Imágen::STARCK COLLECTION by GLOBOSFERE ITALY::
En una buena revista del grupo Progresa leía la pregunta de cómo se llamaba la fábrica que genera más toneladas de ignorancia por metro cuadrado en nuestra sociedad. La respuesta era única: la televisión. Al mismo tiempo me preguntaba cómo se llamaba la fábrica que genera más toneladas de conocimiento y genialidad por metro cuadrado desde mi personal perspectiva. La respuesta era igual de única: Philippe. El fabuloso y endemoniado Philippe Starck. El parisino de sesenta años cuyo apellido firma algunos de los diseños y proyectos más célebres del siglo XX. Amado y odiado, provocador, polémico y controvertido. Dogmático en sus aseveraciones sin reparo en contradecirse, renegar de su obra anterior e incluso avergonzarse de su profesión de Diseñador Industrial. Impredescible y al mismo tiempo capaz de predecir con maestría el futuro de las tendencias, como ha demostrado durante toda su carrera.
Su universo lo conforma una filosofía de vida y pensamiento señores que él no ha inventado, pero a las que les ha dado un giro inesperado rozando la irreverencia, ironía mezclada con poesía y humor con los que ha logrado transmitir por todo el mundo aquél gran mensaje político de ética y bondad basado en la amnistía de la funcionalidad. Inmediato, inexplicable. Monsieur Philippe, uno de los pocos hombres sobre el globo terráqueo ante cuya presencia quitaría sombrero, agacharía la cabeza y haría reverencia. Más que por todo lo anterior, porque conociéndolo, estoy seguro que me arrebataría el sombrero de la mano y con él mismo me daría una ostia en la cabeza enfadado y diría que me dejase de gilipolleces. Sir Philippe Starck.
Volvía a saber de él y para serles honesto, reí a carcajadas. En el personal recorrido profesional venía dejando de lado el diseño industrial por la moda. A veces con pena, otras con rabia preguntándome que diablos estaba haciendo aquí, aguantando las estupideces de tanto fashion victim y pseudo estrella rabiosa por la fama y el brillo. Pero llegó Philippe como omnipresente ángel de la guarda. Una vez más: mi casa es su casa, sea mansión o establo, esté donde esté. ¿De qué se trataba ahora? de su primera colección "Starck whit Ballantyne", la prestigiosa firma escocesa especializada en punto de cachemir. Treinta piezas para mujer e idéntico número para hombre. Emocionaba señores. A la memoria volvían los Hermanos Estebecorena quienes a inicios de esta década fundaban su firma en Buenos Aires, "corralito" de por medio para crear excepcionales prendas cuyo eje era la furiosa mezcla entre belleza estética y funcionalidad práctica. Algo me dice que con Starck en la pista, los gemelos tienen su meteorito garantizado, como debe ser, era la obligación del tiempo. Volviendo a Philippe, vuelve a abofetear con un buen güante blanco lleno de canicas. Se decidía ahora a meter las narices en la industria textil por su criterio personal de que algo está cambiando en la relación entre moda y sociedad. Él no tenía intención de hacer moda en el sentido corriente... por supuesto. Ahora inaugura el sentido de "moda permanente". Más que contradicción en los términos, concepto alternativo. Una visión intemporal de la elegancia. Grande Philippe.
El sistema que cada seis meses produce cosas supuestamente de gran valor, tiende a ser totalitario. Su colección, como la de los Estebecorena, están pensadas para quienes no pueden o no quieren someterse a estas condiciones, cuya gran y enorme diferencia radica en el cambio del principio fundamental de la moda: la rotación. Se basan en la longevidad y en la conservación pasando de nuevas temporadas y tendencias estacionales, año tras año y generación tras generación. Si se ocurre una buena idea, se añade una pieza nueva como anexo pero todas permanecen y permanecerán tal como son, en el soberano romanticismo de que los padres podrán heredarlas a sus hijo, que para Starck, los Estebecorena y todos los que crecimos con las sobras de la antaña mentira de la abundancia, constituye la máxima de la modernidad. Serán grandes piezas, porque la idea de transmisión hereditaria será cada vez más esencial en la sociedad del futuro.
La elegancia señores, la elegancia más rabiosa, es aquella sin tiempo y seductora, no de la forma espectacular e incluso exagerada por la que apuesta esta industria. Por eso perdió tanto peso y respetabilidad. La rabiosa elegancia seduce a través de la discreción, que es el verdadero secreto de la longevidad y que a su vez apuesta por la inteligencia, que entre tanta gente supuestamente "a la moda" o "fashion", termina por dejarlos por simples y tristes cretinos desclasados, sólo una gran e incontable tropa de intrascendentes analfabetos, simplemente ejemplificable por una mujer que no es una fashion victim, sino que tiene su propio gusto y visión. Como es lógico, automáticamente tendemos a pensar que es una persona interesante.
¿Por qué el cachemir? Simplemente porque no es sólo el material más precioso, sino también el más natural tecnológicamente hablando, por ende, más inteligente él mismo. Si además se trata adecuadamente para que resista al agua o se vuelva ligero, resulta superior a cualquier fibra "high-tech". Voilá, Mr. Starck. Con esta colección apuesta a su vez por colores clásicos y negativos mezclados con fluorescentes. Desde la paradoja podría preguntarse ¿pero... y si Philippe vistió siempre de negro? él mismo responde: "el negro puede ser síntoma de pereza mental e incluso de inseguridad. Tememos ser juzgados por los demás por los colores que llevamos, asi que optamos por el negro... santa bobada!". De colores preferidos, por supuesto, ninguno. Preguntar a un Diseñador Industrial por su color preferido es como preguntarle a un músico por su nota favorita. Otra estupidez, porque la vida que nos trataron de arrebatar, es en realidad una sinfonía superior en la que hay que usar todas las notas, y todos los colores. Nunca olviden que cada color puede ser el mejor de todos.
Éste señores, como afirma Philippe, es el momento ideal para infringir todas las reglas del juego y quizás, sea el tiempo igual de ideal para proponer otras nuevas. Misterio no es que el trabajo de Mr. Starck ha estado siempre en rumbo de colisión con las causas de la crisis como que de idéntica manera jamás ocultó sus posturas anticapitalistas. Llegó la hora señores, alégrense, por fin, de salir a la calle, hombres y mujeres y mostrarle al resto cómo es nuestra generación y demostrar que quizás, sea la más elegante, sabia, respetable y divertida de la historia contemporánea reciente. Nos falta precisamente el dinero, para provocar que así sea. Aquello fué el mejor acierto. Que ría Castelbajac, también Willhelm. Llegó al club Starck. Que seas muy bienvenido y si como malintencionadamente dicen aquellos que se autodenominan periodistas, esto te dá otra propiedad en el planeta con Ballantyne, haremos que tengas los clientes suficientes para que sea en Barcelona, porque si te vas, esa casa, estoy seguro, se convertirá con vida propia en monumento a la vanguardia. Un cliente ya tiene Mr. Starck, asegurará Usted mis más honestas carcajadas. Bienvenido a la industria.
1 comentario:
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Marion Barrett
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