadas por el arte y sus representantes, son valorizadas de forma "per se" por su carácter universal y atemporal, comprensible por cualquier período histórico u/o social, obras que son realizadas bajo un carácter siimbólico y filosófico y que bajo ninguna forma persiguen intereses comerciales, lo que genera un enorme margen simbólico entre ambas estructuras creativas.
Si bien los museos, bienales y galerías se defienden argumentando "el carácter único, personal y universal" de las piezas concebidas por los diseñadores de moda" y que han sido insertadas dentro del espacio artístico como piezas de contemplación y enorme valor artístico y simbólico, es también completamente viable su acusación, de valerse de estas creaciones "únicas, personales y universales" para incrementar el flujo monetario de sus taquillas, cierto es que el museo vive principalmente de los visitantes y el remate de sus colecciones y las galerías de sus ventas particulares y públicas.
Ahora bien, después de todas estas alegaciones, deberíamos también de hacernos las preguntas: ¿no son las obras de arte uno de los bienes más valiosos hoy por hoy comercializables?, ¿no son las obras de arte las mejor cotizadas junto con la joyería, la banca y el sector inmobiliario?, ¿no es el arte uno de los bienes "comerciales" que más retribución económica puede aportarnos a lo largo del tiempo?... siendo concientes de esta realidad, quizás sería más acertado definir de qué forma ambas actividades reportan más intereses económicos para unas u otras, quizás de esa forma se terminaría tanta pedantería y falsas argumentaciones por parte de ambos sectores de inmenso valor comercial.
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