Image::MR PETER LINDBERGH PHOTOGRAPHER © LESZNO::
En septiembre pasado, durante el
desfile de Giorgio Armani en la Semana de la moda de Milán, todos los
asistentes quedaron estupefactos. Las modelos que lucían su última colección en
la pasarela, no podían distar más del canon de belleza femenina. Las sospechas
de bulimia y anorexia en la mayoría de ellas era francamente inquietante. Horrorizados
ante una treintena de esqueletos que caminaban bajo los focos con rostros
cansinos, tan faltos de vida que la pena era el primer sentimiento ante un
completo absurdo con tufillo a anemias crónica. Y es que aquello es la dinámica
habitual en los backstages de los recintos milaneses, neoyorkinos, parisinos y
londinenses, y desde siempre.
Pues bien, ha sido en Francia
donde Marisol Touraine, actual Ministra de Salud, ha tomado cartas en el asunto
junto al neurólogo y diputado socialista Oliver Verán. Ambos han presentado dos
proyectos de ley que de ser aceptados por el poder legislativo, impondrán
multas y sanciones a las agencias cuyas modelos no cumplan con los criterios
sanitarios. Agencias como Ford o Elite estarán imposibilitadas de contratar
mujeres extremadamente delgadas, amenazadas con multas que bordean los setenta
y cinco mil euros y también penas de cárcel para sus responsables. Asimismo,
otra ley prohibirá la existencia de webs que promuevan dichas imágenes que
conceptualicen la delgadez femenina hasta la enfermedad. Y es que por las
calles de París, donde el imaginario colectivo ve pasear por sus cafés, tiendas
y librerías a las mujeres más perfectas jamás vistas, esconde nada menos que más
de treinta y cinco mil jóvenes y no tan jóvenes víctimas de la anorexia. Este
número escalofriante ha impulsado un cambio radical en los cánones que el mundo
de la moda, la belleza y la estética se han inventado durante décadas,
obligando a la industria desde que se apruebe la ley, a un cambio de paradigma
que hasta nuestros días ha permanecido con voluntad de fierro, que verá sus
efectos, sin lugar a dudas, en el resto del mundo entero.
“Belleza es poder” dice un dicho,
y muy cierto en nuestros tiempos. Los bellos, inteligencia aparte, ganan sobre
los feos en todo orden de cosas, como así mismo las cosas bellas sobre otras no
tan bellas. Y es que como decía hace una década atrás Ana María Corti, el mito
de la belleza no solo enfrenta mujeres por medio de la comparación, sino que
las agrede a todas por igual. Asiente que el poder de la belleza no es tal,
sino por el contrario, se trata de una dictadura despiadada sobre un gran
número de mujeres que recurren a las más diversas técnicas, aún por sobre su
salud, para no ser condenadas a la descalificación por ellas mismas. Estaríamos
refiriéndonos a una estrategia contemporánea de segmentación y exclusión social
basada en la obsesión moderna por la perfección de la imagen corporal en una
epidemia del culto al cuerpo.
Si entendemos, como asegura Corti,
que la discriminación valorativa es uno de los más grandes obstáculos para la
realización plena de los derechos humanos y uno de los factores que genera
mayor violencia social, se hace necesario, imperativo, una nueva visión de la
imagen corporal femenina y para ello es esencial generar un entramado social en
donde la discriminación de aquellos modelos corporales diferentes y muy reales,
se acepten y valoran socialmente. En ese sentido, la propuesta de Touraine y
Verán cobra importancia capital en nuestro mundo actual y en una industria
donde el trato al físico se ha tornado estrafalario. De aprobarse el nuevo
proyecto de ley galo, la próxima Semana de la Moda de París cambiará
radicalmente, y junto a ella, todas las demás, para que la moda, de una vez por
toda, no sea una delgada línea divisoria entre la belleza y la enfermedad.
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