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2.4.13

LA CUESTIÓN GAY

Image::MR GORKA POSTIGO PHOTOGRAPHER © MADRID::


Este es un artículo muy personal, abierto a todos y justificado en la necesidad que el tema de la igualdad de derechos se debate hoy, prácticamente, en todo el mundo. La cuestión gay. ¿Ha conocido Usted a alguna persona gay? Probablemente, digo probable porque lo más seguro es que esté prácticamente junto a uno, en su trabajo, en el metro, el autobús o hasta dentro de su propio seno familiar, o entre medio de sus amistades, a diario. Y es lógico, porque han existido desde el nacimiento de los tiempos. Por lo mismo, resulta curioso y hasta absurdo que hoy, en plena época postmoderna, donde la ciencia se acerca a descubrir antídotos para las peores pandemias existentes, y donde el hombre ha salido hasta del propio globo terrestre, se siga en el mediocre debate de sus derechos. ¿Quién coño somos nosotros, me pregunto, para debatir el sí, el no o el tal vez de un derecho fundamental, legítimo y universal sobre una condición? Porque no hablamos de una opción, religiosa, política o ideológica. Hablamos de una condición, como lo es el color de piel o el idioma, que por lo demás, a estas alturas, debería estar más que normalizada.



Se habla de una minoría. ¿Minoría? ¿Se piensan caballeros honestamente que se trata de una minoría? Déjeme decirle que esa palabra le queda pequeña... muy pequeña. Como decir que la gente de color lo son, o las mujeres. No jodáis. La historia ha dado fundamentos más que suficientes de las atrocidades que el ser humano ha sido desde siempre, capaz de hacer y más grave aún, justificar para mantener un cierto estatus por sobre el resto, usando la religión, la moral o la filosofía para atrincherarse en burbujas propias, hasta nuestros días, tan débiles y quebradizas como una bola de cristal, y en donde de un solo martillazo se ha quebrantado para el perfeccionamiento del supuesto ser más inteligente existente en el mundo ¿A Usted le escandaliza la idea de tan solo imaginar acostarse con una persona de su mismo sexo? Puede ser, y así y todo es una falta, porque desde siempre, tanto hombres como mujeres han tenido la gana, despierto o en sueños, porque es inherente a la especie humana, lo mismo con los animales y hasta las plantas.  Si uno no lo quiere reconocer, es solamente por una falta de huevos, y el pudor, y nada más. Las derechas y los conservadores defienden un supuesto derecho a la vida, a la familia y a un ejemplo de una supuesta normalidad. ¿Le toma el peso, realmente, a la justificación de soberana imbecilidad, desde el punto de vista, o la pregunta acaso, de qué es hoy normal? La vida sigue siendo exactamente igual que antaño, si le quitamos los avances tecnológicos de los que disponemos, con la única diferencia que las condiciones de esas supuestas minorías, van siendo entendidas por la mayoría de los sujetos como algo que es normal, que existe y que tampoco hace daño a nadie,  y desde ahí, de toda la vida.



Las principales potencias mundiales van legislando al derecho a la unión legal de personas del mismo sexo, y las que antiguamente se oponían, van enmendando aquellas normativas. Porque no es posible que Usted tenga un novio, o una novia que ama, con el que permanece a su lado y decidan unir sus vidas bajo la ley para proteger sus propias pertenencias materiales. No se imagina Usted lo que es que uno de ambos muera y todo lo que ha logrado conseguir en pareja, se lo quede la familia de su pareja, dejándolo literalmente en la calle. No hablamos aquí de un tema moral, ni religioso, ni siquiera filosófico, sino de derechos ante la ley de los que todos, sin excepción, tenemos y debemos exigir: derechos, y de la obligación que deben de tener los Estados para con la ciudadanía, porque son, como Usted, tan ciudadanos como todos. La lucha por los derechos de los homosexuales probablemente no la conozca ni de lejos, pero ha sido durísima, que le han valido a sus voces amenazas, asesinatos, golpizas, peleas callejeras con la policía y fanáticos [verdaderas batallas campales], y ahí siguen, dándolo todo, y está muy bien, porque no es una opción [vuelvo a repetir], es una condición. Usted verá a muchos gay hizando una bandera multicolor, sobre tacones de punta, pelucas y demás. ¿Se ha preguntado alguna vez por qué lo hacen? Para provocarlo, a Usted, así de simple, para hacerlo pensar en la razón por la cual lo hacen. Ante la completa soledad por parte de las instituciones y la antigua sociedad, hasta de las propias familias, ha sido desde siempre su forma de réplica, de hacerle saber, y muy vistosamente, de que existe y de que está ahí, junto a Usted, y no sólo junto a Usted, sino por encima de Usted. ¿Por qué? Porque les guste o no, caminan todo el tiempo sobre esa linea divisoria que separa al hombre de la mujer, la masculinidad de la femeneidad, por eso son capaces de entender las formas de ser de ambos, también de entender sus penas, y eso, créame, es un privilegio, no algo de algún demonio, porque los demonios sólo existen aquí, en la tierra, y son de carne y hueso. Y esas son cosas que si no se acaban, se normalizan tan simplemente como dando igualdad. Le suena a alguien la palabra “Apartheid”... espero que si. Al caso vendría a ser muy similar.



A lo mejor habrá pensado alguna vez, desde la absoluta ignorancia, claro está, que estar cerca a una persona gay en su vida puede ser un peligro, que acarrean malas costumbres, que pueden hacerle daño a sus hijos, que puede afectar en su vida social o hasta a su vida personal. Pues bien, he ahí una de las claves de por qué se genera este tipo de debates: por la ignorancia, por supuesto, en una vida donde claramente el conocimiento va siendo suplantado por Sodoma y Gomorra, que no ha sido creado, puedo asegurarle, por ningún gay, sino todo lo contrario... Uno, normalmente, tiene miedo a lo desconocido, a todo aquello donde no tiene dominio y el don de conocer, y ese desconocimiento que provoca el miedo, genera el rechazo, y de la mano, inherentemente, el odio y el rechazo. Por eso queda en virtud de cada uno tener ese voto de inteligencia para meterse en otros mundos, no para ser parte de él, sino simplemente para conocerlo, darse cuenta de si es bueno o malo para la propia vida, y en caso de no ser malo, dejarlo vivir en paz, y si encima le ayuda a su propio entendimiento del mundo, apoyarlo, y con un par de buenos cojones, si es que los tiene, por supuesto. Y punto. Eso no atañe ni a religiosos ni a ateos, ni a derechas ni a izquierdas, porque en una cosa así no tienen absolutamente nada que decir. ¿Por qué? Porque todo está dicho, ahí, sobre la mesa, sin dejar cabida ni a percepciones personales ni efímeras. La cuestión gay es una cosa tan sólida, directa y real como una roca, y tan limpia y clara como el agua. Darle vueltas alredor es una cosa, simplemente, de imbécil.  Qué queréis que os diga.



A uno, siendo abiertamente gay, le resulta muy gracioso ver las excusas de las derechas y los conservadores en los parlamentos, después de durante años, y aún en la actualidad, apoyando a instituciones como fundaciones de niños y UNICEF, de la propia lengua castellana o de protección de derechos como Amnistía internacional, y todo aquel proyecto que defienda a la gente menos protegidas de los abusos o la imbecilidad y barbarie humana. Supongo que será por una necesidad de abrazar esas iniciativas teniendo la conciencia de lo mucho que uno, como mucha otra gente, ha tenido que luchar para lograr esa paridad, y medallas aparte, con mucho más hombría que muchos heterosexuales a los cuales, directamente, todo esto les importa una mierda, y protegiendo a las generaciones más jovenes, dentro y fuera de la familia propia, para que este tipo de debates, en sus propias dignidades e inteligencias, nunca en la vida tengan que dudar, porque se trata de una simple cuestión de cultura, de educación y de clase, sean quienes sean, y vengan de donde vengan. Es solo cosas de hombres y mujeres derechos y derechas. Haga lo mismo con Usted, y con sus hijos si los tiene. Os lo dice una persona que, en esto al menos, créame, sabe perfectamente bien de lo que habla. Apoye y proteja la igualdad, porque no se arrepentira, jamás. Muchas gracias por leerme.


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