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Y se va un año más… un año muy particular.
Está todo mal, pero pareció menos peor que el anterior. El mundo se recupera
lentamente de la crisis, pero es azotado por el ébola, que ha dejado sin
respiración a todas las fronteras, sin discriminación desde el corazón de
África Occidental a los cincos rincones del globo… cerca de ahí, en medio
oriente, el Estado Islámico tuvo también un rol protagónico en las páginas
internacionales, al igual que Israel y Palestina (vaya novedad)… se les sumaron
el este de Ucrania y Rusia con un conflicto que dejó perplejo a toda la Unión
Europea, Estados Unidos, China y que trajo a la cabeza los recuerdos de la desintegración
de la ex Unión Soviética a todos nuestros padres.
En un año caótico para la
industria aeronáutica, Malasia y sus compañías de transporte aéreo vieron caer sus
aviones uno tras otro; Más arriba, en el espacio, la nave Rosetta aterrizaba
sobre un cometa a millones de kilómetros de nuestro planeta, coronando un viaje
de diez años que busca, ahora, a todo motor, encontrar respuestas sobre los
orígenes de la vida en la Tierra y el Universo… ¿Qué tal? Y sigue. De vuelta en
la tierra, el rey español Juan Carlos I de España abdicaba para dar paso a su
hijo Felipe, convirtiendo a una plebeya periodista en monarca de su pueblo como
el mejor de los cuentos de hadas o la más fascinante telenovela mexicana. La
nueva Reina del pueblo. Cerca de ahí, en Italia, asumía otro rey, el rey de la
Iglesia Católica en la figura del nuevo Papa Francisco I, un argentino
convertido de la noche a la mañana en superestrella universal. Proveniente de
las filas de los jesuitas, convierte a la Iglesia en lo que una vez debió o soñó
ser: de los pobres. El mejor papa de la historia contemporánea dicen algunos, o
desde Juan Pablo II dicen otros. Hasta los gays o no creyentes se levantan a aplaudirlo.
Al otro extremo, en Hong Kong, se levantaban los estudiantes y los civiles en
otra marcha multitudinaria a favor del sufragio universal y acercarse más a la
idea de la perdida democracia, sumándose al descontento general global.
En el mundo de la moda y las
tendencias, pues hubo también de todo. Después de doce años en el cargo, Frida
Gianinni abandonó la dirección creativa de la casa Gucci; muere Oscar de la
Renta a los 82 años en los Estados Unidos conmoviendo a todo el circuito
norteamericano y haciendo guardar un respetuoso silencio como pocas veces ha
ocurrido. Mismo caso ha sucedido con el deceso del creador español Manuel
Pertegaz, fallecido el pasado 30 de agosto.; El regreso a las pistas de John
Galliano después del escándalo Dior como director creativo de la Maison Martin
Margiela fue otro de los sucesos que se convirtió caldo de cultivo para chismes
de pasillos, lo mismo el retiro de Jean Paul Gaultier del Pret-á-Porter luego
de treinta y ocho años o la renuncia de Cathy Horyn a The New York Times
aduciendo razones personales en su decisión.
Anna Wintour, la editora
norteamericana de Vogue, quedó inmortalizada con su nombre grabado a la entrada
del centro de vestuario del Metropolitan neoyorkino; Madonna y David Bowie
regresaron en gloria y majestad (como siempre); nos dejaron los íconos Nadine
Gordimer, Lorin Maazel, Robin Williams, Lauren Bacall, Richard Attenborough,
Gustavo (Cerati), Ben Bradlee, la archi famosa Duquesa de Alba, Roberto Gómez
Bolaños, Ariel Sharon, Philip Seymour Hoffman, Shirley Temple, Paco de Lucía,
Mickey Rooney, Gabriel García Márquez, Ana María Matute, entre otros nombres
del deporte, la política, la cultura e infinidad de áreas que no cabrían en
estas líneas. Mucha gente, muy buena. Demasiada.
La moda no entregó sorpresas,
ubicándose en la vuelta a los setenta y la psicodelia dark en todas sus
ciudades y en todas sus grandes marcas y casas emblemáticas. Sin duda el 2015
invita a abrir la ventana a muchas preguntas, la más importante, cómo nos
ubicaremos en el centro de esta especial “nada” donde hay mucho de todo y poco
de algo. Hasta que eso ocurra y en el plazo inmediato, os deseo estimados lectores
un excelente año nuevo, aunque cueste, con paz, amor y muchas sonrisas, y si no
es así, oblíguese. Feliz año y gracias una vez más por leerme.
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