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22.5.12

ELIZABETH

 Image::MR CECIL BEATON PHOTOGRAPHER © LONDON::


Hace un tiempo atrás, Eugenia [de la Torriente] se centraba en la imagen de Elizabeth II, Reina de Inglaterra, como referente de estilo. Quedó en la cabeza dando vueltas, vueltas y más vueltas. Elizabeth… Tiempo después, por esas cosas de casualidad y sin proponérmelo, me encontraba frente al film dedicado a la monarca, una ficción centrada en aquel episodio cuando Diana de Gales fallecía debajo de un puente en París gracias al acoso de un fotógrafo imprudente que buscaba la exclusividad del escándalo. Y como bien narra Eugenia, pareciese ser que Elizabeth va siendo prácticamente la única que va sorteándolo todo, como si pasase de todo manteniéndose idéntica. Siguió dando vueltas en la cabeza. Empecé a recopilar información. Artículos, imágenes, videos, análisis y ensayos. Sin lugar a dudas, después de revisar todos el material durante días, la principal conclusión era que esa mujer poseía una vida cinematográfica, que ninguna actriz de cine [ni de las vivas ni de las muertas, las más grandes de la historia], ha llegado a igualar. Tampoco ninguna otra monarca contemporánea. A lo mejor por el hecho de que siga viva, o a lo mejor porque ha sobrevivido a todo, y a lo grande. Todo lo referente a ella hace callarte la boca, incluso hasta en sus más mínimos detalles. Es lo más cercano que exista en el mundo moderno al poder más exacerbado, a la opulencia más principesca, a la representación de esa Reina Victoria que en su tiempo tuvo en su poder, en sus manos, sencillamente, al mundo entero.



Descendiente directa de una familia con una historia de más de mil años, que ascendió al trono más importante de Europa siendo apenas una muchacha, parece que nadie nunca se preguntó si ella quería realmente eso… debía ser eso, y punto. No tuvo el tiempo ni siquiera de preguntárselo ella misma. Desde el  momento de su coronación [de la que cualquier persona en su sano juicio saldría corriendo despavorida], acató las reglas de un peso planetario e involuntario, porque eso es, y toda su vida ha debido representar la imagen de sobriedad, jugar a ese personaje que vaya a saber uno si se ajusta realmente a lo que pasa por la cabeza de esa mujer… debe de ser una de las mujeres más inteligentes del globo, simplemente, porque la obligaron a eso, no tuvo elección. Es muy fuerte tener veinticinco años, o treinta, y sentarte a la mesa con otros hombres y mujeres que lo mismo te duplican o triplican en edad y tienes la obligación de tratarlos a la par, y hasta por debajo de ti… hay que tener huevos. Saber que deberás jugar el papel de “Reina de todo” hasta el día que mueras, y ni cuando mueras tendrás paz… creo que una cosa semejante no puede hacer más que transformarte en puro hierro, infranqueable, la más fría de las personas. Frente a ti, durante décadas, desfilan primeros ministros, mandatarios, reyes y nobles menores que tú en poder y visibilidad mundial, los mejores artistas y premios internacionales de todo tipo… y tú no mueves ni un músculo de la cara, porque sabes que no puedes dejarlos que te vean hacerlo, a nadie, ni siquiera si hay guerras en tu propio territorio, muertes y sangre. No puedes tener opinión política, pero eres parte consustancial de la política. Debes mirar por encima del hombro incluso a los políticos, porque sabes que pasará el tipo, y luego otro, y otro más pero tú seguirás ahí, en lo más alto, por siempre… te vistes toda tu vida igual con inflexibilidad hacia el erotismo, el glamour y cualquier tipo de tendencias siendo que puedes tener los más fastuosos vestidos, joyas y toda suerte de lujos… hay que tener huevos para no caer en ello como caen todos. Y sería muy gracioso ver a aquellos que la han criticado durante décadas o al menor atisbo de ataque lanzarse como perros a la yugular, si podrían hacer lo mismo que ella… probablemente muy pocos podrían.    



En tiempos actuales donde la realeza española tropieza en escándalos evitables; los monarcas árabes caen en la más grande falta de sofisticación [basta ver a sus mujeres] acojonados de que sus pueblos ataquen sus palacios y los lleven a la gillotina [como a sus dictadores]; el otrora hortera reino de Mónaco se ha vuelto aún más hortera, favorito para esconder dinero negro de nuevos ricos; Europa está a punto de desintegrarse; América lucha por mantener su hegemonía y los poderes económicos mundiales se han desplazado hacia China, la India, África, Rusia y América Latina; la prensa se convierte en chismorreo de cuarta y sensacionalismo; y media humanidad está en las calles reclamando con ira la desintegración del propio mundo, encerrada en su palacio sigue Elizabeth… observándolo todo. Seguramente verá la televisión, leerá los periódicos, será consciente de los cambios que se van dando como nunca antes en toda la historia, la universal, aquella en la que ha sido una de sus principales protagonistas [a la fuerza]… ¿Se han preguntado qué pensará de todo lo que hoy nos sucede? Probablemente se levante, mire por la ventana en silencio, niegue pausada y elegantemente con la cabeza y sólo diga una frase en voz baja: “Manga de gilipollas”. Y ella seguirá ahí, discreta, pragmática, estoica, vistiendo igual, recibiendo a los reyes y a los hombres y mujeres más poderosos del mundo, hablando lo justo e indispensable, pasando frente a gentes, esa gran fauna, que no tendrán otra opción más que arrodillarse a su paso, siguiendo su vida pública y privada como lo que ella sabe que es: la reina más poderosa del mundo, amada y odiada dentro de su palacio repleto de caoba, mármol, tapices, pinturas de los artistas más extraordinarios de la historia, oro y cristal por todos sin una razón, por documentación, lo suficientemente consistente para con ella, persona. Y ella lo sabe… hasta el día de su muerte. Victoria, si estuviese viva, no podría hacer más que sonreír, porque lo ha hecho no bien, sino perfecto, sobre todo desde el punto de vista que no tuvo, nunca, elección. Era otra época, podría decirse, y está muy bien. El gran tema es, o la pregunta es, ¿Qué época. Y esta qué es?, ¿Esta, donde disculpando la vulgaridad, es todo una gran casa de putas?... Podría ser más interesante la pregunta de si antes, en ese tiempo donde Elizabeth fue coronada, acaso no vivíamos mejor. “¡¿Pero qué dices?!”, se me podría criticar. “¿A no?”, podría responder. ¿De qué han servido todos los avances de la ciencia y la medicina, cuando de esos mismos avances se han aprovechado multinacionales y farmacéuticas para su propio enriquecimiento e incluso para seguir expandiendo pandemias y enfermedades a propósito, como el Sida, en África?; ¿Para qué ha servido la sofisticación en la intelectualidad y el comportamiento del ser humano, cuando de eso se aprovechan todo este ejército de subnormales para posicionarse en la política, entendiendo el servicio público como un mal chiste, o una buena broma?; ¿De qué ha servido el avance de la tecnología y la apertura a las nuevas autopistas de la información, cuando cada vez más gente no tiene más que una insana relación con una pantalla de ordenador?; ¿De qué ha servido el mismo desarrollo de las artes y su relación con esas mismas tecnologías, cuando lo único que han logrado hacer es mierda [salvo notables excepciones], y de paso, confundirlo todo con el entretenimiento y el espectáculo, mirando en todo momento a ese sitio en Los Ángeles de los que se valen esos mismos productores cinematográficos de la vida de una mujer como Elizabeth y el circo que supuso el deceso de la plebeya elevada a princesa y luego engañada con trágico final, para hacer efectivo?... ¿Alguien dijo Walt Disney?... hay que tener suficiente morro, en el mundo de mierda donde vivimos como para ir a criticarla, honestamente. Se trata de la poca vergüenza caballeros, de eso que Molière puso sobre un escenario y que seguramente los antepasados de la propia Elizabeth disfrutaban viendo en algún gran teatro como lo que era, una comedia del absurdo.



Ya nos gustaría a todos vivir como Elizabeth, en esa supuesta irrealidad encerrada en su palacio rodeada de las mejores obras de arte que nadie haya visto jamás, sin elección, alejada de lágrimas y espectáculos, de sangre y maldad, obligándose a ser estoica, sobria y vistiendo toda la vida igual, sin seguir ninguna moda u otra imbecilidad, y al mismo tiempo, siendo el centro de todo, de amores y odios populares, de los medios de comunicación del planeta, de los hilos del poder y las cuentas bancarias más abultadas, ajena a las horteradas y a esa “manga de gilipollas” hoy convertida en pandemia, tan letal como ese asesino llamado Sida… y no tuvo elección. Ahora su nieto, hijo de esa misma mujer que la hizo salir de palacio y revolucionar en parte, de un plumazo los mil años de historia de un imperio [que ha tratado por todos los medios posibles de mantener], se casa con otra plebeya… ¿ Y ella lo vuelve a aceptar?...  ¿Qué les parece? A ver cuántas saben ser reinas… les aseguro que no les da ni para ser simples estrellas de cine. Eugenia tenía razón. Se convierte hoy en referente de estilo, histórico y universal. ¿Por qué? Porque sigue siendo ella, y lo que hizo [ahora si, por propia opción] fue puro rock´n roll. Evolucionó primero que ninguna, y lo hizo, por supuesto, a lo grande. Por algo es reina, y de reinas, como ella sólo sabe [y lo sabe], la mejor... Elizabeth.



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