Image::MR HEDI SLIMANE PHOTOGRAPHER © PARIS::
¿Sabe Usted qué es moda? Moda, a
secas. Seguro que en este minuto estará abriendo otra ventana de su pantalla y
poniendo dicha palabra en la barra de su buscador. Wikipedia se acerca, pero no
llega. ¿Y entonces? Ropa, bolsos, etc, dirá seguro. Seguramente será la misma
razón para que vaya a esa misma barra y escriba la palabra “fashion blog”, y
aparezca la escalofriante suma de mil ciento treinta millones de resultados.
¿Acojona, no? Pues bien, ahí tiene la respuesta. Eso es moda. Uno de los
estamentos más fuertes de la sociedad de consumo de nuestra actual época donde
el capitalismo propone y también dispone. La moda caballeros, se entendía en su
tiempo como maneras de comportamiento que cambiaban en las personas según
diferentes gustos que determinaban sus conductas de consumo, creados por
alguien, por supuesto, y era seguido como un gran rebaño de corderos. Y sigue
siendo exactamente igual, con la diferencia en su actual democratización, que
ha demostrado ser tan dispar y con tal eclecticismo de gustos y opciones que
cabe sitio para todos, o lo que el tan simple experimento en el buscador lanza
a la luz, es decir, al menos un mil ciento treinta millones de distintas formas
de entender todo esto. Por lo mismo, imaginará Usted lo que llegaría a costar
ponerse de acuerdo, ¿no? Y de la mano, la directrificación de qué es válido y
qué no, y en eso, internet, de momento, no va siendo de mucha ayuda. Pero en
fin, sigamos.
Desde la democratización de casi
todas las áreas de la vida desde el nacimiento de las autopistas de la
información, internet y redes sociales, nadie hubiese imaginado en su tiempo estas
cifras, que incluyen, hoy por hoy, a gente que se autofotografía, otra gente
que escribe chorradas, en webs propias o colgadas a la web de alguna
publicación [buenas, malas y asquerosamente malas]; las mismas marcas que
autopromocionan y venden sus productos por estas vías, también compañías
dedicadas a la venta on-line, y suma y sigue. El abanico es inmenso. De todo
esto las revistas femeninas se han aprovechado en una astucia tan rápida como
el hambre y tan efectiva como el pan. A la propia moda contemporánea no le
importa nada, ni nadie, ni siquiera le importa la propia moda. Sólo le importa
generar flujo de caja a través de los más inimaginables trucos, el último de
ellos, tan desagradable como la manipulación del punk en la última gala del MET
de Nueva York, aquello fue una falta de respeto por un movimiento que una vez
más, una vez muerto, es usado como carne de batalla. Y los viejos punkies
tampoco estaban enfadados, porque aquello les reportaría dinero, y por un par
de duros, por esta parte de nuestra época, cualquiera se vende al mejor y
también al peor postor. Eso demuestra la idea que en algún sitio alguien
escribía y describía como síntoma del desmantelamiento cultural y la debilidad
moral de nuestro actual desplazamiento histórico.
Las ex grandes casas de alta
costura parisinas, se han transformado solamente en meros retailers de
producción masiva a precios desproporcionados sobre una absoluta falta de
exclusividad [no olvide Usted que casi todo lo que ve sobre las pasarelas, de
aquello casi nada se vende, a excepción, por nuestros días, de un ejército de
princesas saudíes que tiran de la billetera de monarcas petroleros para
compensar su falta de derechos y reclusión], consumida además por la fiebre de la
imagen de glamour occidentalizada de Asia entera que sigue hinchando sus arcas,
y porque lo que Usted ve en la Avenida Montaigne, Saint Honoré y Campos Eliseos,
no es más que retail, plástico y cosmética a costos de producción baratos y
precios de salida vergonzosamente altos. Después, si gusta, puede mirar hacia
el imperio de Amancio Ortega, que aumenta su fortuna por un mismo sentimiento
que afecta a todo el resto que puede permitirse el lujo de consumir lujo. La
moral. Y en esto entra ese tema, la moral, que es algo muy fuerte, por no decir
que primordial. Resulta que en estas épocas de vacas flacas, el lujo sube sus
beneficios de forma inentendible, y aquello se explica únicamente por un tema
moral, que gatilla en los seres humanos en momentos de dificultad, que son
cuando las personas empiezan a tener más interés por ellos mismos y se
refuerzan los horribles sentidos de individualidad, y de ahí al nacimiento de
los egoísmos, y como puente, a otras cosas bastante más graves. Pero volvamos a
lo nuestro. Dicho sea el paso, por como están las cosas hoy en día en la
industria de la moda, perfectamente podría apuntarse con el dedo a todas esas
marcas y acusarlos de estafadores. Porque lo que están haciendo es eso, una
estafa, aunque aquello no llega a convertirse en una estafa tan simplemente
porque hay gente que lo consume, y mucho, al precio que le pidan. Y es una
pena, pero así funciona el mundo, y queramos o no, ha sido siempre igual.
En lo anterior, podríamos
dilucidar fácilmente que todas esas enseñas que fueron creadas por visionarios
en cuyo momento fueron creadas por eso, por la moral arrolladora de esos sujetos
en el desarollo de los artículos de consumo más bellos a los que el hombre y su
época pudiesen aspirar, únicos, ya casi no queda rastro. Hoy se habla de los
diseñadores y directores creativos de cada una de esas casas como si de semidioses
se tratasen, y ellos mismos [la gran mayoría, se lo creer], cuando resulta que
no son más que simples empleados de un empresario, de un hombre de negocios que
sólo le importa que sea lo suficientemente bueno, visionario y hable chorradas
y ojalá provocativas en los medios de comunicación masivos para el aumento de
la facturación de sus marcas por la gratuidad publicitaria que aquello le
reporta, como asimismo ordenarles diseñar para otras empresas multinacionales
de retail barato para extender esa fiebre de consumo tirada a caballo por las luces
de un espectáculo rápido, a ratos vulgar y carente de cualquier tipo de
significado real, porque aunque lo tuviese, es suplantado en cuestión de
segundos. Algunos lo saben muy bien y resultan ser más discretos, con Azzedine
Alaïa a la cabeza que queda fuera de competencia y Hedi Slimane como su mayor
representante, donde procura, pese a ser un empleado, llevar todo lo suyo a un
nivel más allá, de rebeldía permanente y al mismo tiempo desmarcándose del
mundo de la moda de forma temeraria, digna de un crack. Nicolas [Ghesquière]
también sigue esa brecha, y en menor grado, Riccardo Tisci y Raf Simons. Del
resto, no vale la pena hablar. Y porque
pasa señores que es muy difícil desmarcarse de semejante bola de nieve cuando
tienes detrás una mochila tan monstruosa, que en mucho de los casos, han terminado
por acabar con ellos, y con su estabilidad mental. Y eso ha sucedido porque esa
gente son realmente artistas, creadores formidables, pero al servicio de
multinacionales que lo mismo le da una pieza única de colección que un pollo
asado.
Estamos entonces, ante uno de los
paradigmas de la moda, que es ver cómo se arregla este asunto, que obviamente,
nadie tiene ni la más mínima intención de resolver, si las arcas siguen
creciendo y creciendo... y en esto, por supuesto, lo de los diseñadores independientes
se vuelve una aventura empresarias prácticamente suicida. Y la moda ha pasado a
convertirse en algo cruel, tan vacío de significado que ni el mejor cronista es
capaz de decorar sin sentirse un gilipollas. ¿Debería crearse un organismo
internacional que regulase o fiscalizase de algún tipo de manera esa
competencia monopólica para con los más pequeños, o en cada país de forma
independiente? Pues no sucederá jamás, porque son esos mismos empresarios los
que reportan una parte importante del Producto Interno Bruto a sus paises, sean
de lujo o de retail. Al resto, que le den por culo. Es otro síntoma de nuestra
contemporaneidad, y nadie quiere parar, nadie quiere detener. Y al mismo
tiempo, mil ciento treinta millares de subnormales siguen subiendo y subiendo
idioteces a las redes soñando de alguna manera que pertenecen a ese mundo de
fantasía que no se enteran ni de lejos que hace ya años que dejó de existir...
que ya no va más, añorando cuanto menos conseguir un bolso de regalo a cambio.
Es deprimente. Es patético. Al mismo tiempo quedan los pequeños, los creadores
independientes que siguen remando y remando contra corriente para fabricar y
vivir su sueño. Verlos a diario resulta conmovedor, en el sentido de las
palabras de MR Vicente Verdú en uno de sus últimos artículos. En ese texto,
Verdú habla del artista y su novia o novio.
Dice Verdú que la novia del
escritor es la escritura, la del pintor la pintura y del compositor la
partitura. Pues a la moda es igual, al diseñador todo ese proceso creativo
hasta la consecución de una pieza de vestir única, como lo era para Givechy,
Balenciaga, Chanel o Dior. En todo esto, Vicente se pregunta pará que sirven
ellos, la novia o el novio... pues como acierta, nada más que a ser más vivo y
feliz, y en último lugar, para serlo sintiéndose acompañado, física, mental y
soñadoramente. Y así es. Sino no tendría sentido dedicarse a ningún tipo de
área creativa, así de simple. La obra del artista o del científico en trance depende
de ese amante y mientras hay secreto, y ese secreto no es más que aquel que
salta a la vista, que es que esa compañía al final no es la del otro, sino la
del uno mismo en acción sobre una tarea donde se complace o se angustia en
dualidad. Es en este punto donde se halla la obra a degustar y desde un ángulo
y otro inciden sobre el objeto y el sujeto, asegurando un interés en esa
conversación. Eso es la maravilla de la creación, y la maravilla que a quién os
escribe llena por completo cuando está frente a esas obras terminadas, o en
pleno proceso de creación, y bien echo, bien acabado. Es esa plenitud que a los
empresarios, actuales propietarios de la industria del lujo, como de las
grandes corporaciones de la prensa poseedoras de esas revistas femeninas, les
importa una mierda, que al final, resulta siendo el fin de todo un regimiento
de diseñadores independientes que van luchando por lo suyo contra unas
dificultades gigantescas prácticamente de forma heróica. Y porquen en todo ese
trabajo existe otro trabajo, aún más agudo, que es el de la comprensión, que se
genera bajo el foco de la conversación. Wagensberg [MR Jorge Wagensberg] en su
libro “El Gozo Intelectual”, resalta el júbilo que acompaña a la comprensión,
porque sólo el ser humano, por sobre el resto de casi todos los animales, tiene
las habilidades lingüísticas de acceder a él. Es muy parecido a la dicha que
sugiere entender el comportamiento del otro, de su novio o su novia, o de la
obra tras haber sufrido en su proceso de elaboración. Se trata del amor y el
sabor dulce en la boca que rodea el gozo de la idea perfecta. Es la idea
caballeros que alimentaba la manufactura de esos visionarios que hicieron de
sus nombres un imperio, como de los independientes de hoy. Pensar en que aún
son capaces de pasar por esa habilidad, y teniendo en cuenta lo crudas que
están las cosas en la moda post contemporánea, resulta, a su vez, indignante
ver producciones que son una auténtica basura impresentable, y que encima
tienen el descaro de poner sobre una pasarela, o intentar meterla dentro de las
páginas de una revista de turno, supuestos independientes con el ego más alto
que sus propias capacidades, incapaces de precuparse de lo propio antes de cómo
presentar lo propio. Es el otro extremo, el de cuando te entran ganas de coger
un bidón de gasolina, rocear todo un perchero, o más, y prenderle fuego. Y de
esos, aparecen por todas partes, todos los días y cada vez con mayor
visibilidad, convirtiendo todo esto, directamente, en un circo. Y sucede que en
esa realidad, no entran en juego unas verdaderas disposiciones o intenciones reales
de generar ese otro juego de comprensión, de conversación, sino solo el vano
interés por tener un par de luces sobre el rostro para satisfacer aspiraciones
personales [por lo demás vulgares, muy vulgares] del ruido desagradable
proveniente del pandero mediático, y con más de un mil millones de personas
esperando esa pseudo-novedad, pues el espacio se amplía, y el pandero plástico
se convierte en carnaval. Y esa al final caballeros, es la realidad de la moda,
hoy, en todo el mundo. ¿Qué le parece? Como para bajar la cortina y cambiar de
rubro. Sin embargo, aquello tampoco resulta una desventaja, porque siempre, y
volvemos a la historia, desde entre medio de los rebaños, lo de calidad,
calidad real, es y ha sido siempre, infinitamente más vistoso, y eso, facilitará
la elección, y se puede jugar a ganador, y sin la precupación a perder.
Vosotros mismos.
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