El mundo ha recibido otro puñetazo. El mundo entero sin discriminar en edades, razas o condiciones. Una vez más, por obra y gracia del “primer” mundo. Para los que pertenecemos a las áreas creativas, el deceso de la intérprete y músico Amy Winehouse paralizó a todos, sin excepción, aunque no la escucharan. La gran voz [una de la por estos días tan escasas] que desempolvó el soul y lo transformó [ella sola] entre millones, prácticamente en una creencia, un aliento sofisticado que rodeó la vida de una cantante en un binomio vida-profesión que como en otros casos, alumbró grandes obras artísticas y fue y sigue siendo motor creativo de muchos grupos y compositores. Binomio que también ha sido el detonante para el adiós de otros muchos… no hace falta decir más, porque ni siquiera se sabe si esa es la razón. Amy fue una de las pocas artistas que significó como nadie la actitud de la contracultura, capaz de pasar de la tragedia a las carcajadas limpias con sólo hacer chasquear los dedos, en un fuego incontrolable que ardía dentro de ella misma. Quien les escribe, honestamente, se quita el sombrero por esa buena mujer, que explicó como nadie cómo es este negocio, y al que luego hizo callar: “Es como dicen. Ningún maldito episodio es como el negocio del espectáculo. Había que sonreír para no vomitar”. Más arcadas provocaba el saber que no tardarían en llegar las conspiraciones de su fallecimiento. Los monstruos británicos de la prensa amarilla se encargaron de ello… ¿Quién dio la primicia?... quién más… Murdoch. Sky News. ¿Cómo fueron los primeros en enterarse? Imagínenlo, siendo el tabloide “News of the World”, cerrado recientemente por el escándalo de las escuchas ilegales y que a finales de los sesenta se hizo eco del consumo de drogas de los Stones, se alimentó hasta los últimos días de su trágica caída. Cualquier cosa era válida, como lo vuelve a ser. Del círculo que lo desafiaron como Kate [Moss], Pete [Doherty] o Kelly Osbourne, Winehouse también se rió de todo aquello, pero no pudo impedir ser víctima.
Espectáculo caballeros. El mundo vive del espectáculo. Pan y circo. La comparecencia de los Murdoch fue televisión de primera, puro espectáculo. Murdoch no lo pudo haber hecho mejor. Ver por cobertura planetaria a uno de los hombres más poderosos del mundo pidiendo perdón, explicando su desconocimiento de las fechorías cometidas por sus empresas y culpando a sus empleados después de que Wendi Deng, la esposa china del magnate se abalanzó sobre un cómico que intentó tirarle un plato de crema de afeitar a su marido. Vamos, que Murdoch sabe de medios como ninguno. Mientras esa telenovela se actuaba en Londres, al otro extremo del océano, en Washington, demócratas y republicanos proseguían sus negociaciones para evitar que al Gobierno no le alcance el dinero para pagar sus cuentas. Algunos diputados y senadores del Partido Republicano vieron en esta negociación una oportunidad para recortar el gasto público y disminuir el enorme déficit fiscal estadounidense, como explica Moisés [Naím]. Los demócratas comparten este objetivo y aceptan que es necesario realizar ciertos recortes. Ambos tienen razón, y las reformas que proponen son necesarias. En eso mismo metieron las narices los diputados del siniestro Tea Party, intentando utilizar su influencia en estas negociaciones para imponer cambios radicales en materia de gastos e impuestos. Sus propuestas fueron tan extremas que sorprendieron a sus propios colegas de la bancada republicana, y pasa que el Tea Party, dañino, intransigente, radical, indignado y estridente [al más puro estilo hollywoodense… espectáculo] no es un ala más del Partido Republicano, sino que representa un take-over hostil a su propio partido, que incluye el deseo de desbancar a sus líderes tradiciones. Les reprochan su disposición para llegar a acuerdos con sus rivales demócratas. No les importa hacer fracasar las negociaciones sobre el límite del endeudamiento, forzar al Gobierno a entrar en una moratoria de pagos o que esto desencadene una crisis financiera que directamente le partiría la nariz al mundo. Y da para apretar los dientes saber que una vez más, Murdoch está detrás. El Tea Party le debe su ascenso cual tren bala y actual influencia a FoxNews, su cadena de televisión [La misma de la exclusiva de Amy…]. La televisora promovió al Tea Party en el dos mil nueve cuando surgió como una pequeña agrupación de conservadores de clase media con un profundo descontento con su situación personal y la del país. Como dice Naím, la cobertura, el estímulo y la promoción que Murdoch dio a estos grupos de sanguijuelas, cuyo mensaje populista en situaciones complicadas para la sociedad encontró apoyo en el país, provocó que crecieran rápidamente y finalmente lograsen un sorprendente número de diputados en las elecciones parlamentarias del año siguiente. Sin FoxNews, hubiesen existido igual, pero nunca con el peso que ahora tiene. Y ahora son sus diputados los que ponen en peligro un acuerdo indispensable y fundamental para la estabilidad financiera del mundo señores, y son también un buen ejemplo de cómo un solo individuo puede influir sobre el curso de la economía global… es desconcertante, es preocupante.
MR Paul Krugman, premio nobel de economía, vuelve a repetirlo, a su forma, pero lo ratifica intrínsecamente. Ahora mismo estamos viendo no una sino dos crisis inminentes, cada una de las cuales podría provocar un desastre mundial. De nuevo, en suelo estadounidense los fanáticos de derechas del Congreso pueden bloquear un necesario aumento del tope de la deuda, lo que posiblemente haría estragos en los mercados financieros mundiales. Al mismo tiempo, si el plan que acaban de pactar los jefes de Estado europeos no logra calmar los mercados, podríamos ver un efecto dominó por todo el sur de Europa, lo que también haría estragos en los mercados financieros mundiales. Si los políticos congregados en Washington y Bruselas consiguen esquivar esas amenazas, aún cuando se las arreglaran para evitar una catástrofe inmediata, los acuerdos que se están alcanzando a ambos lados del océano van a empeorar la crisis económica prácticamente con toda seguridad. Los responsables políticos caballeros parecen decididos a perpetuar una depresión menor. Cuando la burbuja explotó, todo podría haber ido bien si otros importantísimos actores económicos hubiesen incrementado su gasto y llenado el agujero dejado por el desplome de la vivienda y el retroceso del consumo, pero ninguno lo hizo. Concretamente, las empresas que disponían de capital no vieron ni ven motivos para invertir ese capital en un momento en el que la demanda de los consumidores es débil. Fueron unos desgraciados, y lo sabían. Los Gobiernos tampoco hicieron mucho más por ayudar. Algunos de ellos se vieron obligados a recortar drásticamente el gasto ante la caída de los ingresos y los comedidos esfuerzos de los Gobiernos más fuertes apenas bastaron para compensar esa austeridad forzosa. ¿Y qué proponen hacer al respecto? La respuesta es sencilla: nada. La desaparición del paro de la retórica política de la élite y su sustitución por el pánico al déficit son notables. No responde a la opinión pública, así de simple. En el sondeo realizado por CBS News y The New York Times [que no son propiedad de Murdoch] el cincuenta y tres por ciento de la ciudadanía mencionaba la economía y el empleo como los problemas más importantes a los que nos enfrentamos, mientras que solo el siete por ciento mencionaba el déficit… Tampoco es una respuesta a la presión del mercado. Los tipos de interés de la deuda de Estados Unidos siguen cerca de sus mínimos históricos, es decir estimados lectores, siguen mintiéndole a la gente, y sin asco. Sin pudor. Resulta, según ese premio nobel, Krugman, extremadamente difícil creer que la compleja y hollywoodense ingeniería financiera que la declaración propone [en Europa], pueda resolver realmente la crisis griega, por no hablar de la crisis europea en general, pero aunque así fuera, la declaración pide unas drásticas reducciones del déficit “en todos los países salvo en aquellos con un programa” que debe entrar en vigor “antes del 2013 como muy tarde”. Dado que esos países “con un programa” se ven obligados a observar una estricta austeridad fiscal, equivale a un grotesco plan para que toda Europa reduzca drásticamente el gasto al mismo tiempo. Y no hay en los datos europeos que indique que el sector privado vaya siquiera a estar dispuesto a cargar con el muerto, con aquel fiambre, en menos de dos años. Para los que conocen la historia de la década de mil novecientos treinta, todo esto resulta extremadamente familiar… si alguna de las actuales negociaciones sobre la deuda fracasa, podríamos estar a punto de revivir 1931, para ser más directo, el hundimiento bancario mundial que hizo gigante la Gran Depresión. Y si tienen éxito, estaremos todos preparados para repetir el gran error del treinta y siete: la vuelta prematura a la contracción fiscal que dio al tacho de la basura con la recuperación económica y garantizó la prolongación de la gran depresión hasta que la Segunda Guerra Mundial finalmente proporcionase el impulso que la economía necesitaba… lo que puede avecinarse puede ser monstruoso… Ya no son bromas. El Banco Central Europeo parece decidido a empeorar aún más las cosas subiendo los tipos de interés. Lo que está sucediendo es muy grave caballeros, y pasará solamente gracias a la poca sabiduría con la que se gobierna el mundo, y es ahora cuando esa falta de sabiduría se pone plenamente de manifiesto, cuando las élites políticas de ambos lados del océano malogran la respuesta al trauma económico pasando por alto y reboleo de las lecciones de la historia… Como también acierta Timothy Garton Ash, si la reunión de urgencia de la eurozona del jueves en Bruselas no tranquiliza a los mercados, algunos países del grupo pueden caer en cuestión de días.
Las dos economías más grandes del mundo se tambalean al borde del eurocalipsis y el dolarcalipsis. La inmensa deuda de Estados Unidos es un peligro para la credibilidad y el poder del país en el mundo y no así para la Unión Europea. Por el contrario, la crisis de la eurozona pone en tela de juicio el propio futuro de la Unión en su versión última y más flexible. Son las antípodas de la extinción de la virtud… los republicanos y los demócratas están ideológicamente más polarizados que en los grandes países europeos, pero si a los norteamericanos les divide la ideología, a los europeos les divide la nacionalidad. Los republicanos de la crisis de la eurozona son claramente los alemanes. Basta mirar de abajo a arriba a Angela Merkel, la canciller alemana, que es a Bruselas lo que Eric Cantor, el líder republicano es a Washington, o sea, un poderoso obstáculo pero con escasa visión de futuro. El peso de la deuda de los Estados Unidos aumentó gracias a los recortes fiscales aprobados en tiempos de Bush hijo y los gastos de las guerras en el extranjero, además del incremento del gasto de sanidad y prestaciones sociales, para más tarde sumar los rescates y el enorme gasto deficitario tras la crisis financiera aprobado por Obama. Los europeos en general no hicieron grandes recortes fiscales, ni mucho menos guerras. Con muy pocas excepciones como Francia y el Reino Unido, su gasto en defensa ha pasado de pequeño a prácticamente diminuto. Hasta aquí sus diferencias visibles, pero al entrar más detalladamente, se encuentran grandes semejanzas. ¿Por qué? Porque la realidad es una crisis estructural del capitalismo liberal democrático, y políticamente, de la democracia liberal capitalista desarrollada en el corazón de occidente en las últimas décadas. A ambos lados de ese océano, vivieron por encima de sus posibilidades. La deuda empresarial, doméstica y pública se acumuló durante cuarenta años y ahora, con la nacionalización de la deuda privada después de la crisis financiera y el desplome del crecimiento y los ingresos de los Gobiernos, la deuda pública crece, y crece, y crece, como el termómetro de una válvula recalentada hasta niveles de Producto Interno Bruto de noventa, cien, ciento diez por ciento… es una bomba de tiempo. El sistema financiero, el nuestro, el que privatizaba el beneficio y socializaba el riesgo, debe cargar con una gran e importante parte de la culpa, como así también el consumismo desatado, con los anunciantes descubriendo formas cada vez más refinadas y sofisticadas de fabricar “necesidades” que terminan siendo absolutamente innecesarias. Para apuntar con el dedo también a los “baby boom” y “chicago boys”, con sus expectativas de tener cada vez más atención sanitaria, prestaciones sociales y pensiones. Una aspiración legítima, claro está, por supuesto, si no hubiese que sufragarla a costa de vuestros propios hijos… casi la mitad del gasto federal de suelo norteamericano se dedica a lo que los europeos llaman Estado de Bienestar, y es verdad que es la mitad de una cuarta parte del PIB y no dos tercios de una mitad, como en algún muy generoso Estado de Bienestar europeo; pero sigue aún así siendo una proporción enorme, y no para de crecer. Luego está la política, una vez más, donde se ve a ambas orillas del Atlántico [también, una vez más], una perversión de la Democracia. Consiste en dar a los sectores más ruidosos del pueblo lo que quieren, a corto plazo siempre, en lugar de proponer a la mayoría de la población lo que necesita a largo plazo y arriesgarse a la impopularidad inmediata, que es lo que han hecho siempre los buenos líderes… no hay más que ver el contraste entre Angela Merkel y Helmut Kohl, poque Kohl dirigía la opinión pública alemana caballeros… y Merkel la ha seguido hasta el borde del precipicio. Ella y el resto, ¿Por qué? Porque se trata de una política hipersensible al dinero, los intereses especiales, las campañas mediáticas, los grupos de presión, los grupos de discusión, el último sondeo de opinión y la próxima elección local… es abrumador. No es al azar que Washington y Bruselas sean rivales en ser los paraísos del “lobbista”, porque lo que mejor hacen estas dos gigantes y distintas entidades políticas, la Unión Europea y Estados Unidos, no es más que sumar intereses particulares y apaciguar a todos los que es posible apaciguar en un momento dado… una gran República estaría ciertamente mejor preparada que unos Estados pequeños para defender el bien general frente a los intereses especiales y las facciones. En ella sería más difícil que esas ratas que se hacen pasar por candidatos, como dice James Madison, logren practicar las perversas artes que con demasiada frecuencia deciden las elecciones… porque unos representantes sabios y prudentes refinarían y ampliarían las opiniones de la población. Y ya. Es decir, Montesquieu a lo mejor se equivocase al afirmar que la Democracia quizá podía funcionar mejor en unidades pequeñas y ser más difícil de mantener en grandes entidades… pues por cómo va el partido comunista Chino, pues parece que pasa olímpicamente a Montesquieu. Con tres billones de dólares en la caja fuerte de la Administración Estatal de Divisa Extranjera, China afirma que la república popular ha encontrado una manera mejor, y más eficaz, de gobernar un territorio inmenso y variado [y de ahí a sus otros abusos]. Como dice Garton Ash, la tarea que aguarda ahora a los dos gigantes del occidente liberal democrático es demostrar que Madison tiene razón y el Partido Comunista se equivoca, y hasta ahora, pues sólo estamos haciendo una verdadera y plenipotenciaria chapuza… y lo grave de no hacerlo caballeros, de no hacer el trabajo bien hecho, es que Europa entrará a una etapa de un aún mayor descontento social, fobia al inmigrante y movimientos de secesión política, y no lo pueden permitir. Para ello, en el caso específico de Europa, deben recapitalizar a los bancos, crear un área de deuda comunitaria y una estrategia de crecimiento común y de empresas compartibles. Europa necesita reequiparse para volver a exportar y tener mayor flexibilidad de capital, trabajo y financiamiento. Deben evitar a toda costa el proteccionismo y la pérdida de vida y trabajo. La actual situación no tiene por qué volver al drama de la postguerra. Lo cierto es que la nueva Europa, como os cuenta el escritor Carlos Fuentes, habrá de adaptarse a un nuevo mundo de economías emergentes en Asia y Latinoamérica hoy, y acaso también en África mañana. La gloria de antaño no volverá, pero tampoco la miseria de ayer. Europa deberá adaptarse a un mundo diversificado, emergente y nunca más euro-céntrico. Dependerá sólo de la virtud que sus responsables, de la virtud dentro de su propia y al final determinante naturaleza humana. Con esto me voy a Noruega, y su sociedad recién estremecida por la matanza más brutal que el país conozca desde la segunda guerra mundial. Robo las palabras de Víctor Lapuente Giné, cuando a través de ellas asiente que la tragedia en Oslo revela dos cosas sobre la naturaleza humana. La primera, que existe una minoría de seres humanos capaces de planear y ejecutar actos de una brutalidad casi inimaginable. Y segundo, que el resto de seres humanos sienten una necesidad muy comprensible de explicar por qué ha sucedido algo así, en una sociedad casi perfecta como la noruega, y esto tiene intrínsecamente que ver en todo lo que han leído hasta aquí, con mucha voluntad. Después de la tragedia, el Gobierno y sus representantes fueron enfático en responder a su propio país “Responderemos con más Democracia”, y que la clave es que mañana Noruega despierte como Noruega, es decir, una sociedad abierta, donde es posible confrontar ideas políticas en un ambiente de libertad.
Existe la idea extendida, sobre todo gracias al éxito de la multitud de autores escandinavos de novela negra, de que bajo la fachada de perfección que destilan las sociedades nórdicas, algo huele mal. El racismo es intenso, las mujeres sufren abusos sexuales y hay una violencia latente como resultado de una represión puritana, como dicen unos, o de las excesivas comodidades que da el Estado de Bienestar, como dicen otros. Incluso en medios de comunicación serios se concluye que las novelas escandinavas describen la verdadera suciedad de fondo que subyace en estos países. Una suciedad que se escondería detrás de esos datos agregados que tozudamente ponen a los países nórdicos a la cabeza no solo en casi cualquier indicador de calidad de vida medible, sino además, en muchos índices de competitividad económica. Son también los países más solidarios tanto desde el punto de vista de la ayuda al desarrollo como del compromiso con los valores democráticos y los derechos humanos. Supone Lapuente Giné que es más bien al contrario de la interpretación habitual… la gran producción de novela negra escandinava es indicativa de unas sociedades capaces de generar productos altamente creativos y exportables como novelas, canciones o software gracias a unos sistemas educativos donde el estímulo de la creatividad ocupa un lugar central. Hace tan pocos días la sociedad noruega despertaba con el convencimiento de que la sensación de confortable seguridad propia de una de las sociedades más avanzadas del mundo había estallado en pedazos. WHAT THE FUCK era la palabra correcta que a todo el mundo [literalmente] se le repetía en la cabeza, tapándose la boca, mudos. Todos. El atentado de ese viernes siniestro, por la coordinación de acciones criminales y por el número de víctimas se ha posicionado en el mismo nivel de brutalidad e impacto sobre una sociedad inerme que los de Madrid y Londres. Behring Breivik, ese cabrón, ese soberano desgraciado, revela una ideología ultraderechista [que va en alza gracias a la misma situación de Europa], una tenacidad obsesiva por conseguir sus objetivos y una ausencia total de barreras psicológicas y morales que impidieran los crímenes. La definición de fundamentalista cristiano, indica que era conocido su grado de fanatismo. El sangriento y despiadado ataque al centro de Oslo y a las Juventudes Laboristas en Utoya son congruentes con el delirio ultrarradical de Behring, donde surgen las incómodas preguntas sobre la seguridad noruega, desde luego. Esa masacre confirmó que la prevención de los ataques terroristas no puede ni debe orientarse solamente hacia el frente yihadista, porque cada vez más [y esto estaba advertido], hay patologías sociales, quizá con un componente religioso más impreciso, pero igual de recargadas de la fiebre racista, la soledad y la frustración, que pueden aterrorizar a las sociedades más avanzadas. Parte de esas patologías, por su carácter narcisista, se exhiben por aquí mismo, por lo que tiene frente suyo, por internet y sus redes sociales. Una vez más, las amenazas latentes en las páginas web no se han tenido en cuenta o solamente no se disponía de los medios necesarios para controlarlas. Conclusión evidente es que los sistemas de seguridad noruegos fueron sorprendidos por un ataque procedente de un flanco inesperado, aunque la cuasi inmediata detención del asesino revela que fueron capaces de reaccionar con automática rapidez. Ciertamente resulta insólita la ausencia de seguridad, pero hay que tener muy en cuenta, y recalcarlo, que Noruega es un país políticamente adscrito casi por definición a las causas en favor de la paz, y hasta el viernes, confiados en la seguridad de la inocencia. Y porque lo han tenido muy duro. Por eso son lo que son. Noruega es casi una tierra “maldita”, no solo por un clima riguroso y orografía que dificulta toda clase de comunicaciones, sino también por la peor maldición que puede tener un país: petróleo. Basta mirar para el lado cómo el descubrimiento de petróleo suele traer a un país el abandono de otras actividades económicas, rentismo, nepotismo, fragilidad institucional, golpes de Estado e incluso guerras. El petróleo y su dinero fácil desata la avaricia y la desclase de políticos y gentes cercanas al poder, y Noruega es uno de los pocos países en el globo terráqueo que ha sido capaz de escapar a esa maldición, construyendo, si no les bastase, una economía sostenible y diversificada. Y ese milagro ha sido posible gracias a un modelo político democrático, y doble. Sus representantes políticos son elegidos en las urnas, pero sus actividades son permanentemente controladas por sus propios votantes y sus medios de comunicación a través de una cultura de la transparencia, de la sabia cercanía de los políticos a los ciudadanos [que esta tragedia vuelve a poner de manifiesto como un puñetazo en la mesa puesta], de tolerancia hacia las ideas diferentes y de libertad de expresión. Y pasa que todas estas características señores, no se pueden cuestionar [y tratarán de hacerlo, no les quepa duda] como resultado de la conmoción creada por esta o tragedias parecidas. Y esos pilares del modelo noruego deben seguir siendo una referencia para todos, dentro y fuera de ese país. Ellos no van a permitir la extinción de la virtud. Tampoco lo permita. Sólo queda mostrar las más sentidas condolencias al pueblo de Noruega, a ese país traumatizado, a la familia de Amy, porque fue la extinción de una impresionante virtud, y para ella, sólo decir un gran GRACIAS, en la tranquilidad de saber que como están las cosas, como está el mundo, esta hollywoodense [again] tragedia, afirmado por Navarro, Naím, Krugman, Garton Ash y Fuentes, ellos estarán mucho mejor, sin lugar a dudas. Que en paz descansen, todos.
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