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17.2.13

EL GLAMOUR DE GOYA

Image::MR KIKO DE LA RICA PHOTOGRAPHER © BILBAO::


La última edición de los premios Goya, en su vigésimo séptima edición, puede que haya sido, probablemente, una de las versiones más vistas de la historia del Festival dedicado al séptimo arte de manufactura española. Error garrafal cometió la portavoz y vicepresidenta del gobierno español, Soraya Sáenz de Santamaría, en un tono desafiante, que a pocos días de celebrarse la entrega, obligaba entre linea a mantenerse al margen de la política a todos quienes participarían, desde actores a directores pasando por toda la gran familia que conforma la industria cinematográfica peninsular. Pues le salió el tiro por la culata, porque lo que el pasado domingo sucedió dentro de ese hotel, el Auditorium, fue, cuanto menos, puro rock´n ´roll.



La frase “solo el que sabe es libre. Y más libre el que más sabe. Solo la cultura es libertad. No proclaméis la libertad de volar, sino dad alas. No la de pensar, sino de dar pensamiento. La libertad que hay que dar al pueblo” cerró una gala en donde desde el director de la Academia, MR Enrique González Macho, hasta los premiados, se pusieron en las filas de la población, de su propia sociedad. Fue sobrecogedor. Desde una Maribel Verdú enfundada en un traje de Christian Dior y un collar gigantesco de la casa Bulgari, quien dedicaba el premio a todos quienes han perdido sus casas víctimas de los desahucios; a un Javier Bardem dicendo “En el Sahara no se puede recortar en salud, ni en educación, como aquí. Tampoco se les puede echar de sus casas, como aquí, porque ya fueron desahuciados hace treinta y cinco años. Es importante que no dejemos que esto ocurra aquí”, pasando por una Candela Peña que tras recibir su premio, en su discurso de agradecimiento contara a todo su país que había visto morir a su padre en un hospital público sin tener siquiera una manta, con un hijo al que no sabía como darle educación y hasta sugerir pedir trabajo tras tres años cesante, transmitido a millones de personas, era una película en sí, y ellos sabían hacerlo mejor que nadie. Y lo hicieron... y no les tembló la voz.



La última edición de los Premios Goya, dieron cátedra al resto de países Europeos y del mundo entero, y fue gracias a sus propios responsables. Impresionante resultaba el propio González Macho, que en una solemnidad y dirigiéndose a un país entero casi a modo de hombre de Estado, usó la ocasión y una industria para apuñalar sin tregua a una actual clase política ensalzada en corrupción cual tomatina valenciana, y todas las barbaridades a las que vienen sometiendo a su propio país. Decía González Macho “Este año hemos vivido doce meses de inquietudes... el más grave ha sido el de la brutal subida del IVA en la cultura. No es de recibo que tengamos el IVA cultural más alto de Europa. Una vez más, la razón del Estado se ha impuesto sobre el estado de la razón. Y nosotros no vamos a cejar en nuestro empeño de que se rectifique este grandísimo error. Quienes no son capaces de cambiar de opinión se aman a sí mismos más que a la verdad”, poniendo la tilde en los tres mil millones de euros que su sector había perdido por la piratería en un buen año para esa misma industria. “O terminamos con este expolio o él terminará con la Cultura... el cine es de sus creadores y de la sociedad a la que va dirigido. Ha de ser una cuestión de Estado. El cine no pertenece, ni puede pertenecer, ni pertenecerá a ningún partido político. No es de los de la ceja, ni de los del bigote, ni los de la barba, ni de los de ningún otro apéndice capilar. El cine nos pertenece a todos, es un derecho de los ciudadanos, y como cultura no es complemento... es parte escencial de la vida”. Y con sus palabras caballeros, no hablaba sólo del cine, sino lo hacía en nombre de toda la cultura.



En esa estela, Juan Antonio Bayona, ganador a la mejor dirección por el film “Lo imposible”, entregó su estatuilla a María Belón, la protagonista real del tsunami en Indonesia, dedicándolo a las doscientas treinta mil personas que fallecieron hace nueve años atrás en ese ataque de ira de la naturaleza. Qué más se puede decir... los Goya hicieron girar la cabeza de todo el planeta, y no por su alfombra roja, ni sus vestidos de alta costura, ni sus joyas. En esta ocasión, la moda fue irrelevante, absolutamente irrelevante, pero aquello estuvo lleno de glamour, pese a los chascarros por errores tan humanos como la idiotez. Fue un subidón, de principio a fin, y fue por eso, por los hombres y mujeres más cotizados de su tierra alrededor del globo terráqueo, y sobre todo, por su elegancia, atornillada, como nunca, en el sentido común. Eso es querer a tu país. Lo que se conoce, desde siempre, por clase. Enhorabuena por los premiados, por todos, porque merecían no solamente un Goya, y ya sabemos todos por qué. El mismo Goya estará bajo tierra orgulloso, porque al menos, todo vuestro país, de vosotros, ya lo está. Fuísteis un lujo. Muchas gracias.  





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