Image::MR HEDI SLIMANE PHOTOGRAPHER © PARIS::
París ha tenido
siempre la particularidad que, una vez comenzada su semana de la moda, todos
quieren sus quince minutos de fama. En el caso de las casas o los diseñadores,
apelan a grandilocuentes puestas en escena, comentarios subidos de tono o
sobreexplotación mediática. En el de los asistentes, un belicismo por estar lo
más cerca posible en los front-rows a fin de conseguir alguna instantánea publicada,
donde sea. Suma y sigue. Ha sido siempre igual. En el caso de los periodistas,
el cotilleo y la especulación es caldo de cultivo para llenar planas y cumplir
con deadlines cuando la misma semana y la infinidad de desfiles te superan. Lo
impúdico de esta ocasión, concluida hoy en la ciudad de las luces, es que el
enfrentamiento entre una periodista y un director creativo se haya convertido
en material de prensa, y más impúdico aún, es que parte importante de la prensa
se haya lanzado cual lobo a la yugular a una sola persona, y en su debut. Ya
entraremos en ello.
Partamos por lo
que realmente debiese haber importado, que fue la presentación en sociedad de
Raf Simons como director creativo de la icónica casa Dior, y de Hedi Slimane en
Yves Saint Laurent [Rebautizada como “Saint Laurent”]. Ambos estuvieron a la
altura de las enseñas, con colecciones que rozaron la perfección e identidad de
lo que les fue confiado. En su ya característico minimalismo, Raf [Simons] cautivó
cruzando pasado, presente y futuro de una idea de restricción seguida de una
emancipación psicológica contra los dictados de austeridad propios de la
segunda guerra mundial [como en su tiempo hiciese el mismo Dior], tratando de
reaccionar a las restricciones, por estos días, debido a la situación del viejo
continente, en el aprovechamiento de las posibilidades de una herencia y en la
síntesis para el futuro de su marca, estrella del conglomerado LVMH. Por su
parte, Hedi [Slimane] tras diez años dedicado a la fotografía y su debut en la
división masculina de Dior, volvía a las pistas a la cabeza de una de las joyas
del grupo Pinault, Saint Laurent, con una colección que recuperaba la estética
y la filosofía de los códigos de Yves a finales de los sesenta y principios de
los setenta, como resucitar a Loulou de la Falaise, a Jane Birkin u otra de sus
divas, las divas de una generación entera. Transparencias, capas, blusas,
cazadoras de cuero, ponchos y pantalones pitillo junto a flecos, bordados y
metales amparados en el más purista rock´n´roll de los setenta, volvieron a
Hedi a París cual bola de acero al suelo, enlazando elegantemente su propio
universo personal con el de Yves.
Asimismo, el
resto de los grandes detrás de sus respectivas marcas estuvieron no menos
interesantes. Haider Ackerman presentó torsiones y pliegues estampados
rebosantes de vitalidad, Nicolas [Gesquiere] hizo lo propio con una colección
comercial pero no menos vital, Sarah Burton para Alexander McQueen volvió a
resucitar con vehemencia el mundo de Lee, Marc [Jacobs] llenó de color la magia
del ajedrez para Louis Vuitton, Ricardo Tisci se adentró en los archivos de
Hubert de Givenchy y combinó la estética de las monjas con los diseños de Carlo
Mollino, logrando claridad y grafismo. Asimismo, Jean-Paul Gaultier, próximo a
inaugurar una gran retrospectiva en los salones de la Fundación Mapfre de
Madrid, se divirtió paseando estrellas del rock y el pop de los ochenta, y el
Kaiser Lagerfeld intentaba reinventarse entre medio de un jardín eólico en una
colección rozando el absurdo pero no la horterada del show business. París, una
vez más, corría de lado a lado como con una sobredosis de la mejor droga
alucinógena. Todo aquello quedó borrado de un plumazo tras una trifulca al más
puro estilo americano… para variar.
El estreno de
Hedi en la pasarela francesa se vio [supuestamente] ensombrecido por un
artículo publicado por Cathy Horyn, crítica del tabloide The New York Times. La
misma periodista que había despotricado con descalificaciones personales contra
Lady Gaga y Oscar de la Renta anteriormente, ante las cuales los afectados le
respondieron con sendas cartas abiertas, ahora era el turno de Hedi. Por
supuesto, más periodistas se hicieron eco y publicaron a la par, como el editor
de la web Business of Fashion Imran Amed y las editoras de The Telegraph, The
Times y The Daily Telegraph… ¿Qué les parece?... curioso. Después de darle
vueltas al asunto y ante el entendible malestar de los periodistas, existe una
pregunta: ¿Es eso lo que debe hacer un periodista? Porque hasta donde tiene
entendido quien les escribe, el trabajo de un periodista es informar, adherirse
a los hechos, y si eres un periodista de moda, lo que te corresponde en un
desfile es hablar de eso, de la ropa, de su imaginario, su confección, la
historia de la casa, y ya. Si tienes tu propio sitio, o blog, di lo que
quieras, pero no en un medio de alcance público y global, porque no te
corresponde, así de simple. Usar la opinión para burlar la información y
sobreponer la descalificación, no es periodismo, y no debiese ser legítimo en
ningún medio de comunicación que alardee de seriedad. Eso no es serio
caballeros. ¿Qué se molestan porque en un desfile son relegados a tercera fila
o a estar de pié?, ¿Molestarse por qué?, ¿Porque en primera fila están sentados
amigos del diseñador? Es completamente legítimo. El trabajo de un periodista es
ir, ver un desfile y escribir sobre él, sea sentado, parado o colgado del
techo, vamos. Ni siquiera debieses necesitar ir, menos en estos días, donde
puedes cubrir una semana de la moda entera desde la pantalla de tu ordenador. Lo
otro es solamente cuestión de ego, acostumbrados a tener que recibir trato a
cuerpo de rey, que es a lo que los periodistas de moda se han, todos, sin
excepción, mal acostumbrado. Y si quieres estar en primera fila y recibir trato
preferencial, pues eso hay que ganárselo, sobre todo si vas desfile tras desfile,
cada temporada. Pareciese ser que de eso Hedi es más consciente que nadie, y
acaba de jugar con aquello, y lo ha hecho soberbiamente, qué quereis que os
diga, merece aplauso. ¿Será por eso que ahora se ofenden y lanzan toda suerte
de artículos en su contra? Me parece que los que van en caliente son otros, no
precisamente Slimane. En esto entra también a discusión el papel de los
editores, sea de moda, o de lo que sea. Si uno, como editor, al momento de
recibir el material de sus críticos o redactores cae en la cuenta que dichos
escritos entran en calenturas personales y de ahí a descalificación sobre una
persona en sí, no sobre un desfile, ni la marca que a lo mejor contrata tus
páginas con publicidad, y en realidad a hacer lo preciso para lo que han sido
enviados, creo, humildemente, que es ese punto en donde entra el trabajo de un
editor, que es editar, le guste o no a sus críticos o redactores. Estamos
hablando de prensa… supongo. En ello, pareciese pertinente un profundo análisis
de cómo se está manufacturando la prensa especializada por estos días, porque
este tipo de circo podría esperarse de los cientos de miles de páginas o blogs,
pero no de un periódico con una línea editorial rigurosa [si es que realmente
la tiene, claro está], y en este caso pareciese ser así, ¿Por qué? Porque ni
Raf ni Hedi caballeros, como principales protagonistas en esta ocasión, han
caído en aquella ordinariez. Solo resta felicitarles, porque han hecho lo que
se esperaba de ellos: poner a la prensa a sus pies. Disculpando la expresión,
Bájense de la parra, porque sois periodistas. Enhorabuena chicos, han sido puro
avant-garde.
No hay comentarios:
Publicar un comentario