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4.8.13

DIVISMO

Image::TEATRO ALLA SCALA © MILANO::


Gran tema. Pocas personas han hablado sobre él, haciendo una búsqueda rápida por la web. ¿Por qué será? A lo mejor, porque nadie sabe exactamente bien a qué se refiere el tema. Divismo. ¿Sabe Usted lo que es una diva, o un divo?, ¿Sabe lo que es el Divismo?, ¿Ha conocido alguna vez a una diva, o a un divo? Probablemente no. Lo más seguro. Porque es que casi ya no quedan. Están todos bajo tierra. Hace nada, el joyero israelí Levev sufrió el robo de parte de sus mercancías en diamantes en el Intercontinental Carlton de Cannes, que se transformaría en el robo más grande jamás perpetuado en Francia por un solo hombre, dejando una nota que rezaba “Estamos en crisis”. Aquella noticia abría la atención de nuevo al mundo del glamour, la costa azul francesa, las piedras preciosas y las grandes divas y divos del Hollywood de los cuarenta. Hoy mismo, el periodista Roger Salas ocupaba un espacio destacado dentro de un periódico en este idioma a la figura de MS Maya Plisetskaia, bailarina rusa de danza clásica, y probablemente, una de las pocas divas vivas que queden entre nosotros, en esta, por qué no decirlo, asquerosa post contemporaneidad.   



En la búsqueda de esa palabra, aparecía también una reciente crónica dedicada a la presentación de Rufus [Wainwright] en el Teatro Real de Madrid escrito por Jesús Ruiz Mantilla, en la que Rufus se refería a su vez a la figura de Maria Callas [NYC 1923-París 1977], soprano considerada en nuestros días una de las más renombradas e influyentes cantantes del siglo XX, y por Rufus, como una de las estelas inmortales, artista irrepetible, que no existió nadie como ella antes, ni que se repetirá semejante fenómeno jamás por su audacia, su riesgo, por su tragedia. Una Diva, con todas las de la ley. Vuelvo a hacerle la pregunta. ¿Conoce Usted a alguna, o alguno? Ahora si, compartirá conmigo la misma respuesta, probablemente. Y es que es así. Según el conocimiento popular, el Divismo es un fenómeno nacido durante el siglo veinte en el seno del sistema de estrellas, consistente en el proceso de una supuesta divinización de una persona de carne y hueso, convirtiéndose su imagen en un icono simbólico y omnipresente en la vida de la gente común, similar a los iconos religiosos del pasado. Aquello nacería a través de la cinematografía en Torino, Italia, una de las primera industrias en lo que al séptimo arte respecta para luego pasar a convertirse en fenómeno puramente estadounidense con el desarrollo de Hollywood y las grandes compañías de producción, para las cuales las “estrellas” eran una fuente segura de ingresos. Y empezaron a ser criadas desde la infancia para ello. Una industria que producía divinidades con la publicidad como principal herramienta. Pero no lo inventaron ellos. Eso ya era una estrategia usada en la antigüedad, en donde Alejandro Magno se registra como el primer borrador de la auto divinización de su imagen en Occidente inspirado de los orientales. A su vez, Alejandro inspiraría a los emperadores romanos y de ahí para adelante hasta llegar a nuestro actual circo, con bastante menos glamour, puede Usted estar seguro...



En los años veinte, el sistema de estrellas renació gracias a una colaboración intensa entre el cine, la prensa escrita, la radio y la industria musical, donde los estudios popularizaban a sus actores-cantantes-performers-bailarines-semiodioses [sus inversiones] con una difusión extraodinariamente amplia consiguiendo para ellos más público de lo que un actor de teatro conseguiría durante todas sus representaciones a lo largo de toda su carrera. Y así empezó. Ahora ya no es igual, porque esas supuestas divas y divos de plástico son absolutamente reemplazables, lo mismo el papel principal para una que para otra, no como antes, donde las películas y los personajes eran pensadas especialmente para esas estrellas que las iban a protagonizar. Lo de ahora es un chiste, y por supuesto, aquello, de Divismo nada. Si bien el sistema de estrellas fue un fenómeno que incluía a la música, el deporte, el cine y la televisión, se ha extendido también al mundo de la moda a través de modelos famosas como el grupo de las top de los noventa. Pero volvemos de nuevo a lo mismo. Aquello, de Divismo, nada.



Hoy los periodistas hablan de divas y divos con soltura en cada edición de alfombras rojas, en una falta de vergüenza que pone de manifiesto la escasa cultura general que reciben en sus escuelas de periodismo, sin tener, disculpando la expresión, ni la más puta idea de lo que es el Divismo, ni una diva. Es exactamente lo mismo de cuando hablan de “galanes” y publican fotos de chicos guapos que de clase, si no es por los estilistas contratados para vestirlos, poco y nada saber hacer. Tampoco decir... que es más grave aún. Y pareciera que las divas, o los divos, son educados desde pequeños para convertirse en eso, en algunos casos, y dueños de una capacidad especial, llevando aquello encima casi como otra naturalidad más de sus personalidad, en otros. Es curioso. Las divas y los divos, los reales, no son inventados por los estudios cinematográficos, puede estar seguro. Plisetskaia decía que en ballet, se trataba de 95% de trabajo duro y 5% de talento… y puede que tuviese razón. Pasa que en la actualidad eso del trabajo duro… pues como que no. Nadie quiere trabajar duro, y trabajar duro, en lo que al Divismo al menos se refiere, es una conducta de casi veinticuatro horas diarias [restadas sólo las horas de sueño], y cualquier diva, o divo que exista hoy en día, que es poco probable que lo vaya a ver en un medio de comunicación, sabe de lo que hablo. ¿Y de qué hablo? Pues del entrenamiento necesario para convertirse en eso. El entrenamiento arduo y constante de cultivarse en absolutamente todas las áreas de la vida, en el conocimiento paulatino y el dominio de la alta cultura y su propia ejercitación. También de la baja cultura con el mismo ímpetu. En la comprensión de las zonas claras y oscuras del ser humano, en su psicología y sus despuntes, sea la cordura y también la locura. Las divas y los divos son capaces de llegar hasta los extremos de todo sin llegar a pasarse del límite en ninguno, porque conocen perfectamente cuáles son, ¿Por qué? Porque están entrenados, o auto entrenados para ello. Por eso pueden ponerse por encima de todo, de pobres y ricos, de izquierdas y derechas, de blancos y negros, de la cordura y la locura, y al mismo tiempo, llevarse bien con todo aquello, en una naturalidad que aturde. Es lo que realmente los hace divos.




A esas divas y divos, en este mundo que vivimos, ahora, en el 2013, no los encontrará, puede estar seguro, en ningún medio de entretenimiento popular como el cine o la televisión [a excepción de la última de las grandes divas, Sophia Loren, o las últimas de la nouvel vague Brigitte Bardot y Catherine Deneuve]. De los últimos que van quedando [y créame que no son muchos, alrededor del mundo], viejos como nuevos, los ubicará solamente en la música, la investigación, las artes y la literatura. Y en la moda, la última de las áreas en unirse al club, puede que exista alguna sorpresa. Es de esperar, por el bien de todos, y de la ilusión en este mundo tan triste, que aparezcan más. Hace falta eso, para que lo haga reírse a uno, y de buena gana: el Divismo. El de verdad. You know what I’ m talking about.


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