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2.4.08

LA ORDINARIEZ DE LOS NÚMEROS


Imágen::DAVID LACHAPELLE::

Cuando hablaba en un artículo anterior sobre la desvaloración simbólica del lujo y su directa relación con el mercado de la alta costura,a nivel personal me venía una indignación al ser conciente del abandono en sus códigos éticos (artísticamente hablando). Lamentablemente es así, un camino de progresivo avance hacia la desvalorización total del contenido humano y socialmente creativo del sector. Pero negocios son negocios y los números -que considero el elemento más ascépticamente ordinario y vulgar dentro del desplazamiento de la vida de los sujetos- son los que hablan con su poder absolutista y al que todos, por lógica, escuchan con atención y respeto.


El sector de la alta costura vive un ciclo que viene batiendo cada pronóstico de los agoreros y especuladores desde hace más de tres décadas. Con una nueva combinación de creatividad y poder de marca que mitigan y reducen al máximo el "riesgo moda". Se ha adaptado a nuevos ricos nacidos del seno de la globalización desigualitaria y la secular necesidad de legitimarla con el aval de grandes y dorados logos, de ser posible. Se transforma en la primera necesidad. Y por sobre todo, con la masiva inyección penicilinar de capital, con lo cual se consolidaron grupos, se rejuveneció su creatividad con jóvenes talentos provenientes del sector de las artes visuales, se abrieron mercados remotos en Asia con tiendas propias y se extendieron las marcas a nuevas e impensables categorías de producto más accesibles y demostrables.


A pesar de esto, algunas casas como Christian Dior se han propuesto generar estrategias a modo de electrodo negativo, es decir, invertirla. Precionar al alza en la pirámide del lujo para atrincherarse en el extremo superior pero tampoco desligarse de las estrategias globales. Una de sus principales ventajas frente a sus competidores, es la amplia variedad de marcas que posee el grupo, que les permite desarrollar sus firmas de menores dimensiones cuando otras ya han alcanzado la madurez. Para garantizar la exclusividad, desarrollan productos específicos sólo para determinados mercados en algunas de sus firmas como Christian Dior Couture, que ha incrementado su beneficio operativo un 32% en el último ejercicio fiscal.


El grupo Christian Dior, capitaneado por LVMH, es hoy el líder mundial del mercado del lujo con un 10,8% del volúmen global. En segundo y tercer lugar se encuentran Richemont con un 6% y Gucci con un 5%. Según predica la consultora Verdich Research, se espera que para el año 2012 el mercado global de productos de lujo crecerá un 71% frente al 30% de los últimos cinco años. En estas cifras, como es lógico Europa mantiene su posición como principal mercado, mientras que Asia adelanta a Estados Unidos por su contínuo crecimiento económico y su interés paulatino en adquirir piezas concebidas por el lujo del viejo continente.


Desde un sentido global, las firmas de alta costura en las que se inspiran los grandes almacenes, están tratando de adoptar e incluso apoyarse en sus competidores para hacerse más accesibles a la gran clase media. Las cadenas masivas ponen en manos de diseñadores sus miles de tiendas en todo el mundo, con un riesgo acotado por el carácter efímero y temporal de su oferta. Pero... haciendo "accesible" el diseño de sus patrones a Zara, H&M, Carrefour, Top Shop y Mango entre otras, también podría parecer como otra claudicación del lujo, u otro intento por captar el mercado medio para seguir aumentando sus cuentas corrientes... como si ya no estuvieses lo suficientemente repletas.
Creo que a pesar de convertirse en excelentes estrategias de incrementación de capital para el lujo, parecen no caer en la cuenta de que socialmente están generando una aguda lucha de clases, que distanciará aún más un márgen colosal que podría crear una Europa patéticamente inverosímil acercándonos con peligrosidad a la estúpida cultura capitalista norteamericana. Si esto continúa, el lujo establecido definitivamente perderá su credibilidad y más cruento aún, a sus clientes de toda la vida. Quizás haga ya falta un nuevo círculo independiente...


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