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19.9.13

PERFIL: MAPPLETHORPE FASHION SHOW

Image::MR ROBERT MAPPLETHORPE FOUNDATION © NYC:: 



Desde hace menos de una semana, una galería en el centro de Londres acoge la última exposición dedicada a Robert Mapplethorpe y su relación con el mundo de la moda. Co-comisariada por su primer novio y modelo David Croland, “FASHION SHOW” se inauguró con lleno total en la Alison Jacques Gallery. Exhibiendo disparos inéditos del artista fallecido el año ochenta y nueve víctima del sida, y considerado tanto uno de los mejores fotógrafos de la época contemporáneo como piedra estandarte del universo del underground homosexual, la muestra toca la relación de Robert con David, y su rol de intermediario para la inclusión de Mapplethorpe en el olimpo de la moda y las celebridad icónicas. Retratos de Karl Lagerfeld, Yves Saint-Laurent, Ossie Clark, Loulou de la Falaise, Marisa Berenson o Grace Jones entre otros, forman un recorrido sobre estos iconos en momentos importantes de su carrera, acompañados por una selección de joyas diseñadas por el propio Mapplethorpe en la década de los setenta.



El centro de la exposición son fotografías del artista disparadas para las ediciones francesa e italiana de la revista Vogue, además de la publicación LA Style a mediados y finales de la década de los ochenta. En todas ellas, emplea elementos geométricos fuertes y contextos construidos para generar narrativas elegantes pero cargadas de anormalidad, transformándose por si solas en escenas contemporáneas y universales que serían precursoras de la evolución de la fotografía de moda en las tres siguientes décadas, hasta la fecha. Robert sigue, por decirlo de alguna forma, más vivo que nunca. ¿Por qué? Porque con sus disparos se convirtió en uno de los primeros artistas modernos en cruzar la linea trazada como una impronta en ese territorio. Muchas de esas imágenes revelan el amor de Robert por las telas de alta costura, por la elegancia y el propio mundo de la alta moda, poniendo de manifiesto el rol importante que el glamour y la belleza tuvieron para el desarrollo de toda su obra, y la vida que quiso llevar hasta el último de sus días.



¿Y por qué hablar de Robert, y su vigencia? Pues simplemente, porque sigue vigente, en primera fila. ¿Y por qué? Porque fue la reencarnación misma de la rebeldía. ¿Por qué? Pues porque Robert pasaba de todos, y de todo, e impecablemente. Así de simple. Lo hizo, sencillamente, perfecto. Me pregunto qué habrá pasado por la cabeza de Robert en ese tiempo, proveniente de una familia católica, con estudios sólidos en el campo de las bellas artes y una inteligencia formidable, en un tiempo donde se vivía la etapa final de la guerra de Vietnam, el debilitamiento de la influencia comunista en el mundo, Richard Nixon se salpicaba del escándalo Watergate, morían Jimi Hendrix, Janis Joplin, Franco, Perón y Elvis Presley; estallaban los golpes de Estado en una Latinoamérica tercermundista, cambiaba un Papa y Tatcher se convertía en cabeza de Gran Bretaña, entre muchas otras cosas… qué habrá pasado por su cabeza… es una pregunta no menos importante para tratar de entender cómo un hombre en Nueva York, recién inauguradas unas Torres Gemelas, entremedio de un hervidero de vanguardia, lograba abrirse camino entremedio de un circuito rabioso para hacerse un lugar respetable y llegar a convertirse en lo que fue: un icono. En la década donde la Homosexualidad dejó de ser parte del listado de enfermedades por la Asociación Psiquiátrica de los Estados Unidos, estuvo en medio de la reorientación del mundo gay, de la mano con la crisis del sida que se llevaba toda clases de personas, al azar… pareciese que todo aquello hubiese pasado frente a los ojos de Robert como diapositivas a toda velocidad, y él lo hubiese narrado de forma tan honesta, desprejuiciada y fértil en toda una obra que alcanzase un grado de perfección tal que llega a transformarse en universal, atemporal… aún en nuestros días.



Más interesante aún caballeros, resulta que un solo hombre, con su obra y sus convicciones, movilizase a toda una ciudad y desde ahí a todo un país [curiosamente, por ese entonces, uno de los más poderosos del mundo], a modo de electrodo negativo, para generar shocks eléctricos en una sociedad donde sus supuestos excesos gráficos significarían un avance galopante para el futuro de la fotografía tanto dentro del mundo del arte como en el de la moda, en su país y también fuera de él. Mapplethorpe no era cualquiera… no lo era. ¿Por qué? Porque aparte de generar todo esto, como un huracán, sus disparos representaron unos de los registros fotográficos más subliminales del cuerpo humano, la naturaleza y el completo desprejuicio, algunos de los pilares para acercarse a través de pruebas irrefutables a la democracia, y desde ahí [invisiblemente], a lo divino. Mapplethorpe fue, de los de su época, uno de los que mejor entendió la relación de acercamiento a la representación de la divinidad, y cómo hacerlo usando a algunos de los mejores representantes de la belleza de su época, de las áreas más públicas y poderosas, y lo hizo, pese al tiempo, como un chasquido de dedos. Clack! Sonoramente. De un tipo que, como narran muchos, fue glamorosamente embrujante. Por eso embrujó a la moda, y lo rompió todo. Mapplethorpe. Visite su Fashion Show, y entenderá con sus propios ojos, en Londres, de lo que le hablo. No se arrepentirá. Enjoy.





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