Extrañas las últimas semanas. Testigo de cómo, literalmente, al fin del mundo, las cosas no andan nada bien. Hace cuatro días recibo un mail de una periodista de “Paula”, una revista femenina, preguntándome qué me había parecido el desfile de la firma Zurita, y cuál era mi impresión sobre la pasarela “Raíz Diseño”, supuestamente [y promocionada], como el evento del renacimiento de la moda chilena. Agárrense. Mi cabeza volvió en el tiempo a unos días antes de aquello, cuando en casa de Gabriela Farías, la diseñadora de aquella enseña, junto a Jorge Reyes, el director de la revista “A:MAG”, hablábamos frente a unas cervezas de cuál era la realidad de lo que precisamente, esa periodista preguntaba. Guardé silencio. Unos días después, en ese mismo evento, paseaba en el backstage observando. Gabriela corría de lado a lado, también Pola [Thomson], la única diseñadora nacional, junto a María Cornejo, que actualmente pelean por abrirse camino en Nueva York. Natalia Schwarzenberg me mostraba los zapatos del desfile, de la también chilena radica en la gran manzana Bárbara Briones. Eran una belleza. Sería un buen show, de eso ni hablar.
¿Qué sucedió dentro de ese centro cultural, el Gabriela Mistral? Zurita presentó una puesta en escena artística, con música lenta, pausada, que remitía a esos buenos festivales de performance dentro de las salas del Pompidou o el Palais de Tokyo. Ahí dentro hubiese sido un puntazo y, seguramente, el casting de modelos bastante más satisfactorio. Por su parte, el de Pola confirmó el por qué Natalia, con toda seguridad, me confiaba días antes que su propuesta le parecía una de las pocas gruesas en lo que a Chile respecta. Y tenía toda la razón, que quieren que les diga. Fue fenomenal. Sacó a la pista un ejército de chicas perfectamente vestidas, peinadas con en pelo recogido a modo victoriano, accesorios a base de materias primas nobles y maquillajes delicado. Levantó la barbilla de todo el mundo ahí dentro. Obviamente, no haberle dado el premio hubiese sido un escándalo [premio que tampoco nadie entendió en qué consistía, a parte de un trozo de cartón]. Tuve que responderle a aquella periodista de la forma más honestamente posible. De lo de Zurita, nadie había entendido absolutamente nada, lo que ponía de manifiesto el escaso nivel cultural y conceptual de un circuito local que hace llamarse “vanguardista”. Con respecto a Thomson, estaba perfectamente capacitada para jugar en grandes ligas, por algo estaba en la gran manzana luchando contra viento y marea, a pesar de enormes dificultades, pero ahí estaba, peleando con todo. ¿Qué habían recibido en su propia tierra? Simplemente, nada, una real vergüenza ajena. Con copia enviada a su directora, Nina Mackenna, a Jorge y a las propias diseñadoras. No era ninguna mentira. No lo publicarán, pensaba. No tienen los cojones. Sí los tuvo Javiera Pérez, aquella periodista, al responderme al día siguiente que le parecía exactamente lo mismo. Sonreí para mis adentros. Una simple cosa del orden de las cosas, pensaba. ¿Del evento? Pues sólo mencionar el esfuerzo de su directora.
Me quedó dando vueltas el asunto, en general. Había aterrizado en la capital chilena, cuatro meses atrás, con la intención de organizar la pasarela nacional, con un nombre que hiciera referencia precisamente a eso, a la ciudad o al país, no a una instancia privada. En ese tiempo quien les escribe se entrevistó con los agentes de gobierno [ProChile, Corfo y Sofofa], con el Instituto Textil Intech, con los diseñadores revisando pieza por pieza sus colecciones y con los editores locales. Ahí fue el gran desengaño, al confirmar que el país ni siquiera poseía una industria textil ni su capacidad maquinaria e industrial mínima para la manufactura. Jessica Trosman me había advertido de ello antes en Buenos Aires también, y la propia directora del Gabriela Mistral, Alejandra [Wood], teléfono en mano me mostraba su consternación al decirme que esa misma mañana había firmado un convenio de colaboración para hacer una pasarela durante los dos años próximo, de la que ésta, era la primera versión. Con todo aquello, obviamente, el proyecto se detenía, al menos de momento. Lo mejor, desde la lógica, era esperar, ir, ver y después actuar. De eso, hace recién una semana atrás.
Pasa estimado lector, que si no has trabajado ni participado jamás donde realmente factura este negocio, que es Europa, no puedes pretender hacer algo así en un sitio donde la moda directamente no existe. Moda es moda, que es una producción industrial y serializada. No puedes pretender mezclarla con cinematografía ni producción sostenible cuando en un país no existe ni siquiera una industria textil ni su capacidad tecnológica en maquinaria. Es una locura. Y después, le quita seriedad a la misma actividad. Si uno quieres lanzar a sus diseñadores a las grandes ligas del mercado internacional, se les debe poner, primero, a grandes nombres al lado para generar interés por parte de la prensa internacional, que es global, no regional (América Latina) ni local, simplemente, porque si nadie los ve, nadie les compra. Es un esfuerzo hecho por nada, y es una pena. Segundo, no puedes permitir la presencia de “celebrities” locales [ni actores, ni presentadoras de televisión ni esta gente a la por esa parte del mundo se les llama "socialités"], primero porque eso no existe, da mala imagen y porque la poca prensa que se tenga va a ir a por ellos, no a por los diseñadores, y si eso pasa, la prensa global se va a reír, en la propia cara. Si en grupo se crea una industria desde 0, pero fuerte, con las mejores cabezas nacionales que han pasado por las pasarelas de París, Nueva York, Amberes, Hyéres o que han pertenecido a las mejores publicaciones del mundo, que esa gente existe, puede lograrse hacer algo importante, y puede ser un pro. Se podría, sin copiar nada de Sao Paulo ni Buenos Aires, generar una industria fuertísima. Generar imagen país, atraer inversión para el establecimiento de tecnología textil, meter el bichito en las generaciones más jóvenes para el nacimiento de un mercado editorial, que naciesen más revistas, también la carrera de diseño textil como tal en la educación tradicional y privada, seguir el ejemplo de Francia, donde esta industria le reporta parte importante de su producto interno bruto y es su imagen principal de marca país. Para hacer esa movida se debe ser coherente, y para eso, hay que tener ese background detrás, sino, se va a pérdida segura, fimada, de tiempo y dinero.
Después de eso, el papel de los medios de comunicación es vital. Pero es difícil cuando existen sólo una revista femenina, una de tendencias, dos de cotilleos y dos suplementos de periódicos [controlados con una línea editorial tan libre y democrática como un aprendiz de China], aparte de un par de internacionales pertenecientes a Holdings globales con centros de decisión en México, donde precisamente, sus contenidos “especializados” tienen tanto glamour como su basta producción de telenovelas… que justamente, juegan aquí el papel de jurado… sin dejar de lado a los blogs, claro está, que pareciesen escapados de la cabeza de un ejército de quinceañeras recién salidas de ver “El Diablo se viste de Prada”, “Sex on the City” o de algo mucho más truculento… entenderán ahora por que la cosa no está nada bien, por no decir que dan ganas de coger una escopeta e ir tocando timbre por timbre. Es posible montar algo que esté muy bien, humildemente, porque hay profesionales talentosos, como en todos sitios, pero para que eso suceda, debe ser hecho primero con prudencia, segundo con información de primera mano y tercero, con educación, patrimonio de gente que a lo mejor, no la verán aparecer en ninguno de todos esos medios, jamás. Al menos no sus caras. Las cartas están arriba de la mesa, para todos. Depende de Ustedes. Corre para toda Latinoamérica, de norte a sur. Nadie gana copiando, y el “es lo que hay”, jamás, por experiencia propia, se puede ni debe aceptar. No es tan difícil. Arriba.
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