Image:: MR ANTONI MUNTADAS by INSTITUTO CERVANTES © ISTAMBUL::
Acercarse al arte, por estos
días, parece irrespirable. Al menos para sus representantes, que son los
artistas. Buena parte de ellos, ante la crisis que se los lleva cual marea alta
a otras ocupaciones movidos por la supervivencia, ven de cerca y de lejos cómo
se les relega a un segundo plano a favor del mercado. Al menos eso demuestra la
lista 2012 POWER 100, a punto de ser publicada por la revista “Art Review”. En
ella, no alcanza a contarse con los dedos de ambas manos la nómina de artistas
influyentes, eliminados a favor de directores de museos, galeristas y empresarios
donde destacan algunas cabezas de los imperios del lujo, Miuccia Prada, Bernard
Arnault o Francois Pinault.
Resulta un horror, y resulta
escandaloso el hecho que tras la correcta elección a la cabeza de MS Carolyn
Christov-Bakargiev, organizadora de Documenta 13, probablemente el único evento
relevante a nivel mundial con un criterio y rigurosidad digno de admiración
(porque las bienales de Sao Paulo y Venecia hace mucho que dejan bastante que
desear), ocupen escaños empresarios que se han valido de la construcción de
elefantes blancos o alquiler de museos para legitimar en un nivel superior a un
número importante de sus propias marcas, empresas privadas, en un estupendo juego
de marketing y comunicaciones. Es inmoral, porque el dinero vuelve a ser el
patrón de fundo, y pareciese que todo se confundiese, ayudando a meter otro
madero al fuego de la confusión global de la real significación del mundo del
arte. “Art Review” debiera plantearse seriamente la delimitación en los
lineamientos para la construcción de un listado que viene produciendo desde
hace algo más de una década, porque no puede compararse a un artista como Ai
Weiwei, que se enfrenta diariamente contra el gobierno de China para la
apertura de libertades sociales y democráticas a costa incluso de su propia
vida, junto a la de un empresario que desde detrás de su escritorio no logrará
más que adquirir, a lo mejor, sus obras, sin tener más poder e influencia que
la de firmar un cheque. No es medible.
Si hablásemos de un listado de
los 100 más opulentos compradores de arte, se justifica, como si de la lista de
los 100 hombres más ricos del mundo publicada anualmente por Forbes se tratase,
pero en este caso, la ensalada de nombres y la diversidad de ocupaciones, se
convierte, sencillamente, en un timo. Timo referido a que si Damien Hirst
rompió en su momento el paradigma del mundo del arte, al demostrar que por sus
propios medios, pasando de intermediarios, podría recaudar una fortuna por la
venta de sus obras, aquello resulta un peligro quemante para galeristas,
críticos y marchantes, especialmente, para sus bolsillos. Así, la justificación
propuesta por su dirección editorial, que dice “En un momento de constante
murmullo sobre el 1% y el 99%, el mundo del arte podría ser la prueba viviente
de que el arte imita la vida realmente”. Pues vaya a saber uno a quién se le ha
ocurrido soberana gilipollez para justificarla, porque aquella lista no
reflecta más que un 1% de cuentas bancarias adornada entre medio con los
nombres de Weiwei, Hirst, Tillman, Richter, Abramovic y Sherman, entre un par
más. Honestamente, todos ellos deberían exigir que se retirase sus nombres,
porque da vergüenza ajena leerlos entre otros nombres que jamás han pasado por
una escuela de artes y que probablemente, no sospechan ni de lejos la verdadera
importancia de sus obras más allá de cuánto puede su factoría ser rentabilizada
sin siquiera sacar sus obras de una caja de madera.
Cuenta la presentación de aquella
lista que su viaje a través de once años ha pasado por el éxtasis y los egos
magullados y furiosos, con grandes cabezas que fruncen el ceño y otras con
sonrisas cómplices… no me digan!... “por supuesto, el arte contemporáneo que se
llega a ver, en oposición al arte contemporáneo en general, y de los debates
que tenemos al respecto son determinados por una red compleja y cambiante de
fuerzas e intereses”… Anda, que habéis descubierto las Américas cual Colón. “Desde
su creación, se ha destinado a mapear y documentar estas fuerzas y sus cambios
con la mayor claridad posible”. ¿Claridad?... “Como resultado, la lista se basa
en la observación que los juicios sobre quién es el mejor y qué es peor”… es
decir, lo de “Art Review” es muy fuerte caballeros.
Visto como andan funcionando las
cosas, y en realidad como han funcionado siempre, parece que la mejor
alternativa, como antes y siempre, si no se quisiese bajar uno los pantalones
completamente, sea la del “DO IT YOURSELF”, es decir: auto-expóngase, auto-publíquese,
no pida favores a mercenarios; y cuando vengan a por Usted, ponga Usted el
precio, y si no les gusta sus precios, pues haga como Damien. A tomar todos por
culo. A lo mejor tarda más, pero créame, podrá darse el lujo, después de años
de trayectoria, coger el teléfono, llamar a la redacción de alguna como “Art
Review”, pedir hablar con su director y decirle secamente por el auricular, “Quítame
de esa mierda”, porque esos son los más poderosos e influyentes, al menos, en
el arte, en el arte de verdad, no de eso otro, de ese horror.
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