Image::MS MARI SARAI PHOTOGRAPHER © LONDON::
Después de casi un año de haber sido estrenada,
ayer, en una sala de cine, completamente a solas, al fin del mundo, quien os
escribe tuvo el privilegio de ver el film de Eric Toledano y Olivier Nakache “Intouchables” protagonizado por François Cluzet y Omar Sy en un par de
soberbias interpretaciones. Y aquel film fue visto con especial
atención, siendo una de las producciones cinematográficas más vistas en la
historia de Francia y la polémica que trajo consigo dividiendo al país galo en
dos, como en su tiempo ocurriese con “Amélie” de Jean Pierre Jeunet. Como
acertadamente contó en su momento MR Miguel Mora, bien es cierto que la
película sobre un angustiado tetrapléjico millonario parisino [accidentado en
un vuelo en parapente] que contrata a un joven senegalés de la periferia para
que le cuide, es una de las comedias más artificiales, mentirosas, buenistas y
pueriles que se hayan estrenado en la historia, repleta de los clichés más
bobos, los gags más estúpidos, diálogos previsibles y guiños sensibleros que se
suceden con matemática precisión en un guión hecho a medida para entretener y
contentar a todo el mundo, también representa la larvada guerra que vive la
sociedad francesa entre los partidarios del pensamiento y los de la frivolidad,
o los de la sensatez y los de la demagogia, y que se encarna, porque
seguramente es el gran síntoma de la mutación del país. Snobs contra
palomiteros, cultura contra entretenimiento, arte contra taquilla.
Sin embargo caballeros, ese es un síntoma que no
padece sólo Francia [si es que lo es], sino todo el mundo, y ahora, por la
situación global, especialmente Europa y Estados Unidos. Robo en esto las
palabras de MS Irene Ramos Vielba, porque frivolidades de por medio, esa
película puso arriba de la mesa el suspenso de la igualdad de oportunidades,
porque se instala en una actual avalancha de embestidas contra nuestro
maltrecho Estado de bienestar, donde cada vez más arrítmicamente y con más
profundidad, se hace realidad una polarización social creciente en favor de
quienes disponen de mayores niveles de renta, cuando uno de los principales
logros de los sistemas democráticos en las sociedades desarrolladas era el
progresivo afianzamiento de la igualdad de oportunidades como principio de
referencia. La lucha de clases como un cáncer que tras la segunda guerra
mundial, trató de ser asesinada, y para bien, el viejo continente. La Europa
que veíamos todos como referencia, esa que tras la fundación de la Unión
Europea se elevaba como el más grande de los logros democráticos, aquel que
debía ser un ejemplo de hermandad para el resto del globo, y que por nuestros
días, se va desmoronando a trozos, cual Antártica ante el cambio climático que
nadie está interesado en parar. Como narra MR Mario Vargas Llosa en un
estupendo artículo, MR Niall Ferguson expone en un libro recién publicado las
razones por las que, a su juicio, la cultura occidental aventajó a todas las
otras y durante quinientos años tuvo un papel hegemónico en el mundo,
contagiando a las demás con parte de sus usos, métodos de producir riqueza,
instituciones y costumbres. Y, también, por qué ha ido luego perdiendo brío y
liderazgo de manera paulatina al punto de que no se puede descartar que en un
futuro previsible sea desplazada por la pujante Asia de nuestros días
encabezada por China. Y sus críticas al mundo occidental de nuestros días son
muy válidas... El capitalismo corrompido por la codicia desenfrenada de los
banqueros y las élites económicas, cuya voracidad, como demuestra la crisis
financiera actual, los ha llevado incluso a operaciones suicidas, que atentaban
contra los fundamentos mismos del sistema. Y el hedonismo, hoy día valor
incontestado, que ha pasado a ser la única religión respetada y practicada,
pues las otras, sobre todo el cristianismo tanto en su variante católica como
protestante, se encoge en toda Europa como una piel de zapa y cada vez ejerce
menos influencia en la vida pública de sus naciones. Por eso la corrupción
cunde como la peste y se infiltra en todas sus instituciones. El apoliticismo,
la frivolidad, el cinismo, reinan por doquier en un mundo en el que la vida
espiritual y los valores éticos conciernen sólo a minorías insignificantes.
Os hablo de todo esto para relacionarlo con otro
artículo publicado hace ya un tiempo prudente por MR Héctor Llanos Martínez en
el diario El País, cuando ahonda en el tema de la gentrificación de las
ciudades y tilda de “yukis” [young urban kreative internacional] al grupo de
supuestos nuevos yuppis responsables de gentrificar las zonas más humildes de
las ciudades para volverlas “cool”, o como les quiera llamar... ya que ahora
esta gente le pone título o nombre a todo y ni se les mueve la ceja. Para
ubicarlos, gentrificación se refiere a un proceso de transformación urbana en
el que la población original de un sector o barrio deteriorado y con pauperismo
es progresivamente desplazada por otra de un mayor nivel adquisitivo a la vez
que se renueva. Llanos expone textualmente que se trata de una “nueva
generación de 'yuppis' que han cambiado de profesión. Están formados en el campo de la moda, el diseño, la publicidad o
el arte con el
dinero que sus predecesores hicieron durante la década de los ochenta. Donde
los 'yuppies' pusieron Starbucks, campos de golf y restaurantes de sushi, los 'yukis' atraen cafés trendies, museos patrocinados por
bancos o multinacionales y restaurantes vegetarianos”. Neil
Smith, profesor de Antropolpgía y Geografía en la City University de Nueva York
[CUNY], explica que empezó en los 80, en el Lower East Side.
Los califica como un grupo que generan capital simbólico, lo que
impulsa las llamadas ciudades marca. Luego afirma que la cultura se ha
convertido en dinero para las ciudades y son los yukis los que impulsan ese
patrón de consumo, basándose en la teoría del economista Richard Florida,
que afirma que solo aquellas urbes que sepan atraer a esta “clase creativa“
prosperarán económicamente.
Así pues, estos respetables periodistas, teóricos
y profesores universitarios califican y cuentan esta historia ahora, que tiene
mucho de cierto, simplemente, porque fue concebido así, y desde sus inicios.
Ahora bien, el gran tema, que todas estas personalidades obvian [porque por
supuesto ninguna estuvo ahí, ni muchísimo menos vivieron ni supieron por qué se
hizo de esa forma, y tampoco saben quiénes fueron los que lo granearon como un
aparato de relojería] es que fue hecho de esa forma para lograr, a gran escala,
lo que a su forma, Eric Toledano y Olivier Nakache plasman en su film, que era
unir la sociabilización y hacer desaparecer a través de sus herramientas
[diseño, artes, música, moda, etc] esa línea divisoria entre clases sociales de
las ciudades en un momento donde sus cerebros veían claramente que todos los
logros democráticos desde la fundación de la Unión Europea [Estado de Bienestar
incluido], estaban, literalmente, a punto de irse a la mierda. Capitalismo
rampante incluido, con la gentrificación de las zonas marginales, el motor de
acción [romántico y efectivo] era mezclar las distintas tribus sociales de la
ciudad [ricos y pobres, sin distinción] para evitar la guerra de clases que la
crisis económica iba a catapultar como cohete a la luna alimentando el
nacimiento de xenofobias, racismos y fascismos que han logrado extenderse por
Europa, a excepción [véanlo con vuestros propios ojos] de estas zonas donde se
les dio con todo para que ese tipo de atrocidades jamás pudiesen verse
fortalecidas, muchísimo menos promocionadas. Ahí no iban a entrar, era la
premisa. Que luego los perros de los empresarios le encontrasen el olor a negocio
[que también todo el mundo sabía que iba a pasar exactamente así], era parte
del plan, y cuando llegasen, sus cabezas ya estarían fuera, haciendo lo mismo,
en otro sitio, sin poder seguirles la pista. Se les escapaban como el agua
entre los dedos. ¿Qué subían los precios de los alquileres? Obviamente. Eso era
un detalle, porque al mismo tiempo, esas zonas gentrificadas darían puestos de
trabajo. Darian [y dan] de comer a familias enteras. ¿qué se piensan, que eran
yuppis, o yukies?, ¿Así los tildan ahora? Pues qué valor que tenéis, de verdad.
Lo mismo le llaman así al ganado de fashion victims que asesinarían por caminar
por las zonas gentrificadas [que creo que a estas alturas sabemos todos cuáles
son], porque a las cabezas que lo hicieron detrás de la cortina, ni lo
sospechan [y no lo sabrán jamás]. Da mucha gracia caballeros, porque todo
aquello fue cocinado por poca gente, hombres y mujeres que como dice Manuel
Vicent, fueron [y siguen siendo] la versión actual del hombre nuevo, aquel que,
de una u otra forma, ha sido siempre el sueño de todas las revoluciones. Se
trata de un ser que, adonde quiera que vaya, nunca tiene cobertura y por tanto
permanece incontaminado, a salvo de cualquier basura mediática. Detrás de la
cortina. Después de un esfuerzo heroico ha logrado eludir el humillante destino
de llegar a este mundo con la única misión de ser un hombre-antena, un
repetidor humano solo apto para recibir y trasmitir llamadas, mensajes, correos
electrónicos. Hombres y mujeres nuevos y nuevas que se niegan de raíz a
contribuir a la contaminación del espacio con una cháchara idiota, como un
insecto más en la telaraña. Las personas como estas, son todavía escasas, ya
que en ellas se realiza el mito platónico de la invisibilidad, un don de los
dioses, según Vicent. Ya no hay playas desiertas ni existen parajes
preservados. Todo el planeta ha sido conquistado y sometido a la red social. Es
inútil buscar un lugar inaccesible donde refugiarse. La jodida telaraña lo
envuelve todo, desde la gélida estratosfera hasta el íntimo sudor del petate y
a través de la almohada penetra en el subconsciente desguarnecido de los
humanos. El individuo sin cobertura no tiene necesidad de huir, puesto que él
es su propio refugio. El mito del hombre invisible, ese sortilegio que llenaba
la imaginación de nuestra niñez, que te confería el poder de atravesar las
paredes, de estar a la vez en todas y en ninguna parte, como el Gran Gatsby,
equivale a esa invisibilidad platónica que ostenta hoy el hombre sin cobertura.
Se acerca el día en que lo más snob será que digan de ti: no ha llegado
todavía, ya se ha marchado, no se le espera, no lo llames, nunca contesta, está
y no está, no existe, esa es su naturaleza. ¿Qué ha hecho este individuo
preclaro para merecer el privilegio de estar envuelto en una atmósfera
intangible y ser absolutamente real?. Su móvil vibraba cada minuto reclamando
más papilla. Ese aparato se había convertido en un testigo de sus miserias, en
un delator al servicio de sus enemigos. De pronto un día se sintió perseguido y
acorralado en la red por una multitud de seguidores y amigos que trataban de
devorarlo. Cortó por lo sano, arrojó el móvil a un pozo y comenzó a vivir por
dentro como un hombre nuevo, no como un insecto capturado. ¿Qué es lo que
querían? Una sola cosa: democracia, y así lo hicieron, y lo seguirá haciendo.
¿Por qué? Porque eso es como palpar manualmente con los dedos índice y cordial,
al pulso, al mundo. ¿Por qué? Porque como decía Mario [Vargas Llosa], Niall
Ferguson se equivocaba. La cultura occidental tiene todavía fuelle para mucho
rato, porque esa contradicción permanente, en vez de debilitarla, ha sido el
arma secreta que le permitió ganar batallas que parecían ya perdidas. Y la va a
volver a ganar, como esos dos, los Intouchables. Nada más.
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