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31.3.09

CUESTION DE I+D

Imágen::NOEL JONES PHOTOGRAPHER::

Hace unos días saqué a pasear a mi perro. Era una pasada. La gente se detenía a acariciarlo, los turistas sonreían cuando lo veían venir con sus patas cortas y rápidas, su cara graciosa, cordial. Él, tan blanco y brillante como la nieve, con una pequeña cola igual de blanca y corta meneándola con tanta fuerza y agilidad como su propio alter ego. Verdaderamente era un placer caminar junto a él, típico raro espécimen que hace sus necesidades en el único árbol entre tanto cemento, va sin correa y se sienta junto a ti en cada semáforo, con elegancia, sencillez y la barbilla en alto. Era una obligación para la gente, aunque fueran de gatos o renegaran de mascotas domésticas, sonreír frente a su gentil estar. Su presencia era un acierto entre tanta falta de educación. Al día siguiente acompañé a un amigo hasta la Zona Franca de Barcelona, para comprar algunas cosas para su local. Camino a aquél sitio en coche, con el perro en las piernas y un sol precioso sobre nosotros, miraba el escenario de la zona portuaria e industrial del gran consumo de la ciudad, luego el cementerio y una innumerable serie de fabulosos edificios empresariales y hoteleros. Pensé en la crisis, porque la actividad y el dinamismo que vi me hacían cuestionar, a modo de reflexión, una vez más su función como catarsis general.



La verdad ya estaba cansado de ver cómo aquellos personajes públicos con más poder normativo se regodeaban con el asunto del desgaste económico mundial, quizás para tener más presencia en los problemas generales porque aquello sería un suelo de grueso mármol para los próximos procesos electorales, sobre todo desde el punto de vista mediático, una buena herramienta. Negué con la cabeza, como Moisés Naím, porque estaban cayendo como moscas. Ya no las empresas ni los bancos, sino los Gobiernos. La gente, como yo, se cansó, sencillamente les perdieron la credibilidad. Grueso. Era así señores, la crisis comenzó desestabilizando a los bancos y ahora va a por los Gobiernos. Se la buscaron. En muchos países de Europa, tanto del este como del oeste se tambalean al borde de un letal precipicio, llevado por las furias políticas desencadenadas por la crisis económica. Los Gobiernos de Bélgica, Islandia, Letonia, la República Checa y Hungría han sido expulsados del poder como consecuencia del “boom”. Bulgaria, Rumania, Grecia e Irlanda se enfrentan a una terrible situación económica que inevitablemente provocará convulsiones políticas. Este año estará marcado por eso, los terremotos políticos serán los que estarán de moda. Es una vergüenza internacional.



Las cifras que reflejan la debilidad económica europea son espantosas. El déficit combinado del presupuesto público de los cuatro países más grande de la eurozona: Alemania, Francia, Italia y España, será el año entrante tres veces y media mayor de lo que fue el año pasado, y su deuda pública combinada saltará del setenta y un por ciento del producto interno bruto hace un año, al ochenta y tres por ciento el siguiente. Bravo. Y estos enormes volúmenes de deuda y déficits no tienen en cuenta ni la necesidad de un necesario y cada vez más urgente estímulo fiscal que sea mayor que el que ahora contemplan, ni la posibilidad muy real de que van a tener que financiar el rescate de algún país europeo cuya bancarrota puede causar un gravísimo daño a toda la región. Pero siguen pasando de todo, mirando a Obama como quién ve a Superman salvando bellas mujeres de monstruosos villanos o guardando lo propio con un egoísmo indescriptible y vulgar. Hay que tener bastante poca clase. A nadie ya le cabe duda alguna.



Sabio aquel hombre llamado Pascal Lemy, hoy por hoy director de la Organización Mundial de Comercio, nacido en la linda Levallois-Perret en los cuarenta, cuando le decía a Andreu Missé que el comercio es generador de crecimiento y empleo, y que la violencia de la crisis ha creado una demanda de protección, especialmente entre la gente que se ve golpeada en su puesto de trabajo. Hay muchas maneras señores de ofrecer protección y reducir la inseguridad social, el peligro es que el proteccionismo es sólo una ilusión, no protege. Lleva su nombre pero crea confusión. El proteccionismo del que ahora hablan todos los medios y los economistas, respetando absolutamente sus profesiones, es ingenuo. Cree que uno se puede proteger de los otros pensando que los otros no van a hacer lo mismo. Tenemos ese riesgo, importante, pero no estamos ante un proteccionismo de alta intensidad como el de los treinta, porque su naturaleza es distinta, muy distinta. ¿a qué me refiero cuando hablo de proteccionismo? A lo que me dan las informaciones financieras, saber que diecisiete de los países del G-20 ya han aumentado los aranceles y adoptado cuarenta y siete medidas que dificultan o reducen los intercambios comerciales. Eso es proteccionismo, y eso señores, para la moda, para nuestra industria, es un enorme peligro, porque aumentarán las dificultades, por ende los precios, y no estamos precisamente para aumentar ni nuestros costos operativos ni el precio final a los clientes, es una aberración. Esto nos golpeará duro, porque la moda se hace y circula aquí, en Europa, es su principal valor separador.



Es difícil cuantificarlo, pero la debilidad del comercio internacional ha contribuido a la recesión y como es lógico señores, menos comercio implica menos puestos de trabajo. ¿suena a misterio? Para nada. La mayor parte de los miembros de la OMC, piden como es normal concluir lo más pronto posible un acuerdo, sobre todo los países en desarrollo, que son de donde provienen gran parte de las materias primas que utilizamos en Europa para la producción textil y que luego dotamos de un capital simbólico para presentar alta costura con etiquetas de grandes nombres y que luego volvemos a enviar a estos mismos países en desarrollo, terminados y con los impresionantes precios que mantienen a esta industria y dinamizan su vigencia y circulación. Tres cuartas partes de los países miembros de la OMC son países en desarrollo y buscan una salida suplementaria del mercado mundial. Estos países obviamente señores, son más dependientes del comercio internacional para su crecimiento económico y por ende para su progreso social. El comercio mundial es el único trozo de cielo azul que estas naciones tienen en el actual paisaje, que no es precisamente un prado de lirios.



Los obstáculos son que por un lado la definición de una claúsula de salvaguardia en caso de gran aumento de importaciones en países en desarrollo. En materia industrial, las reducciones arancelarias en sectores precisos. Son dos cuestiones sensibles especialmente para los indios y estadounidenses. La cuestión previa es sí, la adecuada limpieza del sistema financiero, que hoy es tan sucia como mansión abandonada en barrio oscuro. Aún existen miles de millones de pérdidas en el sistema financiero que tienen que salir a flote y ser saneadas. Tiene razón Lamy cuando afirma con las manos en la nuca que hasta que no se haga esto, no se generará la confianza suficiente para salir adelante. La secuencia señores es limpiar, relanzar, regular y reformar, es absolutamente indispensable rellenar de nuevo los agujeros y crear normas de referencia internacional en materia de regulación de finanzas. Hoy es más fácil regular la circulación de animales que la de productos financieros. El capitalismo está hecho de una forma que si no regulamos esta hipertrofia financiera, el problema volverá a aparecer, y quizás aún más grande. Perdonen que no me levante… el modelo de crecimiento sobre el que hemos vivido estos años difícilmente se puede mantener por razones económicas y ecológicas. Hay que pasar a un modelo de crecimiento, vuelvo a repetirlo una vez más, menos extravagante y más mesurado, reflexionar de verdad sobre el modelo de crecimiento y asociar a esta reflexión lo que no hemos hecho hasta ahora, a los países emergentes. Dice don Jorma Ollila, presidente de Nokia, colosa empresa escandinava, que ya es hora de estar menos pendiente del valor de las acciones y más preocupados por los aspectos humanos del trabajo y la solidaridad social. La cuestión fundamental es saber si hay que readaptar, arreglar o reformar el capitalismo, o si hay que ir más lejos, ser más profundos en los cambios e ir más a fondo que estos retoques, lo único cierto, es que no debemos tener la complacencia de satisfacernos intelectualmente con el actual horizonte del capitalismo.



Me disculpo de antemano porque ahora seré tedioso. Quizás peque de agresividad, pero la siento necesaria, porque ya es tiempo de que veamos la cosa con mucha lucidez, como realmente son. El igual parisino Gilles Lipovetsky, nacido en el mismo decenio que Lamy, es certero. Nuestro colapso tiene dos características básicas. Por un lado está generalizado y toca todos los ámbitos: el económico, el financiero, el político, las relaciones internacionales e incluso la esfera privada. Por eso percibimos una desestabilización y una desregularización total de nuestras estructuras. Eso por supuesto provoca una desorientación general, porque el individuo ha perdido la armadura que daba sentido a su existencia, a su estar, a sus hábitos. Ante esta desorientación no tenemos modelos alternativos, los republicanos se portan como si prefiriesen ver hundirse al país a que Obama se apunte un éxito, al mismo tiempo un presidente de Sony Ericsson declara con soberbia que tendremos una Play Station en nuestros terminales móviles, y el papa afirma de forma supuestamente coherente en África que no debe usarse el preservativo. En otras épocas señores, había la posibilidad de inventar una sociedad o una economía que diera esperanzas a la gente que vivía peor. Ahora nos encontramos en una situación nueva, fuerte, muy particular. El comunismo ha fracasado, el ultraliberalismo también. No tenemos más modelos para cambiar lo que existe. Esta señores, es la segunda característica del colapso.



Como sostiene Lemy, de forma idéntica a Lipovetsky, un par de derechos caballeros, no hay que entenderlo, ni mucho menos, como un colapso apocalíptico, porque está generalizado, es crónico, cotidiano y estructural. Tenemos mucha información contradictoria y la gente no sabe cómo orientarse en este universo hipertrófico. No hay una tragedia colectiva, sino individual, porque cuando las tradiciones y la religión ya no organizan el mundo, el colapso se instala en todas partes. Pero eso no es peligro, sólo es bulla. Para ganarle a todo esto y abofetearla con una grata sonrisa, hay diversas cosas a tener en cuenta, pero la primera es repensar el papel de la educación. La escuela debe ofrecer a los jóvenes los recursos necesarios para entender mejor el mundo. Ahora la escuela compite con internet, la gente tiene acceso a prácticamente todo pero no saben en lo más mínimo como organizarlo. La escuela debería también tener la obligación de dar generosamente las herramientas para resistir el peso del consumo a nuestros hijos. Los jóvenes señores lectores, conocen antes las marcas que la literatura o la historia, por la misma razón la educación de la escuela debe difundir otra cultura diferente que funcione como contrapeso, y por supuesto que los enganche. Permitir que la gente sea más creativa es la manera sublime y verdaderamente efectiva de parar el espiral del consumismo. Estamos en una sociedad hedonista y la gente está ansiosa de no aprovechar ni valorar la vida. Debemos tenerlo muy en cuenta en cualquier plan de acción.



La frugalidad y la austeridad, donde crecieron nuestros padres, estaban integradas en una cultura religiosa de la renuncia. Antes lo esencial era prepararse para otra vida, en cambio hoy todo es inestable, veloz, hay una ansiedad generalizada sin precedente. A esto debemos ponerle freno. Total. El consumismo tiene una función psicológica porque la gente quiere animación continua en su recorrido diario. Como lo lleva Lipovetsky a pensamientos fundamentales, el gran motor de la vida de los hombres es la diversión y la diversión es la manera de no pensar en la muerte. En cambio, en esta época, donde me tocó nacer y que observo en silencio cada día mientras trato de vivirla con pasión, la muerte no es simplemente morir. Para el hombre de hoy la muerte es la rutina porque estamos obsesionados con el cambio y lo necesitamos constantemente como un narcótico. El consumo permite a los hombres tener el sentimiento de que siempre pasa algo nuevo, la gente quiere hacer eso y se adapta. Por eso la industria de la moda es tan colosalmente poderosa, pero como dice mi querido Karl Lagerfeld, la era del tintineo de piedras y metales, ya se acabó, porque no es más necesaria, no hace ya más falta, porque ese tintineo será el causante del desprestigio de quien lo lleve, como una marca, como el símbolo de ostentaciones que ya no son aceptables, mucho menos respetables, que lo pondrá en la escala social cientos de escalones por debajo de la extrema pobreza, por ende, despreciable. ¿por qué? Porque es la felicidad dual y paradójica. Por un lado tenemos una cultura que empuja a los individuos a controlarse continuamente, y por el otro, una desregularización de la vida cotidiana, la obesidad y las adicciones son un ejemplo de ello. El hiperindividualismo propone un control sobre la propia existencia pero al mismo tiempo hay un desposeimiento de uno mismo. Es cruel. Nuestro mundo desarrolla tendencias contrarias: unas nos empujan al pesimismo y otras nos permiten ver las cosas de otra manera. Al mismo tiempo hay crisis económica y pobreza, pero también hay capacidad crítica. Por suerte el futuro no está escrito, y podemos empezar ya a dar los primeros pasos.



Para combatir esta debilidad es preciso seguir apostando por la innovación, y aquí debo defender a Cristina Garmendia Mendizábal, una ministra de ciencia e innovación que da un paso más allá, independientemente de su color político al que no daré ni la más mínima importancia. Gracias a ella podemos ver con ojos abiertos que España cuenta con capacidades de innovación que es posible capitalizar para salir reforzados de la crisis. Siendo señores la productividad un cociente entre el valor añadido bruto y el coste total de los factores de capital y trabajo, la primera de las opciones para aumentar la productividad es controlar el coste de los salarios. Recuerden siempre que la innovación debe contemplarlo todo. Hasta hace unos pocos años no hemos verdaderamente, invertido de una forma sistemática en innovación. Para que haya innovación es necesario, lógicamente, que exista la capacidad para producirla, lo que está ligado al nivel de capital humano, tecnológico y al esfuerzo del I+D. En ambos casos se trata de variables cuyos resultados no son inmediatos, porque las capacidades y estructuras que permiten absorber este conocimiento no pueden generarse de forma repentina.



Contamos hoy con un potencial científico y tecnológico que podemos poner en valor, que es uno de los pilares sobre los que se puede construir el cambio del modelo productivo. La experiencia de la producción científica va teniendo asimismo un gran dinamismo, que crece por cifras a cuatro veces más rápido que la media de la producción internacional, y disponemos de un stock de conocimientos, intelectuales y cerebros que es necesario poner en valor. España es hoy la décima potencia mundial en producción científica y cuenta con un porcentaje de investigadores por cada mil habitantes que está en la media europea. ¿debe ser necesario que tenga que contarles esto para que reaccionemos? Probablemente. El esfuerzo de una administración del Estado, pese a todos sus errores, ha permitido multiplicar por 2,9 el gasto público en investigación, desarrollo tecnológico e innovación desde el año dos mil cuatro. Los incentivos fiscales a las inversiones empresariales en I+D, que se mantienen más allá del año dos mil once y que figuran entre los más favorables del entorno de la OCDE. Humildemente, no podemos ser tan mal agradecidos, tan petulantemente ciegos. Nuestra tarea requiere, sobre todo, de un esfuerzo colectivo que sólo es comparable, en nuestra historia reciente, al esfuerzo realizado a finales de los setenta. Ahora el desafío es iniciar la transición hacia una economía basada en el conocimiento y la creatividad. El interrogante es si queremos que sea así, si la sociedad está dispuesta y quiere realmente emprender este proceso de transformación, porque los países que no saben o no quieren sacrificar lo urgente por lo importante están abocados al fracaso, y seguirán cayendo, de nuevo, como moscas.



No se trata sólo de invertir más en I+D, sino de invertir mejor, focalizando los recursos sobre las bases de una estrategia, para hacer de ella una actividad sistemática, en la medida en que nos dotaremos de más estabilidad y unas reglas más claras, flexibilizando las relaciones entre centros de ciencia y empresas. Hay que hacer que el debate sobre la crisis y la baja productividad nos lleve a centrar los esfuerzos en las políticas de ciencia e innovación, y en lo posible que vaya de la mano con aquellas de cultura y educación. Son las claves del éxito, simplemente, porque es el único sector que permanece inmaculado en su credibilidad y en donde puede haber consenso de todos los agentes sociales, económicos y de los grupos políticos, porque sólo apela a la lógica pura y dura. Un consenso señores, que lamentablemente es difícil encontrar en otros ámbitos de la vida pública. Este dos mil nueve, además de ser el año de la caída de los Gobiernos incapaces, también será el Año Europeo de la Creatividad y la Innovación. El que decida comenzar, hágamelo saber, porque me levantaré y lo aplaudiré, será un buen aplauso, será un noble aplauso. Mientras tantos, seguiré con los ojos puestos en el perro, con su igual noble mirada, sentado como estatua egipcia mirando por la ventana, sin decir nada, sólo observando por el balcón a la ciudad. Quizás, al final, aquella noble mirada tenga la respuesta. Prefiero, sinceramente, quedarme con esa bondad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

eres tan ignorante que no merece la pena decirte lo equivocado que estás, ya que tú lo sabes todo y estás mas adelantado que el resto de gente de éste mundo...En tu charla (que por cierto, no es que te rebatiera la gente, es que nos asombró cómo un tipo en vez de hablar de un blog se pone a hablar de él mismo y de que hay que ser maricón para ser coolhunter). SI, MARICON, SUDACA CHUNGO CON INTENTO DE PONER ACENTO CASTELLANO, ORDINARIO Y MENTIROSO, verdad?, eso lo sabes muy bien tú...que vas peloteando a las revistas, casi llorando diría, para publicar algo...Solo te digo que aqui, en ésto nos conocemos todos, y tú con tu actitud altiva y chulesca...te has labrado tu futuro aquí, tiempo al tiempo.
Entré por casualidad a la charla, no tengo que ver con la moda. Eso si, conozco gente. No de tu nivel Jean Paul Gaultier, jajajja. Tio estás fatal de chalado...Estoy por preguntarle a Yolanda (Muelas) si es verdad que te deja escribir en su revista...porque temo que me diga que solo has escrito un pie de foto o algo...
Para haber estado tan tan cerca de Jean Paul...qué trapos con tan poca clase trajiste, no?. Dejame decirte que para hablar de moda...tú mismo, vestido...ejem...andrajoso es poco. Parecías un perroflauta, tio. Pero sudaca. La cara de sudaca no te la quitas aunque intentes escribir o pronunciar el castellano bien. Qué poco respeto por Barcelona y la moda tienes, tio.
En tu blog pone que eres COOLHUNTER, CATETO ignorante.
Oh nuestro Dios y gurú!.
Pero qué imbécil eres, hijo mío...
Mas tarde entendimos por qué no te dejaste grabar...por miedo a que alguien lo pudiera colgar en youtube y se riera todo el mundo de tí y lo sobrao que eres.
Doy gracias por el descontento general que hubo contigo, y la explicación que me dieron los organizadores: se habían presentado solo 2 blogs y te eligieron a tí, jajjajaj.
Coolhamster!.
Mierdecilla ínfima!.