Imágen::GREAT CITY DOGS::
En el último artículo escribiría sobre la reciente edición de la pasarela Cibeles recién concluída en Madrid, casi en su totalidad, un nuevo giño a la ordinariez con un presupuesto desmedido para su calidad excesivamente baja, al ninguneo con la nada, a la falta visual casi absoluta de verdaderos ciclos de reflexión y proyectos procesuales. Lo de Cibeles fue en esta ocasión, solo un vulgar y pedante deseo mas de exaltar, de sobresalir por sobresalir, de diseñar por diseñar, de buscar la visibilidad mediante la agresión visual, la escandalización a través de colecciones primitivamente inconexas, sin hilos conductores coherentes de referencialización por las artes visuales y escultóricas cíclicas, por la historia y la cultura universal, que son las que hacen respetable a cualquiera que tenga el atrevimiento de autoproclamarse diseñador y pretender competir en las grandes ligas de la moda internacional, de no ser despreciado en París por su hermético círculo intelectual, que son los mismos que terminan ante mi presencia y vergüenza, año tras año, valiéndose de nuestra pasarela para, disculpando la expresión, “descojonorarse” en sus simpáticas y agradables veladas nocturnas. Así no se escandaliza señores, no así. Sinceramente, no tengo mucho que decir.
Lo de Ifema fueron sólo celebridades locales (muy locales, por no decir prácticamente provinciales) que aún no logro saber muy bien el motivo de su pseuda popularidad, más allá de la siempre y perpetua ansiedad y sed, a mi juicio animal, por el simple escándalo, esos de poca monta, aquellos que son la canasta de la prensa rosa y los nuevos ricos por la fama, por la fama barata. Pero en fin, fue Eugenia de la Torriente quién, en un tono más modulado para con todos, se me adelantó. Me alegró mucho la verdad, ahorró ese trabajo y verdaderamente no hacía falta, escribir dos textos sobre lo mismo, sería una innecesaria y poco constructiva pérdida de tiempo y tinta. Se lo agradezco. Compartiendo páginas dominicales con Eugenia lo hacía también Ramón Muñoz sobre algo bastante más interesante: El caso Murdoch. Mis disculpas para la periodista por no releer ni profundizar sobre su texto, aunque estoy seguro, por la calidad de su pluma, preferirá que me centre en esto otro. Pienso que Ustedes también señores lo encontrarán bastante más interesante, porque es bastante más preocupante y no se trata precisamente de Cibeles, respetuosamente y sin afán de ofender, la mayor competencia de bolsos falsificados y ologramas que he visto en mi vida y no sobre la pasarela, sino abajo de ella, gracias al cielo. No se puede ir contra natura y eso ésta industria lo valora y agradece: publicidad colosal a costo cero. A lo nuestro.
Hace ya mucho tiempo que estaba siguiendo los pasos, de cerca, a Rupert Murdoch y News Corp, vigilando con prudencia al australiano desde que se hizo con el The New York Times. Mi impresion habia sido mayúscula ante la soberbia con la que se dirigió a todo el mundo cuando compró ese periódico y mandó a Renzo Piano levantar un edificio de dimensiones colosalmente sobrenaturales para resguardar sus oficinas, propia de la espectacularidad y monumentalidad hollywoodense con que en Estados Unidos procuran dotar a todo. Con una arrogancia casi horizontal a la de Donald Trump, en su tiempo dió por acabada la era de la tinta impresa en los medios de comunicación, especulando de manera cruel sobre el futuro de la comunicación y de paso, augurando como un profeta el mismo fin, acercándolo a mi realidad, de todas las revistas con las que colaboro de manera habitual y con cuyos ideadores he alimentado una buena amistad. Editores de una calidad, ética, humana y profesional brillante. “Pedante!”, le había espetado con efusivo malestar a su foto publicada en aquel entonces; decidí aguardar con paciencia y observar, porque no me cuadraban dos cosas del mismo propietario de myspace; la primera, no entendía cómo podía decir tamaña barbaridad cuando acababa de adquirir una empresa que justamente consistía en eso: tinta impresa. Segundo, luego no me cerró el hecho que en la sección financiera de los periódicos pertenecientes a su grupo (The Sun, New York Post y The Wall Street Journal, entre otras varias decenas de medios escritos, audiovisuales y electrónicos) escasease de una forma tan poco natural y tan descaradamente notoria la información sobre los títulos de New Corporation. El pasado 8 de febrero, por un medio escrito Rob Cox aseguraba que los resultados trimestrales de News Corp registraban un deterioro del fondo de comercio de tres mil sesenta millones de dólares, en gran parte relacionado con Dow Jones, empresa editora del The Wall Street Journal que había comprado a sus antiguos propietarios, la familia Bancroft por la suma de cinco mil millones y que a principios de este mes le pedían explicaciones por aquél desplome sin precedentes. Ahora estaba en tela de juicio si aquella empresa valía en realidad tanto. En la fecha antes mencionada, Cox informaba que las acciones de The New York Times se habían desplomado en un 70% señores, y Gannett había perdido un cinematográfico 86% de su valor. No era el fin de la era de la tinta impresa, sino era el vaticinio del fin del emporio Murdoch. Cambié sin pensar en Cibeles de forma automática, porque ahora era Muñoz el que me informaba que éste empresario ya no sabe qué hacer para frenar el deterioro de las finanzas de su grupo con el anuncio de sus pérdidas, estimadas en más de seis mil cuatroscientos millones en el cuarto trimestre, cifra tan desproporcionada como todo el resto que circula entorno a su nombre.
Las editoras New York Times Co, Gannett y McClatchy, que suman el imperio de Murdoch del aberracional número de ciento treinta y cinco periódicos -suficientes para manipular la opinión de la sociedad mundial con una distribución planetaria y monstruosa que deja estupefacto a cualquiera-, han visto caer sus ingresos en trece, dieciseis y dieciocho por ciento respectivamente durante el año pasado, porque las empresas automotrices, cadenas de distribución, bancos e inmobiliarias que generaba ingresos multimillonarios por concepto de publicidad, literalmente se derrumbaron. El emblema de la prensa liberal estadounidense hipotecó su sede en el corazón de Wall Street, ha tenido que doblegarse, agachar la cabeza e incluir publicidad en su portada rompiendo una de sus tradiciones más queridas e igual de emblemáticas; y ha tenido que terminar por aceptar un préstamo de doscientos cincuenta millones de dólares del magnate mexicano Carlos Slim. Pero él es Murdoch, y su receta para escapar de la crisis es, por supuesto, a la americana: recortes de plantilla y de coste, la venta de activos, el despido del 10% de los cincuenta mil periodistas que trabajan en cabeceras diarias que le amargan el bolsillo. Se me atraganta la saliva en la garganta.
¿Cómo entendemos esta clase de empresarios señores? Quizás como dice el economista Ramón Salabert, con esta expresión señalamos a aquellas personas que tienen una empresa, que invierten su dinero en financiar proyectos, que se apasionan por generar prestigio a su marca y a la sociedad donde se desarrollan: empresario... se me vino a la cabeza un amigo querido, que no hace mucho tuvo que cerrar las puertas de lo suyo, me apeno en lo mas profundo del corazón, pero no podía en mi fuero interno dejar de ser conciente. En el siglo XXI las cosas son mas complejas, créanme, porque la globalización de los mercados, las bolsas, las nuevas tecnologías, la sofisticación en la forma de producir, distribuir y consumir, nos exige a todos reformular la actividad económica con otra amplitud de miras. Un país moderno, desarrollado y que pretenda ser un referente mundial, necesita generar riqueza y propiciar bienestar a sus ciudadanos, y para ello debe fomentarse el espíritu empresarial, pero no como el ejemplo americano capitalista que os enseñan en sus famosos Máster en Marketing y Administración de Empresas de los que me sigo riendo a petulantes carcajadas cada vez que me los sacan para justificar su soberbia; porque me refiero a la generación de empresas, pero que se creen en un sistema basado en la solvencia económica y moral, en la confianza y en contratos estables, no como lo está haciendo ahora Murdoch, que terminará irremediablemente por acabar con su imperio, entre otros factores tan dispersos como endémicamente relacionados. Los beneficios son importantes, pero que los trabajadores tengan capacidad para consumir es imprescindible para la sostenibilidad del sistema.
¿Por qué he de hablarles del como personalmente titulo el “Caso Murdoch“? precisamente, porque esta semana realmente he visto la gravedad del asunto de los medios de comunicación escritos, y el peligro de que ahora sí verdaderamente pueda llegar a ser el fin de la era de la tinta impresa, y no podemos permitir señores que eso suceda, no podemos permitirnos ese lujo. Y una vez más, se vuelven a equivocar. No es un asunto de reclamar al gobierno ayudas para hacer frente a la crisis del sector de la prensa escrita como esta semana ha hecho la Asociación de Editores de Diarios Españoles, pidiendo una reducción del IVA del 4% que pagan hoy en día a un 0%, armar una suerte de sitio virtual a modo de sindicato maquillado de contenido editorial de calidad de los grandes grupos de prensa y encima cometer el error de sostener que el estado tiene una «obligación» para que la prensa cometa su cometido. La prensa escrita nunca debe depender del Estado, porque esa independencia es la que puede permitirle a un medio no ser manipulado por ningún gobernante de turno... obligación por qué? De qué estamos hablando? Del pago de favores prestados en el pasado sobre todo para los procesos electorales o de gobierno? La obligación debe ser de los periódicos, de su calidad de contenido pero para con la población señores, de la calidad de su contenido editorial. Esa es la obligación, dejar de buscar la primera salida, que siempre será el Estado, como si existiese una extraña forma de pensar de que siempre debe ser él quien nos dé comer, o quien nos saque del ahogo. Eso a mi juicio, viniendo de un continente donde no existe el paro y ha sido azotado por dictaduras sanguinarias de machetes durante toda su historia, es autocomplacencia, de no querer generar los cambios necesarios y propios, de partir con coherencia por casa para encontrar solución a problemas graves. Jamás será así, porque nadie tiene el interés ni la devoción, mucho menos la decencia por hacerlo, es demasiado trabajo, para qué? Para qué molestarse, si al final tenemos al Estado, a quien pagamos impuestos? Que se haga cargo él, no? A mi juicio, por esa forma de pensar estamos como estamos, mismo juicio que supongo deben tener gran parte de las leyendas vivas del periodismo, aquellos que fundaron los medios más prestigiosos del planeta y los mismos que se han llevado todos los galardones del oficio, por algo, porque apoyaron la libertad de prensa en primer lugar, y velaron contra viento y marea toda su vida por generar contenidos de calidad irreprochable, cosa, que en mi humilde opinión, periódicos, hoy por hoy, verdaderamente muy pocos tienen, por una simple razón, que es la dependencia a los gobiernos o a una única persona que se siente el dueño del mundo o pretende serlo con arrogancia senil. Ejemplo vivo: Rupert Murdoch.
“Periodista es gente que le dice a la gente lo que le pasa a la gente”, le afirmaba a Cruz Eugenio Scalfari, fundador de “La Repubblica” de Italia. Aquél hombre de sesenta y cuatro años, solemne, de buenos modales y manos de largos dedos que me presentaron no como periodista, sino como una leyenda. Este italiano sostenía con humildad, a sabiendas que ahora en su país están todas las comunicaciones bajo el poder y control absolutista de Berlusconi, al mismo tiempo en que Murdoch seguramente se peinaba fuertemente con los nudillos sus albas cienes, además, que el periodista no es sólo quién escribe lo que piensa la gente, sino que también debe controlar una crueldad en este oficio, porque de una cierta manera nos atrae el hecho de que tenemos que ver a los personajes de la actualidad, de los que hay que ocuparse poniéndolos al desnudo, intentando saber cómo son mas allá de la apariencia -esto en mi caso, como periodista de moda, debo cuidarlo con regla militar y un sexto sentido autoimpuesto- Y esto es cruel señores, porque la gente no ama ser desnudada y luego ser descrita en su desnudez, en su realidad, las que nos parece a nosotros, que no quiere decir que sea una verdadera realidad; que el perro muerda al hombre no es noticia, pero que el hombre muerda al perro, eso si que es noticia, sólo que a los hombres no les gusta verse descritos mientras muerden a un perro, esa es la crueldad. La verdadera nobleza del periodismo es cuando se hable en un plan generalista, porque eso provocará una pertenencia, que es lo que los lectores de periódicos dejaron de tener hace mucho tiempo, por esa razón dejaron de consumir la prensa escrita. Los lectores, provengan de la condición social o cultural más dispar, tienen unos valores comunes, que están representados en la moralidad pública, la innovación y por tanto, la modernidad, el laicismo, la conciliación del interés individual con una visión del bien común, a lo que los franceses llaman sabiamente lealtad de información, porque se preocupa por sobre cualquier tema que trate, de la democracia, de la solidaridad entre clases diferentes: libertad… Libertad señores, que es un valor fundamental, que está unida a una idea de igualdad, que es la gran carencia hoy de prácticamente todos los medios. Vuelvo a Francia, porque todo esto lo expresa todavía en nuestra contemporaneidad muy bien un viejo slogan, que está en la base de concebir la vida, “liberté, egalité, fraternité…” en estas simples tres palabras esta toda la historia de la democracia europea, que en América, ni Murdoch ni nadie jamás podrán entender, y esto condiciona nuestra manera de escribir, tan abismalmente diferente a la americana, como el joven adolescente que mantiene siempre un candor cruel y posesivo que no le permite distinguir entre el egoísmo y el bien común; de ahí viene la crueldad.
El Director o Editor de un periódico, o revista, debería tener una voluntad que le llevase a temblar más cuando tuviese al frente temas complejos, delicados, sobre todo los relacionados con política, finanzas, economía o sociedad, pero ésto es lo que tiene que hacer, así debe ser. Pero para eso señores hay que querer con todas las fuerzas ese proyecto, y si lo quiere de esa manera, esa voluntad lo lleva a superar algunos de sus límites naturales, y lo consigue, y lo transforma en un referente internacional, universal que da vuelta al planeta entero, y más de una vez. Pero eso necesita inherentemente un carácter, y un proyecto. Los periódicos servían y sirven como una suerte de aceite que se usa para que funcionen los engranajes, para hacer mas fácil el favor de los Gobiernos, por eso están obligados a usar un tipo de lenguaje y hasta de diseño, y hasta en ese mismo diseño, una tipografía específica. Es un teatro de marca. Como tan coherentemente nos abofetea Scalfari, la actual situación de la prensa escrita es como el arca de Noé. Noé deja entrar en el arca a todo el mundo, con la condición de que dentro todos estén de acuerdo, porque afuera está el diluvio universal. Por lo tanto, la actual situación, económica y social es una gran oportunidad, para todos nosotros, porque necesitamos el diluvio afuera para que dentro todos se lleven bien, es la fórmula, la clave en la que vamos a poder cambiar el futuro ejercicio del periodismo, y volver a recuperar a los lectores señores, porque ya están hartos, hartos de la manipulación, hartos de la especulación, hartos de la deshumanización. Caigamos en ello de una vez por todas, hoy esta internet, vuelvo a repetir, lo que está en la red no se paga, y mucho de aquello que es gratis, hoy tiene una calidad que supera sinérgica y olímpicamente a lo que se publica y distribuye con costes casi imposibles de solventar. ¿Qué se debe hacer para volver a recuperar a los lectores? Hay que hacer que los reportajes, la parte cultural se convierta en la principal fuerza, fichar a los premios nóveles de literatura, los premios nóveles de economía, los premios nacionales de las artes, los premios nóveles de la paz, porque el lector los leerá y se identificara con ellos, porque son humanistas señores y nuestra sociedad actual, profundamente enferma, el lector los respetará y los seguirá pidiendo, ya que sus discursos son universales y esa importancia simbólica enganchará a la gente, sobre todo a los jovenes, que son el futuro público objetivo para estabilizar la facturación, el sector clave para permanecer vigentes o direcamente firmar nuestra desaparición como medios. La gente sabe las noticias de la noche anterior y la fuerza ya no reside ahí. Somos nosotros quienes tenemos que darle orden al lector, establecer cuáles son las noticias importantes. Todo lo que es cultura, comentario, opinión, representa la fuerza para los que quieren reflexionar y entender. Es necesario darles mayor credibilidad, muy necesario, hacer que la marca atraiga al público por encima de las nuevas tecnologías. No se puede hacer otra cosa, y naturalmente esto conllevará una gran reorganización de las empresas, y créanme, los anunciantes volverán, no les quedará más remedio. Con mis editores, las discusiones han sido campales, pero bajo esta misma concepción y premisa seguimos adelante. Curiosamente, se han convertido en algunas de las mejores revistas del mundo, verdaderos objetos de colección. Eso da pistas señores, pistas importantes y están ahí, al alcance de sus manos. Javier, Javier Senón, director de la revista “Few” dice en la editorial del número 01 de aquella publicación “Por que así somos, y con la premisa de que para ser exitosos no tenemos que hacer cosas extraordinarias, sólo tenemos que hacer cosas ordinarias, extraordinariamente bien”. Esta en sus manos señores, como dice arriba, es «el gran reto».
3 comentarios:
BRAVO :)
Este chico, Javier Senón, el Editor de FEW Magazine, es todo un emprendedor, llevo varios años seguiendo lo que hace y la verdad estamos frente a un gran creativo, un apasionado de la comunicación, no hay más que ver su revista FEW una obra de lujo desde el diseño hasta los contenidos.
De donde has sacado la idea que Murdochs newscorp es proprietario de la New York Times?
if this would be certain, how could the NYTimes print something like this?
http://www.nytimes.com/2009/02/23/business/media/23paper.html
its true that he desperatly wants to buy it, but still has not.
Infobroker
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