Image::MR GORKA POSTIGO PHOTOGRAPHER © MADRID::
Este es un artículo muy personal,
abierto a todos y justificado en la necesidad que el tema de la igualdad de
derechos se debate hoy, prácticamente, en todo el mundo. La cuestión gay. ¿Ha
conocido Usted a alguna persona gay? Probablemente, digo probable porque lo más
seguro es que esté prácticamente junto a uno, en su trabajo, en el metro, el
autobús o hasta dentro de su propio seno familiar, o entre medio de sus amistades,
a diario. Y es lógico, porque han existido desde el nacimiento de los tiempos.
Por lo mismo, resulta curioso y hasta absurdo que hoy, en plena época
postmoderna, donde la ciencia se acerca a descubrir antídotos para las peores
pandemias existentes, y donde el hombre ha salido hasta del propio globo
terrestre, se siga en el mediocre debate de sus derechos. ¿Quién coño somos
nosotros, me pregunto, para debatir el sí, el no o el tal vez de un derecho
fundamental, legítimo y universal sobre una condición? Porque no hablamos de
una opción, religiosa, política o ideológica. Hablamos de una condición, como
lo es el color de piel o el idioma, que por lo demás, a estas alturas, debería
estar más que normalizada.
Se habla de una minoría.
¿Minoría? ¿Se piensan caballeros honestamente que se trata de una minoría?
Déjeme decirle que esa palabra le queda pequeña... muy pequeña. Como decir que
la gente de color lo son, o las mujeres. No jodáis. La historia ha dado
fundamentos más que suficientes de las atrocidades que el ser humano ha sido
desde siempre, capaz de hacer y más grave aún, justificar para mantener un
cierto estatus por sobre el resto, usando la religión, la moral o la filosofía
para atrincherarse en burbujas propias, hasta nuestros días, tan débiles y
quebradizas como una bola de cristal, y en donde de un solo martillazo se ha
quebrantado para el perfeccionamiento del supuesto ser más inteligente
existente en el mundo ¿A Usted le escandaliza la idea de tan solo imaginar
acostarse con una persona de su mismo sexo? Puede ser, y así y todo es una
falta, porque desde siempre, tanto hombres como mujeres han tenido la gana,
despierto o en sueños, porque es inherente a la especie humana, lo mismo con
los animales y hasta las plantas. Si uno
no lo quiere reconocer, es solamente por una falta de huevos, y el pudor, y
nada más. Las derechas y los conservadores defienden un supuesto derecho a la
vida, a la familia y a un ejemplo de una supuesta normalidad. ¿Le toma el peso,
realmente, a la justificación de soberana imbecilidad, desde el punto de vista,
o la pregunta acaso, de qué es hoy normal? La vida sigue siendo exactamente
igual que antaño, si le quitamos los avances tecnológicos de los que
disponemos, con la única diferencia que las condiciones de esas supuestas
minorías, van siendo entendidas por la mayoría de los sujetos como algo que es
normal, que existe y que tampoco hace daño a nadie, y desde ahí, de toda la vida.
Las principales potencias
mundiales van legislando al derecho a la unión legal de personas del mismo sexo,
y las que antiguamente se oponían, van enmendando aquellas normativas. Porque
no es posible que Usted tenga un novio, o una novia que ama, con el que
permanece a su lado y decidan unir sus vidas bajo la ley para proteger sus
propias pertenencias materiales. No se imagina Usted lo que es que uno de ambos
muera y todo lo que ha logrado conseguir en pareja, se lo quede la familia de
su pareja, dejándolo literalmente en la calle. No hablamos aquí de un tema
moral, ni religioso, ni siquiera filosófico, sino de derechos ante la ley de
los que todos, sin excepción, tenemos y debemos exigir: derechos, y de la
obligación que deben de tener los Estados para con la ciudadanía, porque son,
como Usted, tan ciudadanos como todos. La lucha por los derechos de los homosexuales
probablemente no la conozca ni de lejos, pero ha sido durísima, que le han
valido a sus voces amenazas, asesinatos, golpizas, peleas callejeras con la
policía y fanáticos [verdaderas batallas campales], y ahí siguen, dándolo todo,
y está muy bien, porque no es una opción [vuelvo a repetir], es una condición.
Usted verá a muchos gay hizando una bandera multicolor, sobre tacones de punta,
pelucas y demás. ¿Se ha preguntado alguna vez por qué lo hacen? Para
provocarlo, a Usted, así de simple, para hacerlo pensar en la razón por la cual
lo hacen. Ante la completa soledad por parte de las instituciones y la antigua
sociedad, hasta de las propias familias, ha sido desde siempre su forma de
réplica, de hacerle saber, y muy vistosamente, de que existe y de que está ahí,
junto a Usted, y no sólo junto a Usted, sino por encima de Usted. ¿Por qué?
Porque les guste o no, caminan todo el tiempo sobre esa linea divisoria que
separa al hombre de la mujer, la masculinidad de la femeneidad, por eso son
capaces de entender las formas de ser de ambos, también de entender sus penas,
y eso, créame, es un privilegio, no algo de algún demonio, porque los demonios
sólo existen aquí, en la tierra, y son de carne y hueso. Y esas son cosas que
si no se acaban, se normalizan tan simplemente como dando igualdad. Le suena a
alguien la palabra “Apartheid”... espero que si. Al caso vendría a ser muy
similar.
A lo mejor habrá pensado alguna
vez, desde la absoluta ignorancia, claro está, que estar cerca a una persona gay
en su vida puede ser un peligro, que acarrean malas costumbres, que pueden
hacerle daño a sus hijos, que puede afectar en su vida social o hasta a su vida
personal. Pues bien, he ahí una de las claves de por qué se genera este tipo de
debates: por la ignorancia, por supuesto, en una vida donde claramente el
conocimiento va siendo suplantado por Sodoma y Gomorra, que no ha sido creado,
puedo asegurarle, por ningún gay, sino todo lo contrario... Uno, normalmente,
tiene miedo a lo desconocido, a todo aquello donde no tiene dominio y el don de
conocer, y ese desconocimiento que provoca el miedo, genera el rechazo, y de la
mano, inherentemente, el odio y el rechazo. Por eso queda en virtud de cada uno
tener ese voto de inteligencia para meterse en otros mundos, no para ser parte
de él, sino simplemente para conocerlo, darse cuenta de si es bueno o malo para
la propia vida, y en caso de no ser malo, dejarlo vivir en paz, y si encima le
ayuda a su propio entendimiento del mundo, apoyarlo, y con un par de buenos cojones,
si es que los tiene, por supuesto. Y punto. Eso no atañe ni a religiosos ni a
ateos, ni a derechas ni a izquierdas, porque en una cosa así no tienen
absolutamente nada que decir. ¿Por qué? Porque todo está dicho, ahí, sobre la
mesa, sin dejar cabida ni a percepciones personales ni efímeras. La cuestión
gay es una cosa tan sólida, directa y real como una roca, y tan limpia y clara
como el agua. Darle vueltas alredor es una cosa, simplemente, de imbécil. Qué queréis que os diga.
A uno, siendo abiertamente gay,
le resulta muy gracioso ver las excusas de las derechas y los conservadores en
los parlamentos, después de durante años, y aún en la actualidad, apoyando a
instituciones como fundaciones de niños y UNICEF, de la propia lengua
castellana o de protección de derechos como Amnistía internacional, y todo
aquel proyecto que defienda a la gente menos protegidas de los abusos o la
imbecilidad y barbarie humana. Supongo que será por una necesidad de abrazar
esas iniciativas teniendo la conciencia de lo mucho que uno, como mucha otra
gente, ha tenido que luchar para lograr esa paridad, y medallas aparte, con
mucho más hombría que muchos heterosexuales a los cuales, directamente, todo
esto les importa una mierda, y protegiendo a las generaciones más jovenes,
dentro y fuera de la familia propia, para que este tipo de debates, en sus
propias dignidades e inteligencias, nunca en la vida tengan que dudar, porque
se trata de una simple cuestión de cultura, de educación y de clase, sean
quienes sean, y vengan de donde vengan. Es solo cosas de hombres y mujeres
derechos y derechas. Haga lo mismo con Usted, y con sus hijos si los tiene. Os
lo dice una persona que, en esto al menos, créame, sabe perfectamente bien de
lo que habla. Apoye y proteja la igualdad, porque no se arrepentira, jamás. Muchas
gracias por leerme.
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