Image::MR MARK BORTHWICK PHOTOGRAPHER © NYC::
Se han
preguntado alguna vez, la dificultad que significa encontrarse frente a algo
que quieres, algo por lo que has luchado muchísimo, que generó la movilidad de
muchísima gente, que dio de comer a otro número no despreciable de personas,
provocó un movimiento que cruzó mucho más allá de las fronteras que uno nunca
imaginó, te dio un cierto renombre dentro de un área específica, a lo mejor en otro
par más, luego se masificó, diste un paso al costado cuando caíste en ello
[para no quemarse, claro está], y después, simplemente, todo el mundo lo
olvidó… y luego sobre ti, encima, cayeron algunas desgracias propias de la vida
[esas que jamás preguntan si pueden o no entrar]… y te fuiste a la mierda, a
tomar, literalmente, por culo. Le ha pasado a todo el mundo, pienso, aquello no
es grave, supongo. Lo grave es que eso te llegue realmente a afectar… en ello
la dificultad del asunto en sí. ¿No le ha sucedido a Usted? A algunos
probablemente si, a otros no, y uno se levanta en la mañana, o por la tarde con
una resaca de aquellas, mira por la ventana y se dice a sí mismo “Menuda mierda
de día”. Y te prendes un cigarrillo sabiendo que te estás ganando un cáncer, te
bebes un vaso de agua, o un café, caminas al salón, abres los periódicos y te
encuentras con… más mierda. Esa prensa que resbala sin tropezar en la noticia
torpe, mundana, la de hoy, esa en la que hablan glorias rescatadas del olvido
donde no hacen más que repetir lo mismo: que todo pasado fue mejor. Otros de
medio pelo sin ningún tipo de representatividad atacan o justifican acciones de
tal o cual sin la historia propia suficiente como para poder ser creíbles, o
admirables. Y es que los tiempos caballeros no dan para mucho más, y se trata
de un tiempo en donde sus protagonistas (o ex protagonistas), están agotados. Hablan
sólo los que se subieron al carro, los del al medio. Y se trata de un tiempo
actual en donde las nuevas generaciones, más que ver oportunidades sobre la ola
de ese maremoto que todo lo arrasó, no sólo no lo toman como una oportunidad
para subirse sobre ella y surfear [porque para eso hay que tener cojones, y se
ve que no muchos los tienen], sino lo ven como la excusa perfecta para
aferrarse a lo que ya se hizo y volver sobre ello una y otra vez, fabricando
una producción sino cancina, kilométricamente aburrida, no comprometida, vamos,
como esos oleajes lentos, cómodos, lindos y somníferos de una playa del
Caribe…. La total y absoluta autocomplacencia por los propios sueños… una
mierda, así de ofensivo… así de simple.
Uno no es dueño
de la verdad, de eso ni hablar. Sin embargo, parece cada vez más nítida aquella
verdad que dicta como una profecía que todos esos focos y luminarias, volviendo
a los primeros, al fin y al cabo, terminan por apagarse. A lo mejor no se deba
a que por ellos mismos, por libre albedrío se apagasen… a lo mejor un montón de
factores externos ayudaron a eso, o engrasaron el camino para que aquello
ocurriese, y ni así, aquello creo que ocurra. Qué queréis que os diga, aunque
parezca una contradicción. Probablemente funcione como en el amor… el amor… qué
asco de palabra [y todo lo que significa], con todos esos trucos y dobles filos
[trucos tan reales como la vida misma], esa cosa no pública, tan privada como
una caja fuerte al final del pasillo en el último subterráneo de un banco… y
que al final señores, el único que te hace subir al cielo cual lava ardiendo y
montar un follón de aquellos. Y aquello es difícil hacer por estos días, cuando
los delincuentes de guante blanco o negro no son juzgados ni encarcelados, los
héroes verdaderos no son aplaudidos sino puestos en tela de juicio, y la gente,
que es al final la que debiese tener la última palabra, son encerrados cual
rebaño y apaleados a punta de goma, enjaulados en cárceles sólo por ejercer su
legítimo derecho a la protesta, todo ensuciado por conspiraciones baratas o
acusaciones como pasarse un balón de mano a mano… el teatro del absurdo. El que
dice la verdad es un revolucionario peligroso, el que calla es buen ciudadano,
el que miente y roba es el gentil buenhombre… un Farenheit 451 de Bradbury… que
en paz descanse. El amor como artificio. El odio como justificación. Y lo más
triste de todo, es que ha sido siempre igual… los libros de historia están de
testigos. Y más triste aún, es que pese a los avances de la humanidad
[entendida como los seres humanos capaces de avanzar en la ciencia y el
entendimiento del propio ser, de él mismo] caigan una y otra vez en ello, y más
triste aún, enorgullecerse de ello, como la rúbrica irremovible que fue el peor
bicho de todos los creados, sea por Dios, por el Universo, o por quien sea.
En las artes, la
moda o el diseño, hoy no existe un compromiso. No posee aquel mensaje entre
líneas tan importante para hacerse valer por sí solo, quizás por miedo a
quedarse fuera de un sistema [olvidando por completo que quedarse fuera del
sistema, con un trabajo bien hecho, era precisamente entrar dentro del sistema
y al mismo tiempo ponerse por sobre él, porque estaba hecho incluso mejor que
lo que el propio sistema era capaz de producir, de hacer]. A lo mejor fue
producto del neoliberalismo, porque nadie puede contradecir que todos los
creadores contemporáneos fueron criados y educados dentro de ese
neoliberalismo, y aunque quieran pretender ser contrarios o reaccionarios
frente a él, siguen sus mismos parámetros, hasta para la producción misma
[discursos incluidos], y eso, disculpadme la ofensividad, es una gilipollez, es
de gilipollas. La pregunta podría ser ¿y por qué ninguno cae en ello? La
respuesta podría ser, porque ninguno investiga. ¿Y por qué ninguno investiga?
Por comodidad. Y cuando uno cae en la comodidad, se fue todo al garete. En esta
área, como en todas. Y pasa que cuando uno está cómodo, el resto le importa una
mierda, y ya. ¿Y si llegas a ese punto y todo te importa una mierda? Pues
puede, a lo mejor [cuestión de loco] que sea ese minuto cuando realmente y por
propio interés, te pongas a investigar, y descubres algo nuevo, o la
reinterpretación de algo que ya estaba pero que le faltaba afinar, y eso, es
pisar el palo, y si pisas el palo, eres el primero [cuando en realidad nunca lo
fuiste], pero es ahí, ese punto, para nuestra contemporaneidad, para este
Farenheit 451, cuando un discurso, y por ende una obra, o el conjunto de ellas,
adquiere un valor, y a lo mejor ese conjunto, crea cosas, al principio
pequeñas, luego grandes, que le puedan hacer volver el espíritu a uno, después
a una generación entera, y después atraer a otras, y crear un movimiento, y
cruzar fronteras, culturas e idiomas, y quedar en alguna historia, o en muchas,
vaya uno a saber, esa es la quiniela, y eso, créanme, es una pasada. Es una
puta pasada. Como para apagar el cigarrillo, tirar el vaso de agua, o el café
por la ventana, hacer, y bien, y salir, y a lo grande, por primera vez,
segunda, tercera o veinteava. Como volver a enamorarse… y a tomar por culo,
aunque esté todo mal… es una sola, y es corta. Aprovéchela. Cosas de la vida.
Enjoy.
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