Image::MR JUAN PABLO MONTALVA PHOTOGRAPHER © SCL/NYC::
Ni bien terminasen las
presentaciones internacionales de prêt-à-porter en las
principales capitales de la industria, valía la pena aterrizar en una ciudad
que de eso, en la parte más austral del mundo [después de la apertura de
tratados de libre comercio donde China haría de las suyas para hacer
desaparecer la producción textil contra reloj] no conocía ni de lejos. De esa
bochornosa situación, solo hasta ahora. Bastó algo más de dos años, un buen par
de revistas, un trabajo pausado de educación, investigación y la consolidación
internacional de la primera diseñadora nacional Pola Thomson en la gran manzana
para que un ramillete de creadores empezacen a hacer girar la vista hacia ellos.
Ayer se vió el primer resultado palpable, y no estaba nada mal.
Una vez más
dentro del Museo de la Moda de Santiago [recomendado por el tabloide
norteamericano “The New York Times” como uno de los lugares imprescindibles
para visitar en la urbe sudamericana], se paseaban parte importante del nuevo
relevo generacional, como una piña, para inaugurar oficialmente MODA CHILE, el
primer gremio asociacionista de diseñadores de vestuario con una fiesta que fue
lo más. Presidida por Luz Briceño [Directora Creativa de La Joya], el gremio
aupa a algunos buenos nombres como Piedad Aguilar [Ten Piedad] y cerebro del
espacio Hall Central; A de Antonio, 12NA, Bautista, Gabriel Zamora, Francisca
von Hummel [Gaviota], Juanita de León, Lupe Gajardo, Sebastián del Real Ossa y
Romina Meier [Volga], parte importante del total de las treinta y dos firmas que
conforman la nueva asociación. ¿Su
misión? Hacerse ver, y reafirmar sus nombres tanto en el mercado local como en
el internacional. Como colectivo, deberán proteger y representar los intereses
de la moda nacional de autor, y ganas tienen de sobra. En ello deberán ser muy
cuidadosos, mover bien las fichas para hacer del sector uno de los más destacables
de las industrias, y ojalá, con talento y olfato, convertirse en una de las
principales caras de marca país. En la tranquilidad de saber que cabezas
preparadas hay, en el mediano plazo, deberían ser capaces de lograr la atención
de los ministerios de economía, cultura y relaciones exteriores para lograr el
nacimiento de una política de Estado para la subvención, promoción y protección
de este sector productivo. Asimismo, deberá ser el abanderado para acabar con
el pastiche de eventos-híbrido y gestionar la creación de una única pasarela
nacional que ordene la producción y presentación pública y única de colecciones
de este relevo generacional, y por supuesto, el engrosamiento de sus asociados.
La creación de
una pasarela única en un país como Chile es fundamental [en lo inmediato] debido
al centralismo que no ha logrado extender presencia de Gobierno y Empresas a lo
largo de su territorio geográfico. Segundo, puede representar un evento que
promueva el patrimonio histórico arquitectónico de la ciudad distribuyendo sus
desfiles en edificios emblemáticos de su recorrido turístico, colaborando a la
gentrificación de un centro cívico que está en condiciones de competir con
cualquier otro país del globo. En ello, la coordinación conjunta de Gobierno,
Municipios y medios de comunicación en su totalidad deberían ir de la mano en
una coordinación perfecta. En el caso de ellos, de los creadores, esta
estrategia es la única viable para lograr posicionarse por encima de las
monstruosas empresas de retail que poseen la totalidad del mercado local en un auténtico
monopolio a la americana, y lograr generar nuevos puestos de trabajo nacidos al
alero de las industrias culturales.
Si os queda
alguna duda con respecto a esta estrategia, traigo sobre la mesa a MR Antonio Muñoz Molina, que en uno de sus
últimos artículos habla de otro artículo publicado por MR Daniel Verdú, donde
se refiere al milagro islandés. A diferencia del sur de Europa, donde los
recortes y las subidas de impuestos se han cebado con la cultura, desde ese
crash económico que tiró al país por los suelos se ha volcado en el sector de
las industrias culturales. El impacto económico de esa actividad [mil millones
de euros] dobla hoy al de la agricultura y está solo por debajo de la
legendaria máquina de exportación de bacalao al mundo continental. Han
convertido a sus artistas en protagonistas del éxito económico reciente.
Islandia caballeros, ven a la cultura como la base de las industrias
creativas, una parte cada vez más importante de la economía. El gobierno
recortó partidas de estructura, adelgazó ministerios y gastos fijos, pero
aumentó las aportaciones a proyectos culturales independientes. Una mezcla de
tejido público/privado muy ágil que no supone la renuncia del Estado a la
gestión de la cultura y la educación. La base tiene que venir del sector
público, como la educación, y en un país tan seriamente triste como Chile,
donde aún queda la sombra de una dictadura militar que perpetuó un sistema
económico de sobre abusos para con su población, generando una lucha de clases
sin control, la gente necesita deshinibirse, dejar volar su imaginación, dejar
volar su espíritu, y lograr identidad propia. Las artes no son un proyecto
paralelo a la buena economía, es la base de su salud... y en ese sentido, debe
exigirse tanto al Estado como a la industria la definición de su papel. Vuelvo
de nuevo a Muñoz Molina, porque esta nueva institución, deberá enfrentarse, y
con un par de buenos cojones, a un fenómeno extraordinario donde la gente, por
un tema cultural [o su contrario...] da por supuesto, y con melancolía. Me
refiero a la paradoja que en un país con un patrimonio tan formidable como
Chile, exista un desprecio tan extendido, público y privado, hacia casi
cualquier forma de trabajo intelectual o creativo, en donde mereciese el recelo
o la abierta agresividad de la ciudadanía, y los poderes públicos, en vez de
favorecer esa fuente de riqueza, hicieran lo posible por perjudicarla y
arruinarla.
En países como
Chile, a los profesionales de la política nunca les falla el olfato demagógico.
El desprecio por el conocimiento y por la imaginación creativa puede ser dañino
para la economía, pero no perjudica al dirigente que lo pone en práctica.
Incluso bien manejado, le puede deparar algunos réditos populistas. Un escritor
o un músico que reivindique a cara descubierta el derecho no ya a vivir de su
trabajo, sino a recibir una compensación por parte de quienes, pocos o muchos,
disfrutan de él, recibirá comentarios de una agresividad que da escalofríos,
bastante mayor que la que provoca un banquero o un político ladrón. Espero que
estéis todos ya preparados para eso, porque hay que tener carácter, y de nuevo,
un par de cojones como un puño. La creación de este gremio es una buena
noticia, para todos, porque de su éxito en el corto, mediano y largo plazo,
debería ser positivo no sólo para el mundo de la moda chilena, sino para todo
el resto de áreas de la cultura. Vayan a por ellos, y a por todos. Estoy muy
orgulloso de vosotros chicos, enhorabuena y arriba.
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