Imágen: THE ALEX CEBALL STUDIO_BCN_
Es imprescindible e importante a estas alturas, hablar sobre un proceso que paulatinamente ha venido palpándose como la arcilla en el panorama de las más importantes publicaciones y eventos congregantes dedicados a la moda y las vanguardias en el ámbito europeo, y me refiero a un notorio reposicionamiento de la ilustración de moda en el sector, que podría a simple vista catalogarse como un detalle menor. SIn embargo, su transfondo tiene una trascendental importancia que dado el caso vale la pena analizar.
Y con esta premisa no me refiero a las ilustraciones devenidas de las nuevas tecnologías, a las creadas por freehand, photoshop, Adobe Illustrator y el sinfín de programas por ordenador. Por su inversa, la ilustración clásica, esa que exige el meticuloso trabajo del artista o el diseñador enfrentado al lápiz y el papel, a las técnicas clásicas del oficio pictórico, es la que viene desde hace ya un buen tiempo volviendo a recolocarse en su sitio, otrota arrebatada por el nacimiento de programas informáticas en donde el mouse era la principal herramienta y los diseñadores gráficos los principales protagonistas.
Y este "regreso a los orígenes" de la ilustración de moda no debemos ni podemos tomarlo como un hecho al azar. La actual saturación de medios y su fácil accesibilidad a todos ( de por si llena de trucos que no exige mayores conocimientos ni técnicos ni mucho menos horas de contemplación de modelos naturales o fotográficos que sean reinterpretados por el artista y comunicados con una carga psicológica al consumidor), ha llevado a una "esterilización" de imágenes que los lectores y público dejaron de apreciar en sus valoraciones estéticas y márgenes simbólicos e iconográficos, una suerte de espectros inertes carentes de atmósferas y sentimiento, por ende, poco comunicativas que precedan al deseo de adquirir dichas piezas u objetos de lujo. En ese punto, graves y peligrosas para conceder aceptables volúmenes de venta a editores y productores que desembolsan considerables sumas en tirajes y maquetaciones.
La moda viene hace ya bastante tiempo apostando por un retroceso epocal (que a mi juicio no me sorprendería que llegara hasta la mismísima interpretación contemporánea de la moda versallesa en unos cuantos años más), que claramente podemos ahora ver reflejado en la ilustración de moda como nueva estrategia comunicacional y promocional. Inteligentes marcas y editores, con mayor frecuencia vienen exigiendo la presencia de ilustraciones "hechas a mano" por artistas de oficio en sus páginas y escaparate, hecho que no podría darse de otra manera debido a la inclusión "in situ" de la moda en espacios de legitimización artísticos (museos y galerías), actividad que exige de forma prácticamente "obligatoria" la presencia de estas obras publicadas como una inversión de segura retributabilidad y valoración editorial con denominación de origen.
Por nombrar sólo algunos ejemplos, la siempre vanguardista apuesta de Benetton puso en la totalidad de sus escaparates hombres, mujeres y niños retratados en carboncillo y grafito; la recién desaparecida Barcelona Fashion Week recibía en su última edición a los visitantes con actrices y supermodelos ilustradas en colosales formatos por el puño de la leonesa Silvia Prada y revistas punteras como So, Suite, Fake, H, Metal, Butt, Rojo, Wad, V y Purple dedican portadas, editoriales y reportajes de moda donde obras de Pola, Ricardo Fumanal, Bruce Labruce, Raül Vázquez, Sandra Suy, Berto Martínez y la misma Prada entre otros, muestran sus impresionantes ilustraciones convirtiendo estas apuestas editoriales en verdaderas galerías impresas que se transforman en objetos de colección.
Sea quizás esta vuelta a la ilustración de moda (clásica en sus procesos creativos) la mejor y más valorable apuesta que el mundo de la moda pueda hacer para vitalizarse en el mercado editorial, mantener la exclusividad y al mismo tiempo entregarnos un merecido descanso de la globalización totalitaria y feudal que nos ataca por todos los medios posibles.
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