Pasó exactamente como estaba previsto. Recién concluida la octava edición del 080 Barcelona Fashion, la pasarela de la capital catalana, antaño uno de los más importantes emblemas de marca ciudad ante el resto de Europa y el mundo, no alcanzó a comenzar y ni siquiera a terminar, porque aquello simplemente no existió, y cuando afirmo que no existió, fue simplemente porque nadie lo vio, y si nadie lo vio, fue simplemente porque nadie lo cubrió. Lo que se cubrió y lo que todo el mundo vio fue un desfile de fulanas aceitadas en biquini con el nombre TCN en todos los medios de comunicación españoles, con un 080 en minúsculas o entre medio de los artículos. También lo que se vio fue en todos sitios otro desfile de baratijas y copias de alta costura con el nombre de MANGO incesantemente repetido en esos mismos medios, de forma rabiosa. Antes que hablar de la pasarela o los diseñadores [en un pasado reciente verdaderas celebridades de un circuito], todos los periodistas estuvieron más dispuestos a escribir de un gobierno, de la gran estrategia de unir a todo un mercado dentro de la misma canasta y hasta confundir aquello con una feria, gracias a la inteligentísima idea de una nueva administración que metió manos en algo que no tenía ni tiene idea cómo funcionaba ni funciona. Aplausos caballeros. Hicieron de aquello un monumento a la ordinariez, dieron una cátedra magistral de por qué el globo entero mira al país con desilusión, en la pregunta de qué le sucedió a España y su gente… reafirmaron a todo el mundo porqué un país entero va de mal y a peor. Fue una tristeza. Fue una impotencia. Fue para agachar la cabeza y retirarse en silencio, y lo más rápido posible.
MANGO, con la espectacularidad propia de una multinacional, borró de un plumazo el trabajo de un grupo de creadores del mapa. Las prensas generalistas de toda la vida se fueron de cabeza a la facilidad de cubrir a dos empresas gigantescas y la gresca de decisiones políticas, de aquella encerrada de gallos de pelea, y los diseñadores, los independientes con enormes dificultades económicas, para los que fue concebida esa pasarela como plataforma para su visibilidad internacional, simplemente, dejaron de existir. La prensa especializada dio la espalda a su cada vez más afianzada cobertura por un tema de lógica, de no mezclar olivos con manzanos. Y todos callaron. Los que se subieron al carro tuvieron hasta la vulgar prepotencia de meter celebridades y pasearlas como palomas hinchadas por los front-row, en una vergüenza ajena que hacía mirar a un costado e imaginar que aquello no estaba sucediendo. Crearon un híbrido de poca monta cuyo futuro tiene dos opciones. La primera es su probable desaparición, porque debe hacerse la pregunta hasta qué punto diseñadores internacionales de fama global, propuestas comerciales y artísticamente fuertes y presencia segura en las pasarela prestigiosas aceptarán poner su producción y su nombre junto a una cuasi tienda por departamentos con el descaro de copiarlos a ellos mismos, o poner sobre la pasarela sus creaciones, algunas casi obras de arte, junto con aceitadas chicas en bikini. Probablemente muchos responderán la invitación a desfilar con una respetuosa carta de agradecimiento y un señorial “No, no me interesa, pero muchas gracias”, a pesar de la crisis…
La segunda opción que tendrán, que por la imbecilidad que acaban de hacer es muy probable que así suceda, sea su probable [y obligada] vertiginosa transformación, incluyendo otras firmas de la misma línea y hacer de eso un circo de celebridades televisivas y el mundo del corazón al más puro estilo cibelino, al mismo tiempo que una feria para marcas de consumo masivo juvenil maquillado de tendencias y un premio a recibir vaya uno a saber por qué clase de personaje que lo acepte. Mataron el 080 señores, y la tristeza se transforma en rabia y enajenación al constatar que nadie, salvo Miriam Ponsa, tuvo la valentía de decir absolutamente nada. Queda la tranquilidad de saber que Karlota Laspalas y Manuel Bolaño, con sendas colecciones, recibieron ese premio en metálico que les permita seguir con sus empresas-proyecto y seguir desarrollando aquel trabajo excepcional que crean contra una carrera de obstáculos y una realidad nacional digna de Dante, esperando con mucho anhelo que así suceda para que puedan marginarse, y pronto, del monstruo en lo que eso se convertirá. En silencio también entiendo a los diseñadores, que aquello resulta la única posibilidad real de obtener unos ingresos [que aunque no sean ninguna maravilla] de otro modo les resultaría muy difícil conseguir para continuar con sus marcas, pero si a futuro aquello ni siquiera les reportará un mínimo de visibilidad internacional para extender sus firmas, como acaba de suceder, honestamente deja de tener sentido hacer los esfuerzos sobrehumanos necesarios para participar de algo así. Deberán evaluarlo, y muy seriamente. Si es por eso, como al parecer se vienen las cosas, no pierdan el tiempo, hagan el mismo esfuerzo y váyanse a Cibeles. Al menos en Madrid siguen cubriendo, y de todos sitios.
En ese mismo sentido, el gobierno ha hecho algo gravísimo, que fue permitir usar uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad, en una de las universidades más prestigiosas del mundo y meter ahí chicas en biquini con sus instalaciones de fondo, o usar su fachada principal para poner el nombre de una empresa cual coliseo romano. Cualquier rector de un centro académico con dos dedos de frente y una larguísima y excepcional tradición educativa, pondría el grito en el cielo y pediría inmediatas explicaciones al gobierno. Aquello fue una ridiculización total de uno de los centros estudios insignia del país. La prensa especializada quedó atónita, sin palabras. No se trataba de Dior, se trataba de MANGO. Imaginen la escena y apreten la mandíbula. Fue una absoluta horterada, de las grandes. En una carpa en la playa de la Barceloneta, hagan lo que quieran. Dentro de la Universidad de Barcelona, o dentro de cualquier universidad, es imperdonable. Algunos defienden la inclusión de estas grandes marcas en la racionalización de su importancia de acuerdo a los puestos de trabajo que producen y los importantes ingresos con los que contribuyen a la economía nacional, que es muy cierto, pero no las puedes mezclar, porque son empresas de gran consumo. Pero todavía no pasa [ni creo que pase] que una pasarela seria incluya jamás una empresa de estas características. La administración política ha hecho oídos sordos al hecho de que la Semana de la Moda de París se celebra con los miembros pertenecientes a su federación, o que Londres hace la suya con la selección oficiada por el British Fashion Council. Lógicamente ante la inexistencia de un organismo que siente las bases para la pertinencia y selección de firmas en línea horizontal para su propia credibilidad y establecimiento en una industria bajo un mínimo de regularización, lo de Barcelona es simplemente tierra de nadie, se hace y deshace a conveniencia del que esté de turno, y pasa lo que acaba de suceder, y la responsabilidad es de sus propios actores en no permitir que eso suceda, porque va en su propio detrimento. Y es una pena caballeros, que existiendo el potencial creativo de primera línea como del que es dueño Barcelona y sus creadores, sucedan cosas como ésta, que terminan transformándose en un verdadero hazmerreír.
En líneas generales y ahora hablándole directamente al gobierno y sus responsables, si Ustedes, mis estimados señores, desean justificar un gobierno [y recién estrenado, que adquiere doble importancia por su propia connotación] y salir con medallas, y que se las soben en el hombro para que brillen más, hagan las cosas bien, y es muy sencillo en realidad. Si vuestra idea es meter a las firmas masivas con mayor repercusión en la economía, pueden hacerlo perfectamente, pero regularizando sus canales de participación. Con el tan sencillo ejemplo que si TCN y Mango hubiesen sido incluidas [ellas y más] dentro de THE BRANDERY, hubiese sido una estrategia perfecta donde esas empresas podrían haberse desenvuelto en un panorama excepcional, como conglomerados pilares acompañadas por otro sinnúmero de firmas extranjeras que hubiese dado una imagen plenipotenciaria de poder dentro de una industria masiva internacional, hubiese sido fenomenal. Ahí dentro podrían haber craneado desfiles colosales y a lleno y prensa completa, porque irían dada su importancia. Pero al 080 no se pueden permitir subirlas a una pasarela, porque pasan a deslegitimarlas antes los ojos de la comunidad internacional como tratando de ser algo que no son, y de paso también acaban deslegitimizando a sus diseñadores independientes porque hacen que nadie se interese por ellos. Básicamente, acaban deslegitimizando a sus marcas grandes, a sus marcas pequeñas, a sus espacios en la ciudad [como esa universidad], a su pasarela y también a su feria, porque aquello directamente nadie lo cubrió por estar pendiente de las otras dos empresas más grandes. Nuevamente, y que les quede muy claro, por desconocimiento o por propia ambición, han hecho una soberana estupidez. La rabia contenida y expresada viene de un cariño enorme por la ciudad, y queremos todos que les vaya bien, a sus creadores, a sus empresas más grandes, a sus iniciativas como el 080 y The Brandery y a todo lo que ello genera [establecimiento y facturación de sus enseñas, ocupación hotelera por pernoctaciones, incrementación de la vida nocturna, promoción turística de la ciudad y tanto más]. Si a la ciudad le va bien caballeros, a Ustedes les va mejor y eso al final termina teniendo repercusión en las urnas, e importantes, sobre todo en esto, porque todos los ven, y hasta fuera de sus fronteras. No olviden que cuando el pueblo tiene para comer, el pueblo quiere a sus gobernantes, y es el pueblo el que no permita que sean removidos, por algo son reelegidos, o directamente despachados. Aunque suene muy extremo, no es más que la más sencilla verdad, y deberían tener la inteligencia para poder entenderlo. No tiene más misterio. Pero pareciese que por las decisiones que se toman, o las estrategias que se implementan, no hacen más que dañar más hondamente a su tierra y su gente. Ser testigo de ello es muy decepcionante, y se los digo muy humildemente.
Gran parte de los diseñadores que participaron de esa pasarela, con el apoyo necesario, están perfectamente capacitados [después de años de entrenamiento propio y pese a su juventud] para meter las narices en el panorama internacional que sea, y sacar aplausos. Mango, TCN, Custo, las empresas del grupo Inditex y otras más también están perfectamente capacitadas para actuar a un nivel de grandes ligas, incluso sin la intervención de ningún gobierno de turno, y la responsabilidad principal de cualquier gobierno de turno es precisamente ese, ayudar a sus empresas, darles visibilidad y darles premios para sustentarlos y hacerlos sonar, pero con criterio, que termina siendo un importante patrimonio, por estos días a la vista de todo el globo escaso, donde las decisiones y las estrategias parten desde otros condicionantes. Como le decía a un amigo públicamente por las redes sociales, que es penoso ver la falta de criterio que lleva al país a la ruina, y no solamente en esto, en la moda, sino en su cultura, su política y su economía, tan a capa caída en todos sus ámbitos, donde se parte desde la ambición, como conduciendo un coche sin chofer, donde se le ha perdido el respeto a las bases fundamentales de la vida, y de ahí se hace y deshace según intereses propios, no grupales. Y lo ves a ojos abiertos de par de par, respirándolo como inhalar profundamente una bolsa de pegamento, que aturde, que deja sin palabras… que entristece y que termina por acabar con todo, y de forma hilarante. Ha sido muy triste lo que acaba de pasar, y ha tenido repercusión, como es lógico, que es la no-repercusión. Ha sido un error, y tendrá consecuencias. La situación se pondrá aún más difícil, porque en el caso de querer enmendar, dada la enorme publicidad gratuita de la que se han hecho las empresas grandes, no van a querer bajarse más del carro, otras grandes querrán entrar, lo que implicará menos plazas para los independientes, y si los internacionales, dado aquel circo deciden por saltársela, los medios globales y también especializados, como ahora, no harán más que partirse a carcajadas de una buena ensalada de fruta. Sólo queda felicitar a Karlota y Manuel por sus premios y agradecer y felicitar también al resto de participantes, porque hicieron un trabajo excepcional, a pesar de haber sido eclipsados por las dos compañías. No fue culpa de ellos, y eso, termina siendo una garantía. Esperemos que el gobierno haya aprendido la lección. Enhorabuena, por supuesto, solamente para ellos.
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