Image::MR KIKO DE LA RICA PHOTOGRAPHER © BILBAO::
La última edición de los premios
Goya, en su vigésimo séptima edición, puede que haya sido, probablemente, una
de las versiones más vistas de la historia del Festival dedicado al séptimo
arte de manufactura española. Error garrafal cometió la portavoz y
vicepresidenta del gobierno español, Soraya Sáenz de Santamaría, en un tono
desafiante, que a pocos días de celebrarse la entrega, obligaba entre linea a
mantenerse al margen de la política a todos quienes participarían, desde
actores a directores pasando por toda la gran familia que conforma la industria
cinematográfica peninsular. Pues le salió el tiro por la culata, porque lo que
el pasado domingo sucedió dentro de ese hotel, el Auditorium, fue, cuanto
menos, puro rock´n ´roll.
La frase “solo el que sabe es
libre. Y más libre el que más sabe. Solo la cultura es libertad. No proclaméis
la libertad de volar, sino dad alas. No la de pensar, sino de dar pensamiento.
La libertad que hay que dar al pueblo” cerró una gala en donde desde el
director de la Academia, MR Enrique González Macho, hasta los premiados, se
pusieron en las filas de la población, de su propia sociedad. Fue sobrecogedor.
Desde una Maribel Verdú enfundada en un traje de Christian Dior y un collar
gigantesco de la casa Bulgari, quien dedicaba el premio a todos quienes han
perdido sus casas víctimas de los desahucios; a un Javier Bardem dicendo “En el
Sahara no se puede recortar en salud, ni en educación, como aquí. Tampoco se
les puede echar de sus casas, como aquí, porque ya fueron desahuciados hace
treinta y cinco años. Es importante que no dejemos que esto ocurra aquí”,
pasando por una Candela Peña que tras recibir su premio, en su discurso de
agradecimiento contara a todo su país que había visto morir a su padre en un
hospital público sin tener siquiera una manta, con un hijo al que no sabía como
darle educación y hasta sugerir pedir trabajo tras tres años cesante,
transmitido a millones de personas, era una película en sí, y ellos sabían
hacerlo mejor que nadie. Y lo hicieron... y no les tembló la voz.
La última edición de los Premios
Goya, dieron cátedra al resto de países Europeos y del mundo entero, y fue
gracias a sus propios responsables. Impresionante resultaba el propio González
Macho, que en una solemnidad y dirigiéndose a un país entero casi a modo de hombre
de Estado, usó la ocasión y una industria para apuñalar sin tregua a una actual
clase política ensalzada en corrupción cual tomatina valenciana, y todas las
barbaridades a las que vienen sometiendo a su propio país. Decía González Macho
“Este año hemos vivido doce meses de inquietudes... el más grave ha sido el de
la brutal subida del IVA en la cultura. No es de recibo que tengamos el IVA
cultural más alto de Europa. Una vez más, la razón del Estado se ha impuesto
sobre el estado de la razón. Y nosotros no vamos a cejar en nuestro empeño de
que se rectifique este grandísimo error. Quienes no son capaces de cambiar de
opinión se aman a sí mismos más que a la verdad”, poniendo la tilde en los tres
mil millones de euros que su sector había perdido por la piratería en un buen
año para esa misma industria. “O terminamos con este expolio o él terminará con
la Cultura... el cine es de sus creadores y de la sociedad a la que va
dirigido. Ha de ser una cuestión de Estado. El cine no pertenece, ni puede
pertenecer, ni pertenecerá a ningún partido político. No es de los de la ceja,
ni de los del bigote, ni los de la barba, ni de los de ningún otro apéndice
capilar. El cine nos pertenece a todos, es un derecho de los ciudadanos, y como
cultura no es complemento... es parte escencial de la vida”. Y con sus palabras
caballeros, no hablaba sólo del cine, sino lo hacía en nombre de toda la
cultura.
En esa estela, Juan Antonio
Bayona, ganador a la mejor dirección por el film “Lo imposible”, entregó su
estatuilla a María Belón, la protagonista real del tsunami en Indonesia,
dedicándolo a las doscientas treinta mil personas que fallecieron hace nueve
años atrás en ese ataque de ira de la naturaleza. Qué más se puede decir... los
Goya hicieron girar la cabeza de todo el planeta, y no por su alfombra roja, ni
sus vestidos de alta costura, ni sus joyas. En esta ocasión, la moda fue
irrelevante, absolutamente irrelevante, pero aquello estuvo lleno de glamour,
pese a los chascarros por errores tan humanos como la idiotez. Fue un subidón,
de principio a fin, y fue por eso, por los hombres y mujeres más cotizados de
su tierra alrededor del globo terráqueo, y sobre todo, por su elegancia,
atornillada, como nunca, en el sentido común. Eso es querer a tu país. Lo que
se conoce, desde siempre, por clase. Enhorabuena por los premiados, por todos, porque
merecían no solamente un Goya, y ya sabemos todos por qué. El mismo Goya estará
bajo tierra orgulloso, porque al menos, todo vuestro país, de vosotros, ya lo
está. Fuísteis un lujo. Muchas gracias.
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