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Desde que el pasado 20 de enero,
el excéntrico empresario y figura de televisión Donald Trump asumiera el cargo
como nuevo presidente de los Estados Unidos, de Melania, la nueva Primera Dama,
no se ha visto ni la sombra, excepto este sábado al acudir junto al mandatario
a la cena anual de la Cruz Roja en Palm Beach. Más allá de sus primeras dos semanas
de silencio, la figura de Melania Trump es un verdadero misterio incluso para
los mismos norteamericanos. Su pasado es confuso, inexacto, como si al llegar a
los Estados Unidos hubiese cambiado de identidad-que de hecho hizo- para
adaptar su nombre a algo “americano”. Todos sabíamos quién era Michelle Obama,
una prestigiosa abogada de Chicago graduada en Princeton y Harvard, madre de
dos hijas, que había acompañado a su marido durante veintisiete años en un
matrimonio tradicional y había logrado ubicarse entre las 10 mejores abogadas
del país. El caso de Melania es diametralmente diferente.
Melanija Knavs (Novo Mesto,
Eslovenia, 1970) se ha convertido en la nueva primera dama del país más poderoso del mundo. Hija
de un vendedor de automóviles y una obrera textil, Melania Trump no registra
estudios formales salvo un año incompleto en la carrera de arquitectura, hecho
que no le ha impedido cumplir con el sueño americano de hacer algo grande, pero
¿está realmente preparada para serlo? Las imágenes durante el traspaso de mando
de Barack Obama parecen imaginar lo contrario al dejar de manifiesto la tensión
de la ex modelo en una posición donde parece jamás haber imaginado. ¿Puede una
primera dama aparecer a las dos semanas de serlo, en la portada de “Vanity Fair”
haciendo gala de más rabiosa ostentación, simulando comer collares y brazaletes
de diamantes como si se tratase de un plato de spaghetti?...
Su debut en la carrera
electoral a la casa blanca de su marido partió con polémica. Se le acusó de
plagiar el discurso que Michelle Obama pronunció el 2008 mientras Barack Obama realizaba su
campaña presidencial. Aún en campaña, Melania dio al periódico “Daily Mail” un
plazo de 24 horas para disculparse por la publicación de una noticia que
afirmaba que había sido una prostituta de lujo en la década de los 90, antes de
conocer al nuevo mandatario que venció a la demócrata Hillary Clinton el pasado 8 de noviembre, exigiendo el
pago de 150 millones de dólares por injurias y calumnias. Sonando todo más al
guion de una película hollywoodense que a un proceso político, América no ha
podido estar más fuera de las reglas tradicionales de la sobriedad política, y
de repente tenemos a una Primera Dama que viste minifaldas, muestra pechos de
infarto y luce diamantes y ajustados vestidos de fiesta en alfombras rojas. De
esa vida de oligarca ruso, Melania Trump parece acorralada dentro de los muros
de la casa blanca, donde sus esfuerzos por imitar a Betty Ford o Jackie Kennedy
parecen no sentarle bien, parece sentirse incómoda y acartonada sin saber muy
bien cómo reaccionar ni qué hacer.
Melania es un enigma, donde
muchos se preguntan qué hará una chica que posó desnuda para
la revista GQ -en
el avión privado del magnate- al frente de las obligaciones de una primera
dama. El desconcierto mundial de la elección del republicano que ya ha dictado
levantar un muro en la frontera con México y prohibir la entrada de inmigrantes
árabes, que dice que el cambio climático es un invento de China y que ha sido
acusado por decenas de mujeres de acoso sexual, suma la imagen de esta mujer de 45 años, de
pocas palabras y que aún no tiene un secretario social, ni un director de
comunicaciones, ni un director de staff como afirma la reportera de la Casa
Blanca para la CNN Kate Bennet.
Sin embargo, parece ser que Melania Trump es una mujer inteligente.
Domina, aparte del esloveno, los idiomas inglés, serbo-croata, francés, alemán
e italiano. De un metro ochenta de estatura y 60 kilos de peso, Knavs conoció a
Trump durante una fiesta en 1998 en Nueva York. Se casaron en 2005 y un año
después nacía Barron, hijo único de la mediática pareja. Está por verse de qué forma la eslovena se moverá en los pasillos de Washington como la mujer, desde hoy, con más
atención pública en el planeta. Hasta que eso ocurra, Melania Trump sigue
siendo un enigma.
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