Image::MR NICO PHOTOGRAPHER © BARCELONA::
Han concluido ya las principales
pasarelas internacionales de la moda para las colecciones otoño-invierno 2015. Con una especial atención por la aplicación de tecnología y su romance
perturbador con la artesanía, quedan ya tiradas las cartas de lo que se usará
la próxima temporada estival de la línea del ecuador hacia arriba, y seis meses
después hacia abajo. Sin embargo, debajo de las pasarelas la realidad es otra.
Han pasado ya varias temporadas pero el estilo general de nuestra época no se
resigna a abandonar el grunge, lo vintage y el ya cancino estilo hipster. Y es
que no pasa aún una recesión que ha abofeteado al mundo entero a palma abierta.
Y es que pareciera ser que en estos estilos millones de jóvenes mujeres han
encontrado un refugio para crearse una imagen con prendas y accesorios al
alcance de sus no muy abultados bolsillos. Y para los hombres corre la misma
regla. Las barbas se multiplican cual Grecia clásica, las camisas leñadoras,
alpargatas, zapatillas de lino y suela de goma, gafas de pasta, morrales,
suspensores y pantalones pitillo se producen a mansalva, los baúles de las
abuelas son saqueados cual viejo oeste por las nietas y el plástico en muñecas,
cuellos y orejas hacen de China y Taiwán amos y señores de la moda. Y qué quieren
que os diga, está bien.
Por las calles de grandes y
pequeñas ciudades van y vienen hombres y mujeres como una gran manifestación
poética de oda a los mendigos. Algunos se ven muy bien, otros regular, otros…
bueno, hay de todo en la gran flora y fauna. Los tatuajes de estrellas en
hombros y brazos, de pin-ups en caderas y gemelos se reproducen en todos los
colores y los aretes al estilo tribal nos regresan a las primeras tribus
africanas del mundo. El negocio de la próxima década serán las clínicas para quitar
a láser los tatuajes de todas esas pobres almas y reconstruir quirúrgicamente
miles de orejas cercenadas pagadas por padres indignados. Grito y plata. Los
menos arriesgados, han convertido a Zara, Mango y H&M en verdaderos
imperios casi sin siquiera hacer publicidad. Todo el mundo se ve distinto,
todas las personas se aprecian diferentes… tan diferentes en esa oda a la
mendicidad, que una vez más, como todo ciclo en la moda, han acabado por verse
todos iguales. Le llamaremos la “tribu mileurista”.
Y la tribu mileurista nos enseña,
en su ausencia de estilo, sobre la importancia de eso mismo, del estilo. El
estilo real, que aún nadie es capaz de explicar, a excepción de aquellos que
realmente lo tienen, que normalmente no hablan… y pasa que no todos pueden ni
deben vestirse igual en las formas y en los tejidos. Lo vintage o lo grunge
puede quedar bien en una joven delgada, pero arruinaría a una mujer mayor.
Cuando se conjunta forzosamente la proporción del cuerpo con la función de la
ropa, se va todo al garete. El gran secreto está en ser consciente del cuerpo
propio, y luego en su atractiva distribución. La ley marcial, debe Usted saber,
es entender que la ley de la belleza, las normas del estilo y la elegancia
actúan severamente bajo una apariencia natural, como escribía Vicente Verdú
tras leer los libros de Adolf Loos y Lorenzo Caprile.
Los estilos vintage, grunge o
hipster pueden funcionar bien, y de hecho sucede en muchísima gente que ha
aprendido a sacarles partido, siempre y cuando en ellos encuentren la
naturalidad. Los otros, que han encontrado en estos estilos contemporáneos una
posibilidad de diferenciación a bajo costo y que resultan tan claros en sus
formas visuales para pertenecer a la supuesta modernidad, no han hecho más que
crear otra tribu urbana que con el paso de los años se ha convertido en la moda
de nuestro tiempo y todo lo que conlleva. Y cuando algo es masivo, comprenderá
Usted, que de estiloso no puede tener absolutamente nada, porque el secreto,
como es lógico, estará siempre en la diferenciación. En eso la alta costura
tampoco aporta, al ya no ser realmente alta costura. ¿Qué gran mujer querrá
llevar el mismo vestido estampado que una actriz de Hollywood o cantante de
pop?, ¿Querrá esa misma mujer encontrar sus zapatos en los pies de la esposa de
algún yupi o nuevo rico o una prostituta de lujo? La respuesta es no. El estilo
es pura y simple naturalidad, lleve un pesado collar de Chopard, un vestido de
la última colección de Raf (Simons) para Dior, los zapatos del baúl de su
abuela o los pendientes plásticos comprados en el mercadillo de fin de semana.
En ese sentido, el mileurista tiene algo a su favor: encontrar todo aquello con
lo que se sienta bien, cómodo, natural, caro o barato, porque podrá lograr un
aura a su alrededor, que no lo dan ni los tatuajes, ni los aretes tribales, ni
los collares de diamantes ni los vestidos de la rue Saint Honoré. Sea Usted
mismo, y no pertenezca a nada, a ninguna tribu, a ninguna moda. Tenga Estilo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario