Coco Chanel, Agatha Ruiz de la Prada, Maison Martin Margiela, Ann Demeulemmester, Matthew Williamson, Bless y Sandra Backlund, son parte de los muchos diseñadores que han logrado que sus prendas de vestir fuesen legitimizadas por el sector cultural gracias a su incersión en espacios exhibitivos institucionales. Pretendieron cruzar la línea divisora entre el diseño y caer cual saco de patatas dentro del mundo del arte... este es el turno de Yves Saint Laurent.
Les ha ido bien. Las taquillas de los museos suben monetariamente a niveles astronómicos, los activos publicitarios de la firma se disparan y las llamadas ofreciendo contratos no paran de sonar. Lo que diferencia a Saint Laurent de casi todos los anteriores, es que quizás él sea el nombre que más sugiera respetarse dentro del circuito internacional del arte y haga callar la boca de quienes predican con profética irreconcialización la imposibilidad de que la moda sea socialmente considerada ""arte", ni que estos personajes sean jamás leídos dentro de las salas de un museo.
Pero así es señores lectores, le ha tocado el turno de hablar a Yves Saint Laurent encerrado en cuatra albas paredes, y el lugar... España. Desde el 12 de febrero la Fundación Caixa Galicia muestra una amplia retrospectiva de los diseños de este argelino de setenta y dos años, uno de los íconos más respetados del mundo de la moda que, sin embargo, se ha marginado de los flashes y recluido entre su piso en París y su casa en Marruecos con un mutismo absoluto.
Yves hablará, y lo hará fuerte. 47 de las frágile piezas del diseñador llegaron con destino a Coruña, además de 36 obras cedidas en calidad de préstamos por el Centre Pompidou, Tate Gallery, el Museo del Prado, el Thyssen-Bornemisza y la colección Barbier-Mueller. La razón? piezas de prestigiosísimos artistas como Goya, Picasso, Matisse, Ingres, Léger, Braque, Miró y Cézanne entre otros, inspiraron las obras de este genio de la moda, que transifió a sus vestidos atmósferas y emociones de esos cuadros casi como un plagio. No necesito decir más.
El joven Yves, con 21 años de edad se vió rodeado de la prensa y la mirada de toda la sociedad de su época, cuando la muerte de su maestro lo dejó al frente de la mayor casa de costura de los años cincuenta en París: Christian Dior. Desde aquel entonces, ha conservado impecablemente la suma de cinco mil vestidos y quince mil objetos entre accesorios y bocetos. Conservó la totalidad de prototipos y se ahorró tener que comprarlos en subastas o a las clientas a posteriori, como han tenido que hacer Chanel o Dior, que nunca pensaron en esto con anticipación.
El gestor de la exposición es Pierre Bergé (quien fuera su pareja hasta hace poco), el principal protector del legado Saint Laurent. Bergé ha sorteado toda suerte de artimañas para presentar en Galicia una fabulosa colección, y como regalo especial a los nacionales, ha cedido a la muestra una selección de veinte impresionantes trajes inspirados en las obras de Goya.
Cuando a los 28 años la madre de Yves le regaló para su cumpleaños un libro de Mondrian, el artista cambiaría para siempre la vida del diseñador, colocando al arte casi como un fetiche que elevaría en cada uno de sus vestidos. Ha demostrado un amor por el arte durante toda su vida, era necesario que el arte ahora demostrara sino amor, al menos un poco de afecto hacia él. Se lo merece.
En una entrevista concedida por Bergé a un medio local referente a la exposición, un colega le pregunta con cizaña: "¿Por qué se fue...?" y Pierre Bergé contesta: "Porque no tenía rivales. Las casas de alta costura de verdad fueron las de Yves Saint Laurent, Dior, Coco Chanel y Balenciaga... Eran el astro alrededor del cual orbitaban las demás. Ahora cuestra encontrar el sol." No tengo nada más de decir.
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