Image::MR MAN RAY PHOTOGRAPHER © PHILADELPHIA::
Desde hoy, el Palais de Tokyo de
la ciudad de París abre sus puertas a la exhibición CULTURE CHANEL Nº 5, dedicado
al perfume enseña de la firma francesa. Para quienes no tengan mucha información
sobre él, más allá de los avisos publicitarios en revistas con el reciente
fijache de Brad Pitt como rostro [una verdadera horterada], cualquier persona
con dos dedos de frente y en su sano juicio, consideraría inadmisible que una
institución cultural de la altura del Palais de Tokyo aceptara dentro de sus
salas exponer una retrospectiva relativa a un objeto comercial de consumo tan
reproducible como un perfume, y tienen toda la razón. Sin embargo, el Nº 5
salta por sobre esa delgada linea divisoria [probablemente el único] por
tratarse de un emblema que en su momento circuló de la mano junto a los más
connotados artistas de su tiempo, que a través de los años se convertirían en
íconos de la historia del arte, como el Nº 5 lo ha hecho al mundo de la moda y
la cosmética.
Pablo Picasso, Francis Picabia,
Salvador Dalí, Man Ray, Constantin Brancusi o Andy Warhol fueron algunos de los
genios que se pusieron a las órdenes del perfume creado por Ernest Beaux por
encargo de Gabrielle Coco Chanel, la modista que fuese cómplice de los
mejores artistas de su época. Y porque la mujer, de idiota, no tenía un pelo. Y
es que se trata realmente, más allá de un perfume, de un objeto cultural, que
sería inmortalizado para la posteridad por aquellas palabras de Marilyn Monroe
en Japón. El Nº 5 se transformó en un manifiesto abstracto, un objeto de culto,
la creación que reúne la historia artística y cultural de Francia. No por nada,
sigue siendo uno de los productos más vendidos del mundo.
Y pasa que el Nº 5 jamás sería
vendido. El Nº 5 era para Coco, para nadie más que para ella. Cuando se lo
encargó a Beaux, era para rendirle un tributo a Capel, Arthur “Boy” Capel, su
primer y gran amor. Para ello quería una mezcla abstracta, única y suntuosa que
fuese inimitable, con olor a mujer, preciso y artificial como un vestido. Y
Beaux lo hizo a la perfección. Mezclando más de ochenta ingredientes, el
perfumista logró dar en el clavo de lo que Gabrielle quería. ¿Cómo llegó a las
tiendas? Pues como siempre, gracias a las vacas flacas. De ser un secreto
creado sólo para ella, pasó a distribuirse en los Estados Unidos en 1924 cuando
en 1922 se complicase la economía de la casa. Chanel pondría la creación de
Beaux en un frasco de cortes minimalistas similar al del alcohol ruso y crearía
un packaging consistente en una caja rectangular blanca con ribetes negros
nombrándolo Nº 5, que fue la quinta prueba de Beaux antes de que Coco le diera
el sí. De esta forma, Chanel creó un producto que como conjunto resultaba
dadaísta y elegante, austero y barroco, transformándose con el tiempo en lo que
hoy es: un ícono, igual que todos los que caminaron junto a su lado.
De esta forma, el Nº 5 se
legitimiza en sí mismo para entrar por la puerta grande en el Museo, y con la
barbilla en alto. La muestra, comisariada por Jean-Louise Froment, permite un
recorrido por toda la suntuosa historia del perfume promocionado por algunas
divas del séptimo arte como Marilyn, Catherine Deneuve, Carole Bouquet o Audrey
Tautou. Y como de cincos hablamos, inaugurada hoy, 5/5, hasta el próximo 5 de
junio, en el centro de la ciudad de las luces. No dejen de visitarla. Nº 5.
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