Imágen::DAVID ARMSTRONG PHOTOGRAPHER::
El año que acaba de terminar, lo califico con un 10: notable. Para ser vulgar, se fue todo al carajo, para casi todos. Repito, para "casi". Para las áreas creativas, fue el año garante de la libertad creativa, para aquellos que se mantuvieron al margen de la difusión masiva, los que saltaron sobre ese contenedor de basura de enormes dimensiones e inciertos contenidos, paradigma de esta época en donde lo grande ha dominado y la fiebre icónica ha dejado huella desde China hasta los Emiratos, la década de los hijos de la nada. La década de la nada. Los dadaístas hubieran estado en la gloria más subliminal. Se lo hubiesen pasado en grande, duchados en noche vieja de pies a cabeza en champagne y seguro, vestidos por alguno de los grandes.
En algún suplemento leí, muy recientemente, que la gente no suele retratar los momentos tristes, trágicos o dolorosos. Aquello sería caldo de cultivo, si estuviese viva, para la escritora rusa Ayn Rand, novelista y filósofa anticolectivista, estrella intelectual de la radio-televisión estadounidense en los cincuenta y sesenta del siglo pasado, que ahora es usada como proyectil ultraconservador contra el presidente Obama. Con todos los horrores que hemos tenido que ver en absolutamente todas las esferas, en tiempo récord, en sólo un año, esa mujer sería más famosa que Lady Gaga, como otros rebeldes fugitivos, egoístas monumentales de hierro, pura fuerza creativa sin contradicciones ni conflictos interiores, capaces de montar rebeliones o proyectos y transformarlos en instituciones. Tiraron toda la carne al asador, y salieron magníficos cual corista del carnaval de Río... y nadie les vió la cara. Descorcharon botella. Lo merecían. Jugaron bien el ajedrez, crearon sin descanso ni horarios universos que no se dividían en clases, sino en individuos creadores, productores de riqueza, protectores del desarrollo, la educación y el estado de bienestar contra saqueadores y parásitos. Eso sólo lo produjeron las áreas creativas, ninguna otra. Doy fe porque los vi, los conocí, charlé con ellos y escribí de ellos, revisé sus proyectos, cenamos y fuimos de fiesta en fiesta. Damas y caballeros de todo el mundo que se enfrentaron a las masas locales y globales, millones de almas insulsas, muchas de ellas marchitas, pasivas, sin voluntad, ideas ni sueños propios, que comen, duermen y mastican impotentes las ideas que otros ponen en sus cerebros. No pude más que enviarles un mail con un "eternal light" y la foto de mi perro, un bicho notable, simpático y que le da la pata a todo el mundo. Fue una evaluación positiva, creo que nos llevó a todos a darnos cuenta de que, como dicen en investigación matemática, cada puerta que se abre conduce a otras cerradas. Personalmente, la plasmación más alta de la potencia humana, el valiente gesto de optar por la propia libertad. Ayn decía que lo más difícil del mundo es hacer lo que uno quiere, al mismo tiempo que preguntaba el por qué nos enseñaban que lo malo y lo fácil es hacer lo que uno quiere, que debemos disciplinarnos. En mis adentros volvía a sonreir, a sabiendas de que lo que más envidiaba Elena Salgado, actual ministra de Economía y quizás la mujer más glamorosa y brutalmente brillante que haya dado la política española en muchos años, fuese, precisamente, la libertad, la de nosotros los jóvenes, que ya no tenemos nada prohibido y nada que no esté a nuestro alcance. Ninguna meta. Era verdad. Recordé esta navidad, de hace unos días atrás que la distancia impidió estar con padres y hermanos. Hicimos una cena que llamamos "la fiesta de los huérfanos". Y ahí lo pasé, acompañado de un amigo sueco, economista; una camarera argentina; una psicóloga griega y su novio parisino; un cuarentón dominicano que con la clase de un lord, confesó en una íntima conversación que era un hombre muy pobre, había sido camello de drogas duras, encerrado durante nueve años en la cárcel de Brooklyn, padre de tres hijos de tres distintas mujeres y que pagaba religiosamente las mensualidades de la escuela de béisbol de su primogénito varón en Santo Domingo, añorando verlo dentro de poco convertido en fenómeno mundial del deporte norteamericano; un catalán que apenas superaba la veintena, ilusionado estudiante de diseño industrial, excesivamente guapo y con ambos lóbulos adornados con circunferencias de plata de 12mm que cualquiera de mis dedos podían atravesar sus orejas; su novia, una chica delgada con idénticos lóbulos y rastas rosas y azules en sus tonos más intensos. Para acabar en el último asistente, mexicano, también cuarentón con ínfulas de alma de fiestas, primero gran productor de conciertos megaespectaculares y después de un par de copas, dueño de un taller de futones en barrio desconocido, ante cuyas descalificaciones para con el resto de invitados primero, y posterior encierro en una de las habitaciones, acompañado en soledad sobre el escritorio de una interminable raya de predecible polvo blanco, gatilló el tono de voz más firme, pedante y educado posible para invitarlo a retirarse. Ni Almodóvar. Qué les puedo decir, me fui a la cama bastante contento, sin parar de negar con la cabeza en silencio. Merry X-Mas.
En la cúspide de las diferencias y realidades más abismales que nos está tocando vivir, como personajes principales, in situ señores, nace hoy un nuevo humanismo gracias a un contexto insólito de total devastación, que tiene relación con el crecer sin destruir. Sin destruir la cohesión social, ni los valores, ni el medio ambiente y fundamentalmente el empleo. Pero no es un humanismo que tantos se esfuerzan en encasillar como patrimonio de izquierdas, en sí un error. Se trata simplemente de reconocer la ética como un valor asociado a la democracia en conjunto. Como dice esa dama, Ms Salgado, a mi juicio absolutamente personal, la condesa más grunge que la institucionalidad jamás haya visto, que el mundo tendrá planteamientos éticos más consolidados, entre otras cosas porque asume que los jóvenes los tienen. Y es cierto, en un futuro donde habrá una ayuda al desarrollo fuerte, solidario, más emprendedor. Integraremos mejor diferentes culturas en el ámbito de la religión, diferentes raíces. No habrá una sola forma de proyecto de vida como no existe ya sólo una forma de relaciones de pareja. Las relaciones serán más ricas y eso tendrá su reflejo en el tejido productivo. Todo es un continuo en constante transformación caballeros. Habrá flexibilidad, apertura y bienes renovables. Recuérdenlo, porque estamos en una nueva revolución industrial que se va dilatando más en el tiempo. Empezó por este medio, por internet, la democratización del acceso a las autopistas de la comunicación, un escenario central, primero de una manera muy parcial y sus efectos se notan ahora. El instrumento por el que les proporciono este relato, frente a la pantalla que tienen en este mismo instante frente a sus ojos, es lo que más ha contribuido a transformar el mundo en algo global. Cada vez que ocurre algo similar, la preocupación es la misma, que es dónde terminarán trabajando quienes hasta entonces se dedicaban a ocupaciones concretas que mueren. Es siempre igual. Te reubicas en otro sitio, y ya. Así de sencillo. El gran tema es que ahora sucede de una forma muy generalizada, masiva. Y lo único que nos queda, es cambiar el switch. Cambiar nuestra forma de pensar, como nuestra concepción de lo que es ser rico o pobre, a lo que tantos se resisten. El informe Stiglitz debiera ser releído antes de considerarlo a primeras como una locura insólita. Hay cosas que no se pueden medir con la frialdad de un PIB. Se están refiriendo a personas, a seres humanos, no a números, aunque me consideren loco también. Hay nuevos componentes del bienestar mucho más repartidos, y en eso, el dinero que tenemos en el banco tampoco es una medida de nuestra riqueza. Se los dice uno que está endeudado, como todos. A partir de ahora no podemos pensar sólo en nosotros mismos. Sería de cretinos.
Los Estados Unidos habían sido el paradigma de lo contrario. El esfuerzo individual estaba reconocido, pero en una sociedad con muchas desigualdades. Ahora es posible conseguir lo mismo y cualquier persona puede llegar a presidir un gobierno, venga de donde venga, pero sin dejar de fijarse en los bienes colectivos. No pueden entender nuestra generación 2.0 con parámetros antigüos, porque los que se resistan y se queden atrás, quedarán consternados cada segundo, día tras día hasta ser abandonados por el resto en la más completa soledad. A algunos la palabra sostenible les produce hilaridad, se parten de risa cada vez que la escuchan a pesar que la repiten economistas, filósofos, gobernantes, poetas, editores, diseñadores y artistas, porque estamos pasando de la idea del crecimiento y despilfarro a esta nueva cancha, y los parámetros no serán para nada los mismos. Lo sostenible es eso, pensando en las generaciones futuras y en la propia, en nuestros hijos y en nosotros, entendiendo de una vez por todas que hay que compartir, no ser un miserable. Que no es posible el enriquecimiento de unos pocos con la miseria de otros. Si nos enriquecemos, nos enriquecemos todos, como una piña, o nada. Es lo único que nos queda caballeros, elevar lo sostenible a lo que representa la igualdad, la libertad y la justicia social. Lo que antes se llamaba justicia social podemos renombrarla ahora como sostenibilidad social. Estará en nuestros genes. Ya lo está. Nos mintieron en exceso, se aprovecharon de nuestra buena voluntad y luego cayeron. Ojalá no tenga que existir discriminación positiva en ese momento.
Igualdad. Defender la igualdad, empezando por la de género, la básica, porque tiene consecuencias económicas de primer orden. No por casualidad, en este momento los empleos de mujeres están peor pagados que los de los hombres. No por casualidad, las bolsas de pobreza residen en gran número de mujeres. Nada de eso es casualidad, por eso la igualdad de género es el primer paso de todo lo demás. Pónganlas a su par. Llegarán cosas terribles, ciertamente, porque los ciclos económicos seguirán existiendo, y serán, como todo, buenos, malos y regulares, y desaparecerán con sus desequilibrios. Es una bobada espantarse o atemorizarse por ello. Ya quedó la enseñanza de que cuando se detecten problemas de embergadura, debemos ser capaces de actuar de forma más rápida. Después, que el mundo es global, como internet, que hay algo más allá de nuestras propias narices o barrios. De una crisis global no te puedes escapar: Notable lección. Nos hemos dado cuenta de los pies de barro que sostenían el sistema, nos azotamos la cabeza contra el asfalto... y ha estado muy bien. Ahora eres más sensible, meditas las cosas y gastas de otra manera. No quiere decir gastar menos. Quiere decir gastar mejor. Otra enseñanza es que nadie tiene todas las respuestas, nadie es dueño de la verdad. Ni el más listo las tiene. Asumimos la incertidumbre, y eso es otro acierto. Algunos, cada vez más, están ahora por fin haciendo lo que quieren hacer, y eso es la vida, la libertad, aunque algunos suelan confundirla con libertinaje. En eso hay que tener cuidado, porque en ningún sitio está escrito que la vida sea ir de fiesta, sino más bien, consiste en hacer concientemente lo que se quiere y, a veces, lo que uno puede. Lo que percibimos absolutamente todos es que la crisis lo inunda todo, de forma igual de absoluta. Pero eso empieza a cambiar, porque eso pasa en cualquier ámbito. Los listos tratan de asustar, y si tú no te aminalas, terminan respetándote. Normalmente cuando los listos intentan asustar, lo hacen por celar su propia ambición, en algunos casos, desmedida. La ambición es mala si desarrollas tu trabajo pensando en el siguiente escalón, en la siguiente etapa. La buena, por su parte, consiste en hacerlo lo mejor posible allá donde estés en cada momento, sin pensar en que te sirva de trampolín. Los que pueden usar sabiamente la segunda, son infinitamente más capaces de entender el mundo en el que vivimos, y vamos hacia eso, sin vacilar ni un sólo segundo, hacia la diversidad, la flexibilidad. Personalmente, la única solución, la única y más poderosa salida a lo que estamos viviendo, que no es más que la adaptabilidad a cualquier circunstancia, la permeabilidad, que ahora son habilidades estupendas, habilidades que durante muchos años para muchos hombres no habían sido necesarias, un completo arcano.
Quizás suene a absoluta locura, pero no existe mayor placer personal que hacer que la propia biografía resulte increíble, con actividades que abarquen la educación, la belleza, la creatividad, el pensamiento y la ayuda humanitaria, entre otras muchas y de forma tangible, no efímera. Es una dicha. Depende, claro está, de cómo se entiendan las locuras. Locos estamos todos, cada cual a su manera. Cuando bajas de un tren en India, como bien dice Amma, hay personas que cargan las maletas sobre su cabeza. La cabeza de esa persona y la de un científico es la misma, pero la usan para cosas diferentes. El primero, para cargar bultos; el segundo, para profundizar e investigar en los misterios del mundo. ¿ Se han preguntado alguna vez qué sucedería si mirásemos a todos y todo como una extensión de uno mismo, pero no como una cámara que graba una imágen sino como un espejo ? Una cámara guarda algunos momentos, pero un espejo está siempre fluyendo y representando el presente. Me refiero a caminar sin imponer nada, sino manteniéndose como testigo, conciente de la naturaleza y a su vez también del sufrimiento. Si lo traslado a mi área, a a moda y al diseño, hay personas que tienen dinero para comprarse un reloj a diez mil euros, pero deciden comprarse uno de diez que les dará igual la hora, y utilizar el resto del dinero para ofrecerlo a quien verdaderamente lo necesita. Claro está que aquello resulta de seguir la propia conciencia, pero normalmente no es habitual que suceda. Debe haber alguien que gatille eso, porque en este mundo, para aprender hacen falta maestros, incluso para aprender a hacernos el lazo de los zapatos. Si uno quiere sacar un doctorado debe ser guiado por un profesor que ya ha pasado por él, que ya lleva a sus espaldas la experiencia y los procesos. Resulta de la misma manera para crecer como personas, para salir de nuestra mentalidad infantil. Es necesario ponerse en manos de alguien que ya ha salido de ese estadio y que nos ayude a madurar. Eso también fabrica vínculos, extendibles hasta el último de nuestros días, aunque cambiemos de rumbos u ocupaciones. El tema es también saber distinguir los guías auténticos de los farsantes, y eso se consigue sólo con la experiencia, sabiendo que la naturaleza esencial del ser humano es el amor y la paz. Los farsantes normalmente nunca están en paz, porque nunca han intentado superar su ego y su egoísmo.
Si metemos en esto a la religión, hoy en tela de juicio, no es ella la que ha dividido a los seres humanos, en absoluto. Más bien ha sido la incorrecta interpretación de los principios religiosos. Todas las religiones caballeros predican amor, bondades y compasión. Absolutamente todas. Pero los desclasados que actúan de forma egoísta interpretan los principios religiosos de acuerdo con sus intereses particulares. La capacidad de definir, y por tanto de crear la verdad, es poder, mientras que la ignorancia de cómo la verdad es creada y definida, es debilidad. El aspecto filosófico de la religión es el intelecto, y el acto espiritual es el corazón. Ambas, mente y corazón deben ir de la mano; como en alta costura decimos, superficialmente hablando, que siempre el vestido correcto debe acompañarse del zapato correcto, y aquello puede fabricar la magia, la presencia. Realmente no es tan difícil de entender. No importa si uno es ateo o agnóstico. Lo que importa es hacer el bien, ser un benefactor para el mundo, pero en general, en el mundo actual, hay mayor interés en tomar que en dar. Los seres humanos, como observo a diario, en silencio, ejercen una peligrosísima falta de control sobre su ego y sus deseos, sobre su codicia, y mientras no se percaten de la carga de su ego, es improbable que pueda producirse cambio alguno. Y cada acción, por simple que sea, afecta a los demás. Verdaderamente me resulta un misterio, como testigo, la simple interrogante de por qué no somos capaces de caer aún en la cuenta de que no somos seres aislados, de no saber que formamos parte de la cadena universal de la vida. Llego a la propia conclusión de que sencillamente no sirve, es estéril, esperar a que los demás cambien primero... porque podría morir esperando. Supongo que más bien debemos ser nosotros, o uno, los que cambiemos primero, porque una vez que lo hagamos, los demás cambiarán automáticamente. Será el New Project #010, alejar el desarrollo y el progreso del abismo de la violencia y la descomposición, sabiendo ya, de forma irrefutable, que la idea de que el ser humano es superior al animal, es injusto. Una completa vanidad. Ahora nos toca a nosotros, a los 2.0. Será un buen año, estoy seguro. Espero que lo sea para Ustedes también.
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