Todos corren. Mientras en los pasillos de casas de gobierno, organismos internacionales y medios de comunicación alrededor del mundo entero abunda un completo caos, una explosión global gracias a la mayor filtración de la historia sobre los secretos de la política exterior de los Estados Unidos, dejados al descubierto por Julian [Assange], hoy escondido en Londres y transformado en el hombre más buscado del globo, en los pasillos del diseño español también ocurre lo mismo, recién alzado al poder CIU y amenazante de cambiar el modelo internacionalmente meteorizado de su circuito local, sus protagonistas alistan artillería, y lo harán en la vía más exclusiva de la ciudad: el Paseo de Grácia, con Gaudí como principal testigo. Darán una clase magistral de lo que es capaz de hacer la unión entre creatividad y desarrollo tecnológico enfrentada a una situación económica, social y política igual de caótica. Ya lo verán.
Algunos de los creadores y firmas más reconocidas de la nueva moda nacional [premios nacionales incluidos] como Martin Lamothe, Gonzalo Cutrina, El Delgado Buil, Jan Iú Mes, Deux Souliers, Devrandecic, María Escoté, American Pérez, Roberto Piqueras, Elena Gallen, Aprés Ski, Georgina Ordinas, Juan Antonio Avalos, Montse Liarte, Cruzcastillo y Gori de Palma se darán cita en el Majestic agrupados por la revista METAL. Asimismo, el “David” de dEmo vestido por la firma italiana Missoni, Custo en la casa Batlló y la buena estrella de Melania [Pan] y Andrés [Rodríguez] como partners, detrás de su “Harper´s Bazaar”, sugieren una misiva a las palabras de MR Enrique Pérez, que afirma la razón de por qué España es el noveno país del mundo en producción científica y el número cuarenta y dos en competitividad, por delante de Barbados. Esto, sencillamente, porque tiene un problema con el desarrollo tecnológico y no con la innovación, porque sin el primero no se puede alcanzar la segunda, y eso, porque la innovación caballeros no es una actividad, sino el resultado del desarrollo tecnológico que tiene en el mercado, es decir, que da como resultado un producto que se vende. Un acierto que estén ahí, en ese boulevard en una buena noche, porque la innovación en procesos o en servicios no alcanza su verdadero valor si no hay productos propios en el mercado.
Olé que estén ahí, porque alguien debe incitar a la explicación de por qué los países que están a la cabeza del mundo en economía y cuyo paro no supera en la actualidad el 10%, desarrollaron productos en el siglo diecinueve y la primera mitad del veinte, cuando el conocimiento científico era incipiente, y fue precisamente con el dinero que ganaron con él cuando dedicaron parte de las ganancias a impulsar la investigación y no al revés, al darse cuenta de que el rendimiento que obtenían era insuficiente. Ahora lo podrán ver, y también tocar, con sus propias manos. Serán la prueba palpable, copa en mano, que debe existir un criterio de valoración y una convocatoria de proyectos personales y grupales de desarrollo e innovación que den como resultado nuevos productos en el mercado. Más allá del disparate que algunos pregonan de distribuir confección masculina y femenina a Barcelona y Madrid respectivamente, una verdadera alucinación, es la otra la única manera de lograr cambiar un modelo productivo, elevar la facturación, el producto interior bruto y reducir la tasa de paro por debajo del 10%, al aumentar el número de empresas que impulsen y fomenten el desarrollo, la investigación y la tecnología.
Si no me creen, paso la palabra a MR José Calvo, del departamento de análisis económico de la UNED, quien en sus palabras, se los vuelve a repetir. España ocupa un lugar preeminente en la industria de la moda de la Unión Europea, situándose entre los cuatro principales productores europeos en todos sus subsectores. De hecho, el sector dio empleo en el 2003 a casi 635.000 trabajadores, en torno al 3,9% del empleo total, y produjo un Valor Añadido Bruto de 12.553 millones de euro. La industria de la moda española se caracteriza por estar fuertemente polarizado en su localización geográfica, especialmente concentrado en Cataluña y la Comunidad Valenciana, por ser intensiva en mano de obra, fundamentalmente femenina y con bajo nivel de cualificación, y por presentar un déficit estructural en su balanza de pagos. La evolución caballeros que ha seguido en los últimos años puede calificarse de muy preocupante: el sector productivo ha perdido cerca de 40.000 empleos entre 1998 y 2003 [sin entrar en cifras actuales, que saltaron por los aires]; su producción industrial ha disminuido sensiblemente, y el déficit comercial crónico ha empeorado sustancialmente. Estos descensos de la actividad productiva son un reflejo de la reconversión que está sufriendo el sector no sólo en España sino en toda Europa, especialmente por los procesos de deslocalización que están teniendo lugar en la fabricación, y por la entrada en vigor del Acuerdo Multifibras. Uno de los principales retos a los que se enfrenta el sector de la Moda es, precisamente, la introducción de innovaciones… ¿Por qué? Porque todos los estudios que sobre este sector se han realizado últimamente tanto en España2 como en el exterior, señalan la importancia que la innovación, tecnológica y no tecnológica, ha de tener para que la moda sea capaz de competir tanto en la defensa de su propio mercado como en la apertura y penetración de los mercados internacionales. Y ello señores, porque desde el punto de vista del comportamiento de las empresas, existe una amplia evidencia que relaciona la competitividad de éstas con el desarrollo de su capacidad tecnológica. Algunos estudios actuales sobre competitividad para el sector de la moda señalan cómo se están produciendo cambios muy significativos que se basan en la innovación, porque se ha producido una modificación básica de orientación en las empresas de moda desde un enfoque de cadenas de aprovisionamiento centradas en la ventaja en costes hacia otro orientado a dar respuesta a las necesidades de los consumidores, lo que supone el desarrollo de sistemas de abastecimiento y estrategias de la cadena de aprovisionamiento centradas en el consumidor. La diferencia radica en que mientras que existen mercados sensibles al precio, donde el control de costes es vital, el mercado de la moda es sensible al tiempo, de forma que ”...tener el producto correcto en el lugar correcto en el momento correcto y al precio correcto con la promoción correcta es más importante para el margen del distribuidor”… voilá.
En consecuencia [de dos dedos de frente], es vital poseer un conocimiento preciso de cuál es la situación de partida de la innovación tecnológica en los subsectores que integran esta industria en el país [que no se enseña en ninguna escuela ni preocupa a casi ningún editor de moda], sobre todo si se desea potenciar las actividades necesarias para mantener e incrementar su productividad y competitividad. Y la sistematización de la información recogida en la Encuesta sobre Innovación Tecnológica en las Empresas (EITE) del INE sobre la capacidad innovadora de algunos subsectores de la moda española es un primer paso en esa línea. Clave. No firmamos el Manifiesto “Barcelona Design contra la crisis”, impulsada por el BCD [Barcelona Centre de Disseny] más de un centenar de estudios y agentes de toda la ciudad, solamente, porque sí… Bien por los diseñadores, talentosos a rabiar; bien por ese par de revistas impresionantes, bien por el cambio en la cabeza de sus impulsores, y bien por la city. La gracia de un circuito. Buenas noches tenga Usted, querida ciudad. Se lo merece.
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