Image::MR TIMOTHY GREENFIELD-SANDERS © NYC::
A principios de este mes, con sede en la ciudad de Londres, el mundo del arte hervía. Damien [Hirst] inauguraba una de sus más grandes retrospectivas en la Tate londinense como una verdadera celebridad. Daba turnos de veinte minutos a grupos de fotógrafos de medio mundo con cara de agobio y respondía con mejor o peor gana a los periodistas, y no era de extrañar. Se ensañaron con él. Grandes críticos y redactores, como si con sus palabras algo pudiesen desmerecerlo, intentaron quemarlo en la hoguera. Damien pasaba de todo, y de todos. Como bien contaba el corresponsal Walter Oppenheimer, las polémicas que le acompañaron no se referían tanto a su obra y su personalidad como a la importancia que el dinero parecía tener en su carrera. Algunos tiburones apuntaban que la muestra era una hábil maniobra comercial cuya presencia en la Tate generaría [genera y generará] una inmensa publicidad en un momento en el que algunos atisban un estancamiento de sus ventas y, casi peor, de su cotización en los mercados del arte. Londres y la Tate también ganarían con la muestra de Damien, porque probablemente será la medalla de oro en cuanto asistencia a las grandes muestras que la capital británica ofrece a los visitantes en el año de los juegos olímpicos se refiera… y es cierto. La pregunta es… ¿y qué?
Damien, hoy por hoy, es el artista más rico del mundo, con casas en las afueras de Londres, México y Tailandia, padre de dos hijos y una cuenta bancaria repleta. Sus obras y exposiciones atraen al público como moscas y utiliza las más sofisticadas estrategias de marketing viral para atraer visitantes a los museos y clientes a sus ventas. Me pregunto qué es lo que les molesta. Deberían estar agradecidos que un artista agote taquillas y de renombre a su país y ciudad en vísperas de un evento de repercusión universal. ¿Qué le molesta a los críticos… Que haya pasado de ellos, comisarios y galeristas [igual de olímpicamente] y él solo haya conseguido ventas en su propia subasta autogestionada como ningún otro artista vivo jamás? Parece que es eso, y se entiende. En forma y fondo su utilidad y pertinencia pierde enormes niveles de credibilidad y pone en juego el negocio de muchos… eso a nadie le gusta [los que están detrás del negocio, claro]. Pero… ¿No es eso en lo que se ha ido convirtiendo el mundo, sobre todo en las áreas creativas, donde les va yendo mejor a los creadores que se autogestionan, y no solamente en el arte, sin bajarse los pantalones ante nadie? Honestamente, muchos artistas deberían aprender de Damien. Los críticos, comisarios y galeristas, verdaderamente, no se podían creer ese rollo de que eran indispensables para la legitimización de tal o cual artista. Habrá pensado Damien “Iros todos a tomar por culo”. Y así lo ha hecho, y le ha ido mejor que a ninguno. ¿Y si los otros hiciesen lo mismo y les fuese igual? Si quien les escribe fuese galerista, o crítico, qué quieren que les diga. Estaría acojonado.
Algunos, como Mario [Vargas Llosa] dicen que la cultura se ha convertido en una farándula de poca monta, donde ya no se haya diferencia entre la alta y baja cultura, que la gente habla más de moda que de literatura o música, y es verdad. Tiene mucha razón. Pero, ¿Han visto lo que hace Damien, y lo que ha hecho desde ese primer momento donde ese chaval posaba en la morgue con una pícara e inquietante sonrisa junto a la cabeza seccionada de un hombre gordo y calvo de mediana edad, hasta hoy? Damas y caballeros, Damien fue el primero y único que se la veía venir, que predijo él mismo lo que sucedería con la cultura de nuestro tiempo, y actuó a tiempo, ¿cómo? Miren toda su obra, no es nada más que eso, la representación exacta del mundo en el que nos hemos convertido, y él mismo, como artista, se transformó en representación de lo que somos, y al mismo tiempo, les ha ido dando de puñetazos no sólo al sentido filosófico del arte, sino también a su realidad en el mercado. Les dio por culo, a todos, y les sigue dando. Es admirable. Y no debería tratarse tanto de admirar el detalle de cada una de sus piezas como de admirar el propio ingenio del autor, porque en ese propio dar por culo, existe una evolución, consistente con sus ideas y cambios constantes en sus métodos, vamos, como el propio mundo. Y Damien no se mete con cosas específicas, menores. Damien trata conceptos tan globales como históricos, en las afrentas e imbecilidades donde el ser humano ha caído una y otra vez sin aprender la lección. Él no ha hecho más que ponerlo de manifiesto, y eso parece molestarle a quienes han pasado décadas encerrados entre cuatro paredes analizando libros y obras sin ser conscientes lo que pasaba alrededor, en ese mundo que cambiaba a un ritmo de vértigo. Damien iba a la par. No supieron verlo, y siguen si ser capaces de verlo. Que les den. A su alrededor, la gente está buscando [y busca] en objetos de formas nuevas, un objeto importante para cualquier artista. Damien pasa total de aquello. Eso ya lo conoce. Es todo acerca de las apariencias vacías. Los tiros contra Damien no son más que la obsesión para con los artificios dorados que supuestamente les representa Damien, como un hombre cuya definición de la misión está negando el dicho sobre la belleza y la verdad. Por la misma razón, para todos aquellos que se aferran al ideal de John Ruskin de un artista con la responsabilidad de un predicador, Damien es una afrenta. Es muy gracioso caballeros, una ironía apropiada para un hombre paradójico que insiste en que toda obra debe “decir algo y negarlo al mismo tiempo”, y lo hace espectacularmente, a grandes ligas.
Mientras que críticos atacan a Damien, parecen olvidar los ataques que agitan Siria desde hace más de un año, que han expuesto sus tesoros arqueológicos al pillaje y la destrucción, sobre todo en la antigua ciudad de Palmira y las ruinas grecorromanas de Apamea, inscritas en la lista de Patrimonio Mundial de la Humanidad de la UNESCO… parece que es más importante [o les dará más importancia] hablar de Damien en la comodidad de las salas de la Tate que de Siria, cuya capital, Damasco, es una de las ciudades más antiguas del mundo. Con Mesopotamia, Siria comparte las grandes etapas que han marcado los principales avances humanos, como el nacimiento de las primeras ciudades… ¿Y entonces? Una época más segura de sí misma caballeros, podría esperar a sus artistas para decir algo sólido en su lugar, pero las preocupaciones-propósitos de Damien, plutocrática [e incluso sus productos farmacéuticos] son las preocupaciones de nuestra época. Él es, quizás, el mayor representante de nuestra época, y sus contradicciones, y lo hace a propósito. Es el artista que nos merecíamos. Por eso se enriqueció así, y lo sabía. Déjenlo en paz, porque le da, yo, vosotros y todo, exactamente igual. Enhorabuena guapo.
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